El cine estadounidense vuelve este sábado con fuerza a Cannes con el estreno de “Killers of the Flower Moon”, película de Martin Scorsese sobre unos asesinatos en serie de indígenas, con dos de sus actores preferidos, Robert de Niro y Leonardo DiCaprio. “May December” del también estadounidense Todd Haynes intentará rivalizar en la alfombra roja con un dúo de estrellas femeninas, Natalie Portman y Julianne Moore, en una historia relacionada con el mundo del espectáculo.

A sus 80 años, Scorsese vuelve a la Croisette, pero esta vez fuera de competición. En 1976 obtuvo la Palma de Oro con “Taxi Driver”, en 1986 logró el premio al mejor director por “Después de hora”, y en 1998 fue el presidente del jurado del festival. Robert de Niro, con 79 años, protagonista precisamente de “Taxi Driver” (y de “Toro Salvaje” o “El irlandés”...) protagoniza la cinta junto a Leonardo DiCaprio, de 48 años, (“El lobo de Wall Street”, “Shutter Island”).

DiCaprio interpreta a Ernest Burkhart, un hombre enamorado de una indígena (Lily Gladstone) que se ve envuelto en una conspiración montada por un poderoso ganadero, William Hale (Roberto De Niro), ávido de petróleo, para desposeer a la tribu Osage. Un agente del FBI, interpretado por Jesse Plemons, intenta dilucidar los asesinatos.

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“Esto es la civilización”

Scorsese presentó la película hace un par de semanas en su país, y en esa ocasión declaró que quería mostrar cómo algunos estadounidenses “eran capaces de racionalizar la violencia --incluso contra aquellos a los que amaban-- diciendo simplemente: ‘Esto es la civilización. Un grupo entra y otro sale”, explicó.

La película aborda “una parte olvidada de nuestro pasado”, dijo DiCaprio, que en un principio iba a interpretar al detective del FBI, pero optó por encarnar al asesino tras pasar un tiempo con los indios Osage, que sufrieron la violencia. La película se rodó en el lugar real de los sucesos. El guión se revisó hasta el último día de rodaje, según Scorsese, que quería “hacer lo correcto” con los indígenas.

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Con 3H30, “Killers of the Flower Moon” forma parte del pelotón de películas de larga duración que han sido una de las tendencias en esta edición del Festival de Cannes. De las 21 películas que compiten por la Palma de Oro, otras que superan las 2h30 son la china “Youth (Spring)” (3h32), la turca “About dry grasses” (3H17) y la francesa “Anatomie d’une chute” (2h31).

Todd Haynes es el autor de una filmografía original, en la que ha alternado películas de ficción (“Aguas oscuras”) con biografías fílmicas atípicas (“I’m not there”, sobre Bob Dylan, interpretado por actores distintos) y documentales, sobre el grupo de música “Velvet Underground”, que presentó en Cannes hace dos años.

En 2015 también causó sensación en Cannes con “Carol”, una historia sobre una relación lesbiana imposible, interpretada por Cate Blanchett. La joven francosenegalesa Ramata-Toulaye Sy, de 36 años, aportará la nota de frescura con su ópera prima, “Banel et Adama”, una historia de amor también contrariado.

Radicalismo islamista

La película tunecina “Les filles d’Olfa”, presentada a concurso en el Festival de Cannes, aborda cómo se abate el radicalismo islamista sobre una familia con una propuesta original: mezclar a los verdaderos protagonistas con actores. Presentada la noche del viernes, la película de la directora Kaouther Ben Hania compite por la Palma de Oro.

La película narra la historia de Olfa Hamrouni, una tunecina que en 2016 saltó a la primera plana de la actualidad en su país al denunciar en la televisión la radicalización de dos de sus hijas (cuatro en total), Rahma y Ghofrane. Ambas habían abandonado el país para unirse al Estado Islámico en Libia, donde fueron capturadas y aún siguen encarceladas.

La realidad es más compleja, y la autora toma un partido inusual: convoca ante la cámara a la madre y a sus dos hijas menores que aún viven con ella, y rápidamente presenta a actrices que asumirán el papel de las hijas desaparecidas, y también de la madre, para los momentos emocionalmente más difíciles del rodaje. Y momentos difíciles hay muchos en esta historia que absorbe al espectador, una “película dentro de una película” en la que se mezcla ficción con realidad.

Poco a poco se va reconstruyendo la compleja realidad de esa familia disfuncional, sin un padre realmente presente, con relaciones fallidas, dentro de una sociedad en la que las mujeres viven sometidas, y al mismo tiempo, expresan de forma cruda y abierta su sexualidad y sus preocupaciones cuando se reúnen.

Las hijas que huyeron coquetearon con la moda “gótica”, antes de pasar brutalmente, en cuestión de un día, al velo integral y al fanatismo religioso. Kaouther Ben Hania, de 45 años, fue candidata al Óscar a la mejor película extranjera hace dos años con “El hombre que vendió su piel”, y participó en la sección Una Cierta Mirada de Cannes en 2017 con “Beauty and the dogs”.

Al lado de Auschwitz

Armado de un bisturí, el director británico Jonathan Glazer muestra con la película “The zone of interest” la banalidad diaria de los responsables del campo de exterminio de Auschwitz, una película escalofriante presentada este viernes en el 76º Festival de Cannes.

La cinta, que compite por la Palma de Oro, se centra en la vida justo al lado del campo de exterminio de su comandante, Rudolf Hoss, y de su familia, en una confortable casa con un gran jardín. Al otro lado del muro se pueden vislumbrar columnas de humo, y de fondo se escuchan disparos, a veces gritos, insultos.

Hoss trabaja enormemente, su esposa se ocupa de la casa y su bello jardín. Los niños, vestidos en algunas ocasiones como miembros de las Juventudes Hitlerianas, juegan con soldaditos de plomo, en algún momento con dientes humanos. En la película no hay ni un solo plano de violencia. Todo es indirecto, sugerido, pero no por ello menos terrorífico.

“¿Hasta qué punto somos como ellos?”

La “zona de interés” era la manera como los nazis denominaban el área de unos 40 km2 que rodeaba el enorme complejo de Auschwitz. La película se inspira en una novela del británico Martin Amis, y está rodada en alemán. Destaca la esposa del comandante, la actriz Sandra Huller (“Toni Erdmann”).

Cuando Hoss es convocado por el Estado Mayor alemán para asumir mayores responsabilidades, su esposa prefiere quedarse con los niños en esa casa de ambiente esquizofrénico, en cuyas ventanas se refleja a veces las llamas del enorme crematorio, funcionando día y noche.

Jonathan Glazer es judío y explicó a la AFP que desde hace años quería explorar esa “banalidad del mal”, un término que dio a conocer la filósofa y escritora Hannah Arendt. “¿Cómo conseguías dormir? ¿Qué pasa si cierras las cortinas y te pones tapones en las orejas? Todo tenía que estar minuciosamente calculado”, explicó en la entrevista.

Glazer cosechó buenas críticas con la película “Under the Skin” (2013), con Scarlett Johansson en el rol de una mujer extraterrestre implacable con los hombres. Otro film suyo, “Reencarnación”, con Nicole Kidman (2004), desestabilizaba al espectador con la historia de una mujer que cree que su esposo fallecido se ha reencarnado en un niño.

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Glazer es conocido por tomarse su tiempo para rodar una película. “Medito mucho. Reflexiono un montón sobre lo que voy a hacer, ya sea bueno o malo. Hay mucho ruido ahí afuera, no me interesa contribuir a eso”, explica. “Este tema en particular es un asunto vasto, profundo, y muy sensible por muchas razones, y no podía abordarlo de forma casual”, añadió.

Una de las más famosas películas de ficción sobre el Holocausto es “La lista de Schindler” de Steven Spielberg, otro director de fe judía a quien le llevó décadas atreverse a enfrentar el tema. En el caso de Glazer, el catalizador fue la novela de Amis. “Me permitió ganar la distancia suficiente, ante el hecho de estar en la misma habitación que el perpetrador” del genocidio, relata.

Tras el libro, necesitó dos años de documentación para escribir el guión. “Lo que motivaba a esta gente eran cosas familiares. Casas bonitas, bonitos jardines, chicos sanos, vivir en un lugar bonito”, comenta. “¿Hasta qué punto somos como ellos? Sería terrorífico reconocerlo. ¿Qué es lo que nos da tanto miedo de entender?”, reflexiona.

Homenaje a cineasta brasileño

El Festival de Cannes proyectó este viernes un documental de homenaje al cineasta brasileño Nelson Pereira dos Santos, uno de los precursores del conocido movimiento vanguardista “Cinema novo”, fallecido en 2018. El documental “Nelson Pereira dos Santos. Una vida de cine”, realizado por Ivelise Ferreira, pareja del cineasta durante casi tres décadas, y Aída Marques, fue programado en la sección Cannes Classics.

La cinta repasa la vida del autor de “Barravento” (1962), “Vidas secas” (1963) o “Qué sabroso era mi amigo francés” (1971), a través de los comentarios del propio director sobre sus obras, en entrevistas y otras imágenes de archivo. “Nelson siempre fue un faro”, dijo Aída Marques antes de la proyección, en presencia del hijo del director, Diogo Dahl.

“Para nosotros, en Brasil, fue un hombre que amaba el país, la cultura brasileña, el pueblo brasileño, nuestras tradiciones. Tras cuatro años de tristeza, es muy simbólico que estemos aquí con un filme sobre Nelson”, añadió. El cineasta, fallecido a los 89 años, compitió varias veces por la Palma de Oro, entre ellas con “Vidas secas”, sobre una familia en el “sertao” en los años 1940, y que es considerado como uno de los mayores títulos del cine latinoamericano.

Cóctel de violencia, redes sociales y fama

Filmar la violencia desde un ángulo “más crudo”. Esto es lo que busca el cineasta mexicano Amat Escalante con sus películas, como en “Perdidos en la noche”, donde mezcla gente famosa, redes sociales y la industria minera para contar la tragedia de los desaparecidos.

En el filme, presentado en Cannes fuera de competición, Emiliano, un joven con trabajos precarios, busca desesperadamente a su madre, una maestra opuesta a una explotación minera que desapareció unos años antes. El protagonista está dispuesto a todo para encontrar su paradero, incluso trabajar en casa de una familia de artistas famosos que, según él, están involucrados en el crimen.

Con unas imágenes muy cuidadas, estilizadas, pero que muestran directamente la violencia, Escalante desarrolla la historia entre esa familia adinerada y Emiliano, en forma de thriller. “Hay una forma que es más común en el cine de filmar violencia y creo que lo que yo intento es aproximarme desde otro ángulo más crudo, un ángulo desde el que no estamos tan acostumbrados a ver el acto de la violencia cuando sucede”, dice el cineasta en una entrevista con la AFP.

A diferencia de Hollywood, donde es más cuestión de emoción, añade, “para mí la violencia es más bien lo opuesto a estar exaltado. Es muy triste y me interesa mostrarla de esa manera más honesta”. Escalante vuelve a Cannes, una década después de haber competido por la Palma de Oro con “Heli”, que cuenta la historia de una adolescente que se enamora de un joven policía implicado en un caso de desvío de dinero. Se llevó el premio a la mejor dirección.

“Ilusión óptica”

El cineasta empezó a pensar en “Perdidos en la noche” a partir del caso de Ayotzinapa, en el que desaparecieron 43 estudiantes en 2014. Aunque pasó el tiempo e hizo otro filme entremedio, siguió con la idea. Está rodada en el estado de Guanajato (centro), uno de los más violentos del país, y donde reside el propio Escalante.

En “Perdidos en la noche”, la familia rica que acoge a Emiliano se mueve en los círculos artísticos: ella es una cantante famosa y él un polémico artista que ha trabajado con cadáveres. Retratar a esta familia le interesaba para mostrar a unas personas de las que jamás se pensaría que tienen algo que ver con esta violencia.

Pero, en su opinión, todo el mundo está involucrado, aunque “es fácil pensar que somos ajenos a eso”. “Somos parte de este sistema y hay que cuestionar por qué no está funcionando”, insiste el cineasta, de 44 años. Como creador mexicano, Escalante también se pregunta si es legítimo hablar de la violencia y utilizarla, en cierta manera, como motivo de inspiración, en un país como el suyo.

“Siento que hay una cierta responsabilidad de hablar de unos temas (de violencia), pero a la vez estás usando esos temas”, dice el director, nacido en Barcelona, pero de nacionalidad mexicana. “Me interesó esa contradicción, esa incomodidad de usar la tragedia como aparato narrativo, de inspiración”.

Las redes sociales también tienen un papel importante en la historia. Aunque para Escalante no son peligrosas sí que suponen un medio nuevo del que no sabemos las consecuencias. “Es algo muy nuevo, muy potente, que aún tal vez no dimensionamos por completo”, advierte. Al otro lado de las pantallas, “hay mucha ilusión óptica, una realidad alterna, en la que a veces uno se puede perder”.

Motor de la sociedad china

El cineasta chino Wang Bing concursa en el 76º Festival de Cannes con “Youth (Spring)”, una exhaustiva inmersión sobre la brutalidad de los talleres textiles en un país donde “la delación está convirtiéndose en el motor de la sociedad”.

“Youth (Spring)” narra el éxodo de los jóvenes procedentes del interior de China que se instalan cerca de ciudades prósperas de la costa, como Shanghái, para trabajar a destajo. La acción transcurre en Zhili, a unos 150 km de Shanghái. Los jóvenes duermen en los talleres, apenas descansan y su único pasatiempo es flirtear y pensar en casarse, para huir de esa explotación diaria.

Son casi 3h40 de documental rodado entre 2014 y 2019, justo antes de la pandemia del covid y del progresivo endurecimiento del régimen, que Wang Bing ve con pesimismo. “Cada vez será más difícil rodar porque China está entrando en una fase de su historia en la cual la delación está convirtiéndose en el motor de la sociedad”, explica en entrevista con traductora concedida este viernes a la AFP.

“No soy el único. Todos los chinos se enfrentan a esta realidad”, añade. “Youth (Spring)” es tan solo la primera parte de una trilogía sobre ese mundo de los talleres textiles, uno de los éxitos del desarrollo económico chino. Wang Bing dice que espera completar una obra de 9h30 en total. Acostumbrado a rodar cantidades descomunales de película, Wang Bing tiene 2.600 horas de material en bruto, que edita poco a poco en París, donde se instaló para la posproducción de este documental hace tres años. Este hombre de mirada afable admite que no sabe qué hará después.

“Incomprensión total”

“Estoy muy atento a las noticias que me llegan. Y lo cierto es que los cambios que se están operando son absolutamente inesperados, siento una incomprensión total”, explica. “De todas maneras, la cantidad de trabajo que tengo con esta película es tan grande que estoy sumergido” de trabajo en París, explica.

La pandemia del covid llevó al gobierno comunista de Xi Jinping a ensayar una drástica vigilancia de la sociedad, con el uso de tecnología que parece haber demostrado su eficacia. Paralelamente, Xi Jinping ha reforzado su autoridad como líder máximo, tras su reelección al frente del Partido Comunista en octubre de 2022.

“Youth (Spring)” ha recibido buenas críticas en Cannes, pero también interrogantes sobre la duración de la obra. Acostumbrado a esos formatos desde que empezó rodar, hace más de 20 años, Wang Bing no se muestra molesto por esos comentarios. “Comprendo esa preocupación acerca de una película, de que no pueda hallar su público a causa de su duración. Pero para mí lo importante es ir hasta el final de lo que considero la totalidad del filme”, asegura.

Rodadas de forma discreta, a veces incluso clandestinamente, las obras de Wang Bing han sido exhibidas en certámenes internacionales. En 2007 presenta en Cannes “Fengming”, un documental sobre una mujer cuyo monólogo ante la cámara revela los trastornos sufridos por China a lo largo del siglo XX.

“The Ditch” (“La Fosa”, 2010) denuncia los campos de trabajos forzados para prisioneros políticos en el desierto de Gobi, en los años 1960, bajo el terror de Mao. Y en 2017 gana el Leopardo de Oro del festival de Locarno por un documental sobre una mujer que sufre Alzheimer, “Mrs Fang”.

Wang mantuvo además una “Correspondencia” escrita y fílmica con el director español Jaime Rosales, en 2011. El director chino presenta otro documental en Cannes, “Man in black”, filmado en un teatro parisino con un solo protagonista, el compositor exiliado Wang Xilin. Desnudo sobre escena, Wang Xilin recuerda las torturas que sufrió durante su encierro, antes de poder instalarse en Alemania.

Cine turco, tunecino y Auschwitz

El 76º Festival de Cannes se concede este viernes una pausa tras varias jornadas cargadas de estrellas hollywoodenses con dos películas en los márgenes, de Turquía y Túnez, y una obra sombría sobre el campo nazi de Auschwitz del británico Jonathan Glazer.

El realizador turco Nuri Bilge Ceylan, Palma de Oro en 2014 (“Sueño de invierno”), desembarca con “About dry grasses” (“Kuru Otlar Ustune” en turco), sobre un profesor acusado de acoso escolar en Anatolia. El tema del acoso escolar es también abordado por el japonés Hirokazu Kore-eda en su película “Monster”, otra candidata a la Palma de Oro.

A sus 64 años, Ceylan es un viejo conocido de la Croisette: recibió el Gran Premio del Jurado en 2003 por “Lejano” y en 2011 por “Érase una vez en Anatolia” y el premio a la mejor dirección por “Tres monos” (2008). Por su parte, Kaouther Ben Hania, de 45 años, presentará “Les filles d’Olfa”, una película que evoca la desaparición de dos hijas de una mujer tunecina y “que bordea el ensayo” visual, según Thierry Frémaux, delegado general del Festival.

Ben Hania fue candidata al Óscar a la mejor película extranjera hace dos años con “El hombre que vendió su piel”, y participó en la sección Una Cierta Mirada de Cannes en 2017 con “Beauty and the dogs”. La tercera película del viernes es “The Zone of Interest”, del británico Jonathan Glazer, basada en una novela de su compatriota Martin Amis publicada en 2014 y que aborda la vida cotidiana de un comandante nazi y su familia a cargo del campo de exterminación de Auschwitz.

Glazer estrenó en 2013 “Under the Skin”, interpretada por una Scarlett Johansson extraterrestre implacable con los hombres, y “Reencarnación”, con Nicole Kidman, en 2004. Cerca del Palacio de Festivales, el corazón del certamen, la policía detectó este viernes hacia las 13H30 locales (11H30 GMT) un paquete sospechoso que desató nerviosismo. La policía intervino y acordonó la zona.

Pero poco después se descartó que fuera peligroso: el paquete era “una maleta olvidada por un turista”, dijo Philippe Loos, secretario general de la prefectura de Alpes Marítimos (sureste). No muy lejos, también en la fachada marítima, tuvo lugar una protesta sindical en el recién renovado hotel Carlton, donde trabajadores del sector hotelero expresaron su oposición a la reforma del sistema de pensiones del gobierno francés.

Esas protestas se prolongan desde hace meses, a pesar de que la reforma ya fue aprobada en el Parlamento, y la prefectura había dispuesto una prohibición de manifestaciones en un perímetro alrededor del Palacio de Festivales, para evitar perturbaciones. Pero esta protesta tuvo lugar en el interior del recinto del hotel, por lo que pudo celebrarse. Hubo una veintena de manifestantes según la prefectura, y una treintena según el sindicato CGT.

“Más libre que la ficción”

Casi cuatro décadas después de su Palma de Oro, Wim Wenders presenta un documental y una ficción en Cannes. Entre los dos, el veterano cineasta alemán se niega a escoger, aunque según él el documental es más “arriesgado”. Presentado el miércoles fuera de competición, “Anselm” no es un documental en el sentido estricto del término, más bien “un objeto experimental” sobre la obra de su compatriota Anselm Kiefer, un reconocido artista contemporáneo, dice en una entrevista a la AFP.

Como en el documental sobre la coreógrafa Pina Bausch (2011), Wim Wenders, de 77 años, conocido por sus experimentos cinematográficos desde los años 1960, utilizó la técnica de 3D. “La 3D es un medio de inmersión que te permite estar más cerca de la persona que ves en la pantalla. Hay algo a nivel de la emoción, de la percepción”, explica en un francés casi perfecto.

“Estás dentro de la experiencia. Se necesita esto para comprender las obras de Anselm, que suelen ser monumentales y en relieve”, prosigue. Además de los largometrajes como “Alicia en las ciudades” en 1974 o “Las alas del deseo” (“El cielo sobre Berlín” en España) en 1987 que han hecho de él una leyenda del séptimo arte, Wenders, ganador de la Palma de Oro en 1984 por “París, Texas”, nunca ha renunciado al documental. En total ha hecho una decena de ellos.

“Nuevo lenguaje”

A la pregunta de si este género es el futuro del cine, responde afirmativamente. “El futuro de contar libremente, porque en el cine de narración, en el cine de ficción, siempre hay las mismas recetas, las mismas fórmulas. Mientras que, en el documental, puedo trabajar libremente”.

Pero ¿la ficción sigue dando más prestigio que el documental? De sus dos largometrajes presentados en Cannes, el que está en liza por el máximo galardón es la ficción rodada en Japón “Perfect days”. “Los grandes festivales ponen cada vez más documentales en competición incluso si, durante mucho tiempo, nos hemos preguntado cómo un jurado puede escoger entre una ficción y un documental. ¡Es tan diferente!”, afirma.

Este año, el Festival de Cannes ha incluido el documental “Youth Spring”, del chino Wang Bing, de 3H40, en competición. El documental de la estadounidense Laura Poitras “La belleza y el dolor”, sobre la crisis de los opiáceos, ganó en septiembre el León de Oro en la Mostra de Venecia. Unos meses más tarde, la Berlinale coronaba el documental “Sur l’Adamant”, del francés Nicolas Philibert.

Para Wenders, “el documental es más libre que el cine de ficción, más arriesgado”. Experimentar y buscar nuevas formas de narración son dos de sus obsesiones. “Me gusta que cada filme encuentre un nuevo lenguaje”, dice. “Hago películas porque no sé cómo hacerlas. Si supiera cómo hacerlas, pararía (de rodar). Con ‘Anselm’, no tenía ninguna idea de cómo hacerla, pero acabamos encontrando un lenguaje para esto”, abunda.

¿Y sobre las nuevas tecnologías, como la realidad virtual? “Lo virtual finalmente no es un lenguaje. Está ahí para mostrar, pero no cuenta” nada, asegura, aunque explica que prepara “un filme de ciencia ficción” donde “la inteligencia artificial tendrá un gran papel”. Pero, advierte: “Usar la inteligencia artificial como un medio, no le veo el interés”.


Takeshi Kitano, “indiferente” al éxito

Takeshi Kitano reaparece en Cannes la próxima semana con una nueva historia de samuráis, muy esperada por el público, pero el cineasta japonés de culto asegura a la AFP que se esfuerza por permanecer “indiferente” al éxito. Kitano, que saltó a la fama como cómico antes de ser aclamado como director de cine de autor, dijo en una entrevista exclusiva a AFP que hace las cosas a su manera.

“Si recibo reconocimiento en el extranjero, me alegro, pero quiero ser lo más indiferente posible”, dijo en Tokio antes de partir hacia el festival de cine francés. “Me alegraría mucho si algo de lo que he rodado recibiera buenas críticas. Pero eso no significa que vaya a intentar agradar”, apunta. “Kubi” es el primer largometraje en seis años de este cineasta de 76, cuya ecléctica carrera incluye etapas como actor, autor, pintor y presentador del concurso en televisión “El castillo de Takeshi”. Aunque su última obra cuenta con un presupuesto mayor que las películas de gánsteres por las que se dio a conocer, la originalidad sigue siendo crucial para Kitano.

A pesar de ser un gran admirador del maestro del cine japonés Akira Kurosawa, a la hora de rodar “Kubi” evitó ver las escenas de combate de los clásicos del director, como “Los siete samuráis” o “Ran”. “Odio que me influyan”, dijo Kitano. “Intenté no ver las escenas de combate de las películas de Kurosawa, para no dejarme influir por ellas”. “Si son parecidas, probablemente teníamos las mismas ideas”, asegura.

“Intento dejarlo”

“Kubi” narra la muerte en 1582 del señor feudal más poderoso de Japón en una trampa mortal en un templo de Kioto, en lo que se conoce históricamente como el Incidente de Honno-ji. La película no compite en Cannes, pero se estrenará en el festival el martes. Es la primera aparición de Kitano en Cannes desde 2010, cuando la película de yakuzas “Outrage” se presentó en la competición oficial.

Sin embargo, el director --sentado en un sofá de su camerino de la cadena japonesa TV Asahi, tras haber grabado el programa de política que presenta desde hace décadas-- resta importancia a su regreso a la gran pantalla. “Llevo mucho tiempo intentando dejar la televisión y el cine”, dice, explicando que está tratando de tomárselo con calma, jugando al golf en su segunda residencia.

Pero incluso sin la presión de producir, Kitano se encontró de nuevo en el plató. “Pensé que ésta sería mi última película”, afirma. “Pero cuando terminamos de rodar, los actores y el equipo dijeron que era una buena película”, y ese reconocimiento es “lo más importante”. para él.

“Beat Takeshi”

Tras estudiar ingeniería y “temas relacionados con el espacio” en la universidad, el entretenimiento fue la segunda carrera de Kitano. Durante décadas fue uno de los presentadores de televisión más populares de Japón, conocido como ‘Beat Takeshi’, y realizaba sketches disfrazado de cualquier cosa, desde un luchador de sumo hasta un cartón de leche gigante.

Todo lo contrario de sus películas, llenas de personajes torturados y humor negro, como los thrillers sobre gánsteres “Sonatine”, “Brother” y “Hana-Bi”, que se llevó el primer premio en el Festival de Venecia de 1997. El mayor éxito comercial de Kitano, “Zatoichi” (2003), también era una película de samuráis, y “Kubi” es su película más cara hasta la fecha, con un coste de producción de 1.500 millones de yenes (11 millones de dólares).

“Kubi” habla de la lealtad, la traición y los códigos de honor japoneses, pero también de las relaciones entre personas del mismo sexo. “El drama histórico japonés rara vez muestra la homosexualidad masculina”, dice Kitano, aunque “era común en esa época”.

Trabajo o libertad

Pasar unos años en la cárcel o toda una vida trabajando. Este es el dilema que tienen dos modestos empleados de banca en “Los delincuentes”, del argentino Rodrigo Moreno, presentada este jueves en Cannes. Morán, un trabajador rutinario y aparentemente disciplinado, lo tiene claro: mejor urdir un plan para robar una suma equivalente a su sueldo durante 25 años y poder disfrutar de la vida tras pasar brevemente por la cárcel, que fichar cada día en su empresa hasta jubilarse.

Esta historia, inspirada libremente de la película policíaca argentina “Apenas un delincuente” (1949), le permite a Moreno retomar uno de sus temas predilectos, la disyuntiva entre el trabajo y una vida más libre y ociosa. Ya en “El descanso” (2002), que codirigió, unos tipos deciden ocupar un hotel abandonado para no trabajar el resto de sus vidas. También en “El custodio” (2006) trata la presión del trabajo, y “Réimon” (2014) es sobre una empleada doméstica.

Aunque en el filme original de 1949, el protagonista aspira a volverse millonario con su botín, en “Los delicuentes” Moreno decide que “sus” ladrones cometan un “robo modesto”, justo lo que necesitan para no trabajar más y vivir correctamente. El espectador puede empatizar con la filosofía de estos personajes, para darse cuenta de que “nuestra vida se reduce al trabajo”, incide el cineasta de 50 años, en una entrevista con AFP.

Naturaleza “liberadora”

“Los delicuentes”, que dura algo más de 3 horas, transcurre entre Buenos Aires y una zona montañosa de la provincia de Córdoba, en el centro del país. El espacio urbano representa la monotonía aplastante del trabajo, casi como una cárcel, y las zonas en plena naturaleza son “liberadoras”. Para hablar de la “vida libre”, tenía que filmarla, dice el director, justificando así la larga duración del filme.

“Filmo el trabajo, filmo la rutina, filmo la presión que esa rutina ejerce sobre la persona, pero al mismo tiempo tengo que filmar la incertidumbre de la vida libre, la vida incierta, la vida que no sabes a dónde te va a llevar”, abunda. De estructura compleja, la cinta está dividida en grandes bloques y “flashbacks”, que relatan la historia de una forma casi simétrica. Esta fragmentación, con saltos temporales, se inspira en parte del cine del estadounidense Quentin Tarantino, cuenta Moreno.

“Segundas oportunidades”

“Los delicuentes” concursa en Una Cierta Mirada, la segunda competición más importante de Cannes, dedicada a los nuevos talentos, una forma alternativa de participar por primera vez en el certamen. Moreno explica que ya con “El custodio”, su ópera prima, recibió hace más de 15 años una llamada del delegado general del festival, Thierry Frémaux, para proyectarla en Una Cierta Mirada. Los productores y distribuidores alemanes del filme insistieron en que sólo aceptarían que la cinta concursara por la Palma de Oro. Como no fue posible, el largometraje fue finalmente presentado en la Berlinale, donde fue premiado.

Y desde entonces, el festival alemán ha acogido otras de sus películas, como “Un mundo misterioso” (2011), en liza por el Oso de Oro. Esta vez, con “Los delicuentes” llega directamente a una de las secciones más prestigiosas de la muestra francesa. Así son las “segundas oportunidades”, zanja Moreno.

Directoras deben romper el techo

Que las mujeres que se lanzan al cine consigan romper el techo de la primera película: ese es el deseo de las productoras para mantener el actual boom del cine español, en parte liderado por las directoras. El Mercado del Cine que se celebra paralelamente al Festival de Cannes tiene este año como invitado de honor a España.

Cinco productores, de los cuales cuatro mujeres, debatieron este jueves el estado de salud del sector, tras premios como el Oso de Oro de Berlín a “Alcarràs” de Carla Simón en 2022, éxitos de taquilla internacionales como “As bestas”, de Rodrigo Sorogoyen, o televisivos como “La casa de papel”.

“Un poco la carta a los Reyes Magos es que todas estas mujeres no solo consigan hacer estas primeras películas maravillosas, sino también segundas películas y películas de mayor presupuesto”, pidió Emilia Fort, de la productora Avalón. “Hemos conseguido que un 50% de la población que no afloraba esté presente, de manera que contamos con todo lo que teníamos antes, más el 50%”, reflexionó Esther García, productora de El Deseo, fundada en 1985 por Pedro Almodóvar y su hermano Agustín.

Las mujeres directoras españolas representan el 19% del total, mientras que las productoras llegan al 32%, según un informe de 2020 de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). En cambio, el 80% de los puestos de dirección de vestuario están ocupados por mujeres.

Más que género, clase social

“Todo parte de un mismo ecosistema. La joven que hace un corto y que mañana hace una ópera prima, pasado mañana está liderando una serie de 10 millones o de 15 millones de euros para una plataforma que va a viajar por medio mundo”, explicó Luis Ferrón, de Lazona Producciones.

Sandra Tapia, de Arcadia, pidió ir más allá: “a mí muchas veces cuando me preguntan por el género, yo digo que ya lo tenemos consolidado, interiorizado. Yo voy a la clase (social). Yo vengo de la universidad pública, vengo de una familia obrera y he producido. Ojalá podamos incluir también a todo tipo de perfiles creativos” en el futuro, instó.

“Yo hago siempre lo que llamo la doble lectura del guión: la primera como espectadora, si la pasa, luego la hago como productora”, aseguró esta profesional. El cine español vive un momento dulce, pero deberá recuperar a la parte sustancial del público que dejó de ir a las salas de cine cuando se produjo la epidemia del covid, coincidieron los integrantes del panel. Y atraer a los jóvenes.

“Es importante encontrar ese equilibrio entre plataformas y salas”, señaló Paola Botrán, de Sideral. “La gente joven tiene una manera muy diferente de consumir y hay que encontrar qué temas les devolverían a las salas”, abundó Esther García. “Nuestros tiempos de producción van mucho más lentos que los del consumo del espectador. Es decir, que una cosa funcione no quiere decir que nosotros tengamos la capacidad de hacer algo parecido seis meses más tarde. Es imposible, no es sano”, aventuró Sandra Tapia.

“Monstruos” del acoso escolar

El director japonés Hirokazu Kore-eda, ganador de una Palma de Oro, compite este año en el Festival de Cannes con “Monster”, una historia sobre el acoso escolar contada desde varios puntos de vista. Con su nuevo filme, que incluye temas de acoso escolar y agresiones domésticas, el cineasta vuelve a abordar cuestiones que han marcado su cine, como las familias poco convencionales y con problemas, que ya le valieron una Palma de Oro en 2018 con “Un asunto de familia”.

“Monster” comienza con las acusaciones a un profesor por acoso, pero, poco a poco, a medida que se multiplican los puntos de vista, la historia se va dilucidando. “Quería que el espectador fuera capaz de buscar, de la misma manera que los personajes lo hacen en la película” y que se preguntara quién es el monstruo, dijo el miércoles el director, de 60 años, en una entrevista con la AFP.

“Prioridades”

Al final, los personajes de Kore-eda acaban ganando en humanidad, pero el sistema educativo de Japón no queda muy bien parado en el filme. “Cuando una institución pone su propia protección arriba de todo de sus prioridades (...) entonces ‘lo que pasó realmente no es importante’”, dijo, retomando una de las frases de la directora de la escuela en la película.

“No sólo concierne el sistema educativo japonés. Creo que vale para la mayoría de instituciones colectivas, que tienden a protegerse ellas mismas, a costa de muchas otras cosas”, añadió. “Monster” llega un año después de “Broker”, rodada en Corea del Sur y que también compitió en Cannes por el máximo galardón. Con ella, el famoso actor surcoreano Song Kang-ho ganó el premio a la mejor interpretación masculina.

Rompiendo con su costumbre, Kore-eda se basa esta vez en un guión de Yuji Sakamoto, que presenta la historia desde varias perspectivas, para “hacer resaltar la humanidad de los personajes”. El guión, “extremadamente brillante”, según el cineasta, permite que se conozca “un poco más cada vez, pero sin tener al final una visión totalmente clara de lo que pasa”.

La banda sonora del filme es una de las últimas realizaciones del conocido compositor japonés Ryuichi Sakamoto, ganador de un Óscar por “El último emperador”, fallecido a finales de marzo a los 71 años debido a un cáncer. Desde su primer largometraje en 1995, Kore-eda ha realizado más de una decena de películas aclamadas por la crítica.

La primera vez que entró en competición por la Palma de Oro fue con “Distance” (2001), sobre una masacre cometida por una secta apocalíptica. El Festival de Cannes presentará, hasta el 27 de mayo, 21 películas en liza para el máximo galardón, entre las cuales varias dirigidas por veteranos cineastas, como el británico Ken Loach o el alemán Wim Wenders, y siete realizadas por mujeres.

Fuente: AFP.

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