El programa “Hambre cero” lan­zado recientemente por el Poder Ejecutivo es una idea revolu­cionaria que ayudará a los más necesitados. Constituye una invitación para que todo el país se comprometa para hacer que los niños puedan estudiar y pro­gresar como personas. Por ello, requiere el apoyo activo de la ciudadanía para con­trarrestar el rechazo de ciertos funcio­narios y grupos políticos, y así lograr que 1.300.000 niños puedan recibir la ayuda que necesitan. Así podrán tener mayor rendimiento escolar y lograr una forma­ción académica adecuada.

Este emprendimiento tan importante no se alcanzará de un día para otro, sino mediante un proceso que llevará su tiempo. Porque implica la consecución de suficientes recursos económicos, la orga­nización de la distribución de la ayuda y la colaboración activa de los más diversos sectores de la sociedad paraguaya. Hacer que los niños del país alcancen suficiente alimentación no es una tarea que involu­crará solo al Gobierno, sino también a las personas que tengan sensibilidad social.

La idea de alimentar adecuadamente a los niños para que puedan rendir en la educación es revolucionaria, en el sen­tido de que implica un cambio fundamen­tal para transformar la realidad actual en que la ayuda alimenticia llega solo a un porcentaje mínimo de los escolares y estudiantes. Si se tiene en cuenta que hasta ahora la alimentación solo alcanza a 200.000 niños de 1.300.000 alumnos, está llegando solo al 15 % de los afec­tados. Eso no es solo insuficiente, sino una vergüenza que demuestra que hasta ahora no se han hecho las cosas como corresponde. Es una demostración dolo­rosa de que el gobierno anterior ha sido no solo incapaz de hacer un buen tra­bajo, sino también de que era insensi­ble a la situación de los niños del país. El gobierno actual no puede aceptar esta situación vergonzosa, por lo que ha lan­zado el proyecto “Hambre cero”.

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Concretar el objetivo que se ha propuesto necesitará tiempo, recursos financieros y una excelente organización. Y sobre todo que prenda la idea en gobernadores e intendentes municipales de todo el país, muchos de los cuales se oponen al pro­grama por razones políticas y de conve­niencia económica sectorial. Los fondos tendrán un triple control para el buen aprovechamiento de los recursos mone­tarios, con la participación de la Contra­loría, Contrataciones y el Conae.

El ministro de Educación y Ciencias ha dicho que para concretar el ambicioso programa se requerirán muchos más recursos financieros de los que se dispo­nen en la actualidad. Recordó que actual­mente se tienen entre el equivalente de 50 millones de dólares a 75 millones de esa moneda. Y que si invierte para lle­gar a todos los afectados se necesitarán cerca de 280 millones de dólares, cuatro veces más que lo que se dispone ahora. El Estado tendrá que conseguir esa suma.

La aplicación del proyecto se hará de manera gradual hasta alcanzar el objetivo final, según las palabras del secretario de Estado. Dijo que la primera etapa puede llevar entre 1 a 2 años. Pero todo depende de una serie de factores, pues primero se espera la aprobación de la ley en el Con­greso, qué se consigna en el texto legal para organizar las entidades que inter­vendrán. Mientras tanto se respetarán las reglamentaciones y los procesos vigentes, como las licitaciones realizadas anterior­mente para conseguir los alimentos y la distribución de los mismos.

Los legisladores que deben aprobar la ley respectiva, los gobernadores e intenden­tes municipales que ya no dispondrán de los fondos deben comprender que no se puede exigir calidad a la educación de los niños si no se realiza la inversión que se requiere. Y por lo tanto deben aprobar el proyecto “Hambre cero” y apoyar la ini­ciativa del Gobierno para concretar este ambicioso plan. Para que tenga el éxito que se espera, también se requerirá la colaboración de los docentes, los padres de familia y entidades vinculadas a la for­mación de los niños y adolescentes.

“Hambre cero” debe ser un compro­miso de toda la sociedad paraguaya, porque su objetivo fundamental es hacer que los chicos se alimenten para que puedan alcanzar la educación que se merecen. Y nadie puede estar ajeno y no prestar su ayuda a esta tarea tan noble e importante.

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