Desde el sur del país ha arribado otra noticia para el optimismo: en la zona del brazo Aña Cuá de la hidroeléctrica de Yacyretá acaban de llegar más piezas para maquini­zar las nuevas turbinas que se instalarán en ese lugar. Los componentes del núcleo del rotor de generadores para las tres tur­binas que se pondrán arribaron a la zona de obras luego de un largo camino desde Europa. Fueron fabricados por el provee­dor Kisielewski, de la lejana Polonia. Es un paso más para que la entidad binacional pueda poner en marcha la ampliación de la hidroeléctrica, como se estableció en el acuerdo Cartes-Macri, de mayo de 2017.

Mediante la construcción que se está enca­rando las compuertas radiales del verte­dero de Aña Cuá que dejaban pasar hasta 40.000 m3/segundo de agua sin aprove­chamiento alguno, pasarán a generar el 10 % de energía adicional en Yacyretá. Para ello, se instalarán 3 turbinas tipo Kaplan, de eje vertical, de 90,20 MW de potencia unitaria, que permitirán un salto neto del agua de 19,9 metros de altura. Esto per­mitirá generar de forma anual 2.000 GW/hora, con lo que se aumentará la capacidad generadora de la hidroeléctrica para bene­ficio del país y la Argentina.

La obra prevé la instalación de presas late­rales, generadores eléctricos, canal de aproximación y restitución y un canal de atracción de peces, que facilitará el movi­miento migratorio aguas arriba de dife­rentes especies piscícolas.

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Con todo lo que se está construyendo en el sitio se aprovechará el curso del agua no utilizado hasta ahora para servir a los dos países con más energía renovable a valores relativamente bajos. Uno de los detalles más llamativos es que el costo de la obra, de unos 350 millones de dólares, se está financiando con recursos propios de la entidad ya que no se han realizado empréstitos de ninguna laya de institución financiera alguna.

De acuerdo con los estudios técnicos, se estima que con la producción adicional de electricidad que posibilitará la usina de Aña Cuá podrían ingresar alrededor de 80 millones de dólares anuales más para la entidad binacional. Esto constituirá un importante beneficio para ambos países, aparte de los que implican la mayor canti­dad de energía que se puede utilizar en la actividad económica.

Hay que destacar especialmente que las obras de Aña Cuá son en la actualidad la única inversión de importancia que está realizando el Paraguay para aumentar su riqueza. Esto sin haber realizado ningún préstamo, por lo que es un hecho que debe ser valorado en su justa medida. Generar más riqueza sin que le cueste a las finan­zas del país ningún esfuerzo monetario adicional constituye algo sin precedentes que tendría que ser tenido como uno de los logros más importantes en la historia.

Pero, contra toda lógica, desde el punto de vista noticioso y de la valoración de la obra, los medios de comunicación no le han dado mayor importancia. Cosa que podría tener su explicación en que varios de ellos han mostrado su oposición ciega, sin motivo valedero alguno, contra el acuerdo firmado hace un quinquenio entre los presidentes Horacio Cartes, de Paraguay, y Mauricio Macri, de la Argentina, en que se decidió agregarle más turbinas a la hidroeléctrica de Yacyretá para aumentar su capacidad de producción.

La ampliación de la usina binacional para producir más beneficios a los dos países dueños debería tener el apoyo de los dife­rentes gremios empresariales y gente de trabajo, por todo lo que implica para el futuro. Cuando las turbinas que se están instalando en el Aña Cuá produzcan elec­tricidad, el Paraguay tendrá más recursos energéticos para abrir más fábricas y otros medios de producción, además de los nue­vos desafíos que se vayan presentando en el futuro.

Cualquier avance que se produzca en el proyecto que se está encarando actual­mente debe ser reconocido como un aporte de trascendencia para la vida del país. Y tiene que merecer la atención y el apoyo de la ciudadanía que será la principal benefi­ciaria de los progresos del sector debido a los efectos multiplicadores que tiene.

Incrementar la capacidad de generación energética del país es igual a aumentar las posibilidades de producir más riquezas para todos. Y a eso nadie sensato se debe­ría oponer.

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