Uno de los aspectos más preocupantes con relación a las perspectivas para salir de la pandemia es el rechazo de las personas a la vacuna.
A pesar de los datos que van saliendo día a día sobre la efectividad de las vacunas en el mundo entero, mucha gente prefiere creer en información nada confiable, atentando inclusive contra su propia vida o la de sus familiares. Infelizmente, hay profesionales que diseminan mentiras sobre las vacunas, inclusive datos falsos, lo que causa gran daño a las campañas de vacunación. En estos casos, puede ser difícil convencer a la gente de lo contrario, ya que su médico de toda la vida le está diciendo que no se vacune.
Según reporta el CDC de los Estados Unidos, del 1 de mayo al 25 de julio de 2021, entre 43.127 infecciones por SARS-CoV-2 en residentes del condado de Los Ángeles, California, 25.3% fueron en personas completamente vacunadas y el 71,4% fueron en personas no vacunadas. El 25 de julio, la tasa de hospitalización entre las personas no vacunadas fue 29,2 veces más alta que la de las de las personas totalmente vacunadas.
La directora del CDC, Rochelle Walensky, MD, MPH, dijo en una conferencia de prensa en la Casa Blanca que “esto es más evidencia de que la pandemia en los Estados Unidos es una pandemia de personas no vacunadas”. Está muy claro que, si una persona no está vacunada, presenta mayor riesgo de contraer la enfermedad y llegar a hospitalización.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el continente europeo vuelve a ser el epicentro de la pandemia, vaticinando un “invierno duro”. De acuerdo a la OMS, el aumento de los contagios se debe a la relajación de las medidas, más interacción en interiores por la llegada del frío y una cobertura vacunal en ocasiones insuficiente.
En Alemania, el ministro de salud, Jens Spahn, advirtió que su país está atravesando una pandemia masiva de no vacunados. “Habría menos pacientes con coronavirus en las unidades de cuidados intensivos si más personas se dejaran vacunar”, señaló.
Al comienzo de la pandemia, Alemania había mantenido un bajo número de muertos e infecciones. Sin embargo, hoy, una combinación de factores ha impulsado un nuevo aumento, y los virólogos y otros expertos dicen que hay pocas dudas de que son los no vacunados los que más contribuyen a la ola de infecciones que pesan sobre los hospitales de todo el país.
Uno de cada tres alemanes aún no está completamente vacunado y la tasa de vacunación alemana se encuentra entre las más bajas de Europa occidental. Esto es preocupante para las autoridades en salud, ya que con esos números no estarían preparados para enfrentar la cuarta ola.
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En otros países europeos, la situación es mejor; por ejemplo, en Bélgica, Dinamarca e Italia, tres de cada cuatro personas están completamente vacunadas y Portugal tiene una tasa de vacunación cercana al 90%.
En Austria se ha implantado la normativa ‘2G’ en todo el país, esto es, las personas que tengan ambas dosis de vacunas o que hayan pasado la enfermedad son las únicas que podrán entrar a cafés, restaurantes, hoteles, gimnasios, teleféricos, mercados de Navidad, cines y teatros, así como a ciertos servicios, como las peluquerías. Es decir, tampoco es posible, como lo era hasta ahora, acceder con el resultado negativo de un test.
En Paraguay, los datos son claros. Llegamos a ver que el 100% de los fallecidos en un día eran personas sin vacuna. Si no queremos mirar directamente los datos que otros países nos ofrecen, miremos los datos que nuestro país está generando. Tenemos vacunas y gente que no recurre a vacunarse. Es necesario continuar con las campañas de vacunación en todo el país para encarar una próxima ola con la debida protección.
La efectividad de las vacunas anti-COVID ya ha sido ampliamente demostrada. Ya se han aplicado 7,41 mil millones de dosis en todo el mundo. Claro que ninguna vacuna ni medicamento está exento de efectos secundarios. Existen efectos secundarios leves y efectos secundarios raros como en cualquier otro medicamento.
¿Por qué se aplican estos medicamentos habiendo efectos secundarios raros? Porque el riesgo de que las personas fallezcan de COVID-19 es mucho más alto que el riesgo de sufrir alguno de esos efectos secundarios raros. Este criterio ha sido aplicado en medicina y en la ciencia por décadas, lo que permitió el uso de miles de medicamentos y vacunas que hoy salvan muchas vidas, y el COVID-19 no es la excepción.
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