Un grupo de investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) argumenta que se requieren pruebas menos agresivas, según publicó la prestigiosa revista médica The Lancet. La prestigiosa revista aboga por tests menos intrusivos para el paciente y con menos riesgos para los profesionales sanitarios.

Actualmente se emplean los hisopos para realizar las pruebas de detección del SARS-CoV-2, de modo de extraer las muestras de patógenos en las profundidades del tracto respiratorio superior. Esta prueba, más allá de la incomodidad, puede provocar dolor al paciente, mientras que los profesionales deben tener un equipo de protección para evitar posible contagio, ante posibles estornudos o tos que puedan producirse.

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La apuesta de este grupo de investigadores es la de generalizar el test de saliva como ‘patrón oro’ (gold standard) de la detección del COVID-19 en el mundo. Aseguran que es “mínimamente invasivo” y las muestras pueden tomarse con un alto grado de fiabilidad, incluso en las casas, por lo que no siempre es necesarios tener la asistencia de profesionales sanitarios.

Aunque la propuesta aún genera controversia, se trata de una solución “confortable” para el paciente y “segura” para el profesional. Los primeros test se desarrollaron con pacientes hospitalizados y casos severos de CIVID-19, que provocaban una salivación más espesa que dificultaba su procesado.

Los estudios habían evaluado la detección de SARS-CoV-2 en saliva en comparación con las PCR en países como Alemania, Corea del Sur, Japón y EEUU. El 69% valoró que la eficacia era superior o similar, mientras que un 7% determinó resultados variables y un 24% apreció una eficacia inferior.

Unificar los métodos del test en función de los resultados más rigurosos es la conclusión del estudio, de modo de poder garantizar por lo menos un margen de éxito equiparable a la PCR.

Lo recomendable es trabajar con saliva bucal y no orofaríngea, para que esta metodología pueda conducir a una homogeneización de la muestra. La viscosidad enturbia la sensibilidad del test, por lo que no se puede forzar esta producción tosiendo o escupiendo. Tampoco se recomienda usar algodones para tomar las muestras, pues lo ideal sería ‘babear’ en el tubo de muestreo.

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También hay que tener en cuenta que el momento de la infección también puede alterar la efectividad. Los test de saliva servirían para detectar casos pasados en los que el paciente ya se ha recuperado, pero con un menor porcentaje de positivos que los nasofaríngeos.



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