A tres meses de las gra­ves denuncias del pre­sunto vínculo entre Arnaldo Giuzzio, entonces ministro del Interior, y uno de los supuestos narcotraficantes más buscados en el Brasil, no hubo hasta ahora un mínimo anuncio de mayor investiga­ción al respecto.

El abogado Arnaldo Giuzzio, hasta el 2017 del Partido Democrático Progresista (PDP), parcela política fami­liar de Desirée Masi y Rafael Filizzola, fue el único en esa cartera del gobierno de Abdo removido del cargo por vía de la destitución. Todos los demás ministros encarga­dos de la seguridad interna o renunciaron o bien fueron movidos a otros puestos.

Con Giuzzio ocurrió de otra manera. Si bien Abdo lo blindó durante meses, en febrero de este año se vio obligado a des­tituirlo del cargo cuando sal­taron la cercanía y “familiari­dad” de presuntos vínculos de Arnaldo Giuzzio con el brasi­leño Marcus Vinicius Espín­dola Marqués de Padua, este último detenido por la Policía Federal del Brasil en la opera­ción Turf y considerado como uno de los narcotraficantes más buscados.

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Cuando se conoció la noticia y se publicaron las evidencias gráficas de la cercanía entre Giuzzio y Marqués de Padua, cuasiproveedor de municio­nes y chalecos antibala para la Policía Nacional, además del detalle de que el brasi­leño le “prestó” a Giuzzio un vehículo para movilizarse en sus vacaciones, Abdo no tuvo más remedio que destituir a Giuzzio. El vínculo entre Giuzzio y el presunto narco podría explicar además la negligente labor de la Senad en el operativo que permitió la fuga de otro de los buscados, Lindomar Reges Furtado.

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