Felipe Goroso S.

Y no, no voy a referirme a los cortes de la Ande. Hannah Arendt fue una escritora y teórica política alemana, posteriormente nacionalizada estadounidense, de religión judía y aunque ella no se hacía llamar como tal, puede ser considerada como una de las filósofas más influyentes del siglo XX. En su libro “Hombres en tiempos de oscuridad”, una colección de ensayos que le llevó doce años escribir, conjuga a diferentes personajes históricos y cómo los mismos pasaron por momentos que los afectaron e impactaron. Varios de esos momentos fueron de oscuridad.

La expresión “perder el juicio” designa, entre otras cosas, “enloquecer”, “perder la razón”, “perder la cabeza”. Es el momento de que los paraguayos alertemos de los peligros a los que debe enfrentarse una sociedad que, a veces por un apuro desmedido, ha ido abandonando el que sin duda puede ser considerado el más sano de los ejercicios: pensar un poco las cosas. El título del libro de Hannah Arendt pone el foco sobre esta oscuridad. Eso sí, como línea de base, debemos arrancar por la autocrítica. A veces se siente como que nosotros mismos estemos boicoteando todas las torres de transmisión de la Itaipú y Yacyretá. Un apagón nacional de la razón.

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Uno de los principales responsables son una gran mayoría de los grupos de medios de comunicación. Los mismos apuntan a generar una crisis de autoridad y como consecuencia una crisis de legitimidad de las intervenciones públicas. Generando la duda sobre la autoridad y su legitimidad, se sembrará la incertidumbre sobre sus voces. Será el griterío vano el que prevalezca sobre el diálogo y el consenso. Si se quiebra la autoridad, será el triunfo de las tinieblas, el desvanecimiento de esa instancia antes denominada opinión pública y últimamente reemplazada por la opinión publicada. Y todos sabemos que la diferencia entre ambos conceptos es gigantesca.

La llamada posverdad o hechos alternativos se presentan a sí mismos como elementos que libran una batalla permanente contra algunos de nuestros dogmas sociales. Si la autoridad empieza a declinar, tendrá que ver con la proliferación de la posverdad. El impacto de las redes sociales ha desempeñado un papel determinante en el agotamiento de la opinión pública. La transición del sano disenso a la permanente condena moral, es decir, la deslegitimación del otro, caricaturizar al que piensa distinto y enmarcarlo como enemigo. Las cámaras de eco buscan reemplazar al espacio público en el que debían tener lugar los disensos se ve sustituido por foros exclusivos para los idénticos en los que lo que se celebra es la identidad de lo mismo, la coincidencia de iguales. Terriblemente aburrido y predecible.

Se encuentran personas con una opinión parecida, entonces no se necesita discutir las razones que tiene uno para creer lo que uno cree. El futuro de nuestra sociedad es desafiante en términos democráticos y, especialmente, para la protección de la opinión pública democrática. Siempre enmarcado en la luz que traen el diálogo y el consenso.

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