- Sara Leguizamón
A días del inicio del periodo de clases, desde el Ministerio de Educación y Ciencias ultiman los detalles para poner en marcha no solo el proyecto Hambre Cero en todo el país, sino también para la ejecución de proyectos para el mejoramiento de todo el sistema educativo.
El ministro de Educación y Ciencias, Luis Fernando Ramírez, recibió a un equipo de La Nación/Nación Media en su despacho y ofreció una entrevista exclusiva en la que detalló los principales ejes de trabajo en los que están abocados desde la cartera, remarcando que si bien se encuentra contento con los logros desde el inicio de su gestión, aún falta un largo trayecto para estar satisfecho con el trabajo que tiene asignado.
Precisó que desde el inicio de sus gestiones ha tenido claro que la base principal en la que tienen que estar cimentados todos los proyectos a ejecutarse es en la mejora del nivel de aprendizaje de los niños jóvenes, para prepararlos para el futuro. “Un niño que tiene un pensamiento lógico desarrollado está preparado para vivir en cualquier lugar en cualquier tiempo”, indicó Ramírez.
–¿Cuáles son los principales lineamientos de trabajo para este 2025?
–Tenemos como uno de los ejes principales de trabajo enfatizar el área de matemáticas en escolar básica, la cual va hasta el 9.º grado, y continuar el programa de compresión lectora “Ñe’ery”, y para eso tenemos una serie de proyectos que van desde la primera infancia hasta la educación de jóvenes y adultos. También tenemos una serie de proyectos para los chicos de la media, para que puedan enrolarse, ya sea en la universidad o al mundo del trabajo, donde haremos proyectos específicos. Igualmente, vamos a desarrollar los bachilleratos agropecuarios y forestales, y esto se va a ver en el foco pedagógico. En cuanto a los maestros, estamos ya trabajando en un proceso de capacitación, perfilando a los mismos y brindándoles herramientas.
–¿Lograron cubrir las necesidades venideras con el presupuesto previsto?
–La calidad de la gestión también es uno de nuestros proyectos insignia importantes, y estamos tratando de cada año hacer más con el mismo presupuesto y estamos viendo que se puede. Claro, siempre vamos a necesitar un poco más para la implementación de algún nuevo proyecto que queramos poner a funcionar, pero eso podemos ir viendo también con una gestión de los recursos que quedan.
–¿Qué se necesita para dar un salto en la educación?
–Necesitamos un pacto en la educación, poniendo una serie de condiciones que vamos a seguir, para dar un norte al trabajo que se inicia y poder así salir adelante. Ha ocurrido en nuestro país ante crisis económicas o en la industria de la carne que, tras poner una serie de lineamientos y cuando se siguen los mismos, se logra un gran impacto a nivel nacional e inclusive a nivel internacional, y eso solo pasa cuando nos ponemos de acuerdo entre todos los paraguayos. Necesitamos ponernos de acuerdo en lo que vamos a hacer de acá a 10 años y monitorear todo el tiempo el cumplimiento de esas líneas.
–Hambre Cero, ¿cómo plantean la implementación a nivel nacional?
–En agosto empezamos con la implementación en territorios focalizados; la participación en la escuela en esos lugares era del 50 o 54 %; desde la implementación es del 98 %. Nosotros, con un solo acto, una idea genial del presidente, llegamos a un número que nunca se pudo lograr con cualquier otro proyecto: los chicos volvieron a las escuelas.
Este año tenemos más inscriptos en las escuelas públicas que en otros años, porque cuando hablamos del desempeño de los niños también hay que hablar de que había casos en los cuales no tenían el combustible, no se alimentaban y hoy tienen eso, es decir, que hay muchos puntos positivos ahí y es parte del fenómeno de Hambre Cero que logra captar a los chicos y traerlos a la escuela.
–¿Han notado el impacto de Hambre Cero desde el principio de su implementación?
–Este proyecto genera una dinámica económica-social y del desarrollo del pensamiento del niño; es bastante integral, no solo ayuda a quienes van a la escuela, sino que a sus familias y a los productores locales. Con este nuevo régimen, esa mamá va a poder ir a trabajar y su hijo va a desayunar y almorzar y ella solo tiene que llevarlo a la escuela. Ahora hay que imaginarse ese efecto multiplicado por tres o cuatro hijos y cuánto significa en la economía de esa familia mensualmente.
Pero independientemente de eso, que tiene un impacto de presencia en la economía de la familia, también tiene un impacto en la sociedad, ya que actualmente, en el marco de este mismo proyecto, miles de madres son preparadas y entrenadas para ser cocineras en las escuelas. ¿Qué significa esto? Que van a trabajar, van a tener un sueldo, tendrán seguro de salud y, además, ejercerán un trabajo que, como se capacitaron para el mismo y se recibieron de cocineras, en sus horarios libres pueden trabajar de eso o inclusive tener sus propios emprendimientos gastronómicos.
–También existe ahora un trabajo mancomunado con otros ministerios, como resultado de Hambre Cero.
–Este año implementaremos con el apoyo del Ministerio de Salud un programa de salud bucal con el que los niños serán provistos de un kit bucal y se les enseñará el correcto cepillado y cuidado dental y además se hará un estudio para el sellado de los dientes de los chicos que van cambiando sus dientes de leche y ahí el objetivo es Caries Cero. En la primera semana, también vamos a hacer la desparasitación, la vacunación y el control de peso y talla.
–A días del inicio de clases, ¿cómo se va proyectando la implementación a nivel nacional?
–Ya estamos en condiciones de ejecutar este proyecto en la magnitud que corresponde, claro, como en cada proyecto habrá cosas que al empezar a implementar deberán de ir siendo ajustadas en las primeras semanas, pero eso es normal; en todo lo que se presenta como nuevo existe un periodo de adaptación. Tuvimos un periodo de aprendizaje en la implantación de Hambre Cero en puntos focalizados y ahora el desafío es la escala a nivel nacional, para lo cual estamos trabajando de manera interinstitucional con las autoridades de la zona.
Estamos trabajando con las gobernaciones para que se entienda que comer es un espacio de aprendizaje, porque yo durante ese espacio le pregunto al niño: “¿Qué color tiene ese tomate?, ¿que color tiene la lechuga?, ¿en qué se parece el tomate y la lechuga?”, y ahí yo estoy haciendo todo lo que tiene que ver con comprensión lectora y del habla, porque el chico compara, selecciona, clasifica y relaciona las cosas, todo durante la comida, que se convierte en una clase.
–Se ha implementado también los kits escolares y vestimenta para algunos distritos.
–Toda la estructura del proyecto Hambre Cero nace a partir también de muchos estudios que realizamos sobre los factores asociados a la calidad de educación o su mala calidad y ahí vimos que la alimentación es el primero y el segundo tiene que ver con la vestimenta. Muchos chicos de las zonas más desfavorecidas no van al colegio porque no tienen ropa, nadie quiere ir con la ropa rota. Entonces, en esos distritos empezamos a dar una ropa que muchos dicen que es un uniforme, pero no lo es, porque no hay uniforme. Son dos remeras y un buzo para que los niños puedan ir a la escuela y tengan esa dignidad.
–¿Qué hay que tener en cuenta con la próxima entrega de kits?
–Yo quiero recordarles a los padres que reciben los kits que los chicos van a tener los kits en el aula también, que es una innovación, de manera que no lleven la mochila pesada cuidando su salud, ayudándoles también a formarse en algo que es muy importante, que es en el cuidado de las cosas de bien público, porque es en la escuela donde se toman esas lecciones.
Animarles también a las familias que denuncien si no le llegan los kits o si les hacen comprar nuevos libros porque nosotros entregamos libros a todas las escuelas públicas y subvencionadas. Si alguna escuela subvencionada quiere comprar otro libro que no es el que nosotros entregamos, que nos avisen y les sacamos del sistema y ya no les entregamos los libros, pero que se pongan de acuerdo con su comunidad porque hoy lo que está ocurriendo es que el Estado les está proveyendo de libros; no se les está entregando a las familias y se les pide que compren.