Leonardo Tupa Mba’ere­tavy Alfonso Martínez, indígena ava guaraní, de 33 años, de la comunidad acaraymi de Hernandarias, egresó como ingeniero agró­nomo, siendo el primer uni­versitario de su familia y su comunidad. Su historia es la de sortear obstáculos y tam­bién aprovechar oportunida­des. Admite que muchas veces hasta lloraba en medio de las dificultades.

Alfonso Martínez se sumó a la nómina de nativos que en los últimos años se han formado como profesionales. Sueña con trabajar en alguna institución importante, con la finalidad de ayudar como profesional a la producción campesina e indí­gena, para mejorar la econo­mía de los sectores menos favo­recidos del campo.

Es lo que explicó a La Nación/Nación Media, al poco tiempo de culminar su carrera en la universidad privada (Uninter), de Ciudad del Este mediante una beca de la institución.

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“Es un logro personal muy grande para mí porque no fue fácil conseguir ser ingeniero agrónomo, es mucha la lucha, incluso a veces ñande rasê ya estudiahape hina (a veces, hasta lloramos cuando esta­mos estudiando)”, expresó Lorenzo, haciendo alusión a las adversidades.

Contó que se trata de un logro muy grande para su familia y también para la comuni­dad indígena, habiendo reci­bido muchos saludos de sus exprofesores, excompañeros de colegio y de personas que le han orientado a seguir por el camino del estudio.

Comenzó su carrera en 2018 y la pandemia le impidió seguir con regularidad. Trabajó ayu­dando a su familia en la agri­cultura familiar y también ingresó a Itaipú Binacional como aprendiz durante tres años, pero salió al terminar su contrato como aprendiz.

“La pandemia fue una difi­cultad para muchos, incluso varios dejaron la carrera, algu­nas materias no pude llevar en forma virtual y tuve que dejar para luego retomar, hasta que se normalizó todo. Eso me hizo atrasar mucho, terminé la carrera casi en siete años”, manifestó el nuevo ingeniero agrónomo indígena.

Desde el aspecto económico, dijo que fue difícil porque, si bien obtuvo becas y trabajó un tiempo en Itaipú, hubo épocas que se manejaba con lo que podía producir con su familia en el campo para asumir los gastos de traslados, alimenta­ción y prácticas que implica­ban el estudio.

TRABAJAR EN LA CHACRA

Leonardo Alfonso cuenta que sigue trabajando con sus padres en su comuni­dad, “ayudándoles en la cha­cra para producción de ani­males domésticos, también trabajo en mi barrio, hici­mos recientemente una aso­ciación, ya reconocida por la municipalidad y tenemos proyectos de desarrollo para la comunidad”.

“Trabajé todo el tiempo en la agricultura familiar”, refirió el ingeniero contando que produ­cía mandioca, kumanda, man­duvi (poroto y maní), arroz y otros productos de autocon­sumo.

Su aspiración es poder ingresar a alguna institución para traba­jar en proyectos de desarrollo en el campo, ya sean públicas o privadas, “con tal de trabajar en mi profesión y que eso ayude a la gente en el campo”.

“El Ministerio de Agricultura y Ganadería puede ser un sitio de trabajo, tienen proyectos, las comunidades indígenas nece­sitan asistencia y mi sueño es poder trabajar en planes que cambien la situación actual de los sectores campesinos e indí­genas”, sostuvo.

“Se me dio la oportunidad y estudié. Ahora culminé esa etapa, quiero ser agrónomo de una institución importante para poder ayudar a los produc­tores campesinos y a nuestras comunidades”, agregó Alfonso.

SELECCIONADO PARA ESTUDIAR EN UNILA

Leonardo no levantó el dedo de la tecla del estudio. Fue selec­cionado para seguir Profeso­rado en Intercultural Indígena, en la Universidad de Integra­ción Latinoamericana (Unila) de Foz de Iguazú, Brasil. Es uno de los nueve nativos paragua­yos calificados para seguir la carrera en Brasil.

“Fue un concurso y yo me pos­tulé, muchos nos presentamos. Estoy completando los docu­mentos para poder adquirir la beca”, contó el ingeniero Alfonso, además de mencionar que se enteró de la convocato­ria a través de la supervisión de educación indígena del Minis­terio de Educación.

Informó que, de acuerdo a los datos preliminares que tiene, va a poder estudiar y trabajar a la vez. “Mi idea es poder tra­bajar ya y también seguir estu­diando”, acotó.

COMUNIDAD ACARAYMI

La comunidad acaraymi, de Hernandarias, a la que per­tenece Leonardo, cuenta con unas 200 familias, según el último censo, con un promedio de siete miembros por fami­lia. Cuenta con puesto de salud, cuatro escuelas y un colegio técnico agropecuario Arnold Janssen, con alumnos también de otras comunidades.

Los padres de Leonardo Alfonso tuvieron 8 hijos, de los cuales las cuatro mujeres ya formaron pareja y viven en otros sitios, mientras que los dos hermanos menores siguen estudiando. Leonardo cree que sus hermanos lo ven como ejemplo y también bus­carán ser universitarios.

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