Hace dos años, Para­guay se regoci­jaba cuando el papa Francisco hacía entrega de la birreta y el anillo cardenalicio al entonces monseñor Adal­berto Martínez Flores, quien en ese momento pasaba a la historia como el primer cardenal de Paraguay y a formar parte del colegio car­denalicio de la Iglesia católica.

Ese día, nuestro digno repre­sentante, un hombre prove­niente de una familia humilde, luchadora y con valores cimen­tados en la fe católica, se encon­tró frente al Santo Padre para asumir el desafío más impor­tante de su vida.

Su carrera dentro del sacer­docio inició a temprana edad, cuando sintió el llamado a servir al señor y encontró su camino en medio de los grupos de lectura del evangelio con otros jóvenes, “en un ambiente de acompañamiento que fue revelador”, relató a La Nación en una entrevista previa a la fecha histórica para Paraguay.

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PASTOR CON OLOR A OVEJA

Una característica muy seña­lada en Adalberto es su afini­dad con los jóvenes y los más necesitados, generándose alrededor de su persona una estela de empatía, esperanza y buena voluntad en cada encuentro que comparte.

Este testimonio lo refuerza Jorge González, quien lleva 12 años trabajando con el carde­nal como su asistente pastoral y lo ha acompañado a lo largo de los años en sus diferentes diócesis hasta llegar a ejercer como cardenal, recordando con tremenda felicidad el día del nombramiento oficial.

“El cardenal ha vivido un pro­ceso muy largo, siempre fue un pastor con olor a oveja, que da su vida a todo el pueblo católico de Paraguay. Recuerdo el día en que fue nombrado cardenal, fue un momento muy emotivo para todos, pero tiene una par­ticularidad para él, porque un día antes fue el cumpleaños de su madre, recientemente falle­cida”, relató Jorge a La Nación.

Señaló que su nombramiento permite que se pueda escuchar la voz de todo el pueblo católico paraguayo en la Santa Sede, sin contar que es una recompensa a la fe y devoción de nuestro pueblo.

HOMENAJE AL PARAGUAY

Recordando aquel día tan especial para nuestro país y su gente, el cardenal Adalberto Martínez reveló detalles úni­cos a La Nación. “Cuando el papa Francisco decide nom­brar cardenal para el Paraguay, desde su ventana del Ángelus aquel 29 de mayo del 2022 e inesperadamente pronuncia mi nombre, lo recibí incrédulo al comienzo, por la insospe­chada noticia”, narró.

Agregó que luego, más cal­mado, lo recibió como “un homenaje del papa a la Iglesia que peregrina en Paraguay”, como el propio Francisco se lo confirmó. “Cuando me impuso la birreta cardenalicia en la Basílica de San Pedro en el Consistorio del 27 de agosto de ese año, me dijo: esto es un homenaje al Paraguay”, recordó el cardenal Martínez.

El cardenal destacó que a pesar de cambiar de cargo dentro de la iglesia, la esencia del sacerdo­cio permanece intacta, ya que es un privilegio para el servir como lo hizo Jesús y como lo enseñó en la última cena.

Explicó que etimológicamente la palabra cardenal habla de ser una “bisagra”; es decir, un punto de apoyo, que es exacta­mente lo que hace un cardenal, atender las necesidades de la Iglesia y la nación, además de contribuir a la unidad y comu­nión del pueblo.

“La investidura de cardenal para mí ha significado aumen­tar e intensificar un servi­cio que ya venía haciendo en el episcopado: ser hermano para buscar la comunión. Integrar el colegio cardenali­cio, ser colaborador cercano del papa, implica redoblar esfuer­zos para ser una “bisagra”, un punto de contacto y de encuen­tro, entre diversos sectores y actores, tanto en la Iglesia como en la sociedad”, remarcó el cardenal paraguayo.

El cardenal Adalberto Martínez se caracteriza por su humildad y sencillez, gráfica de su primera misa como cardenal en el Bañado Sur.FOTO: GENTILEZA

EL TRABAJO DE UN CARDENAL

Según el Derecho Canónico, el cardenal, además de colaborar y asistir al papa en el gobierno de la Iglesia Universal desde los distintos oficios que desem­peña, integra el colegio carde­nalicio, que tiene la competen­cia de elegir al sucesor de Pedro cuando la sede esté vacante (Canon 349).

El cardenal Adalberto Martí­nez señaló que tanto él como sus hermanos obispos de la Conferencia Episcopal Para­guaya, del clero arquidioce­sano y nacional, de la Conferen­cia de Religiosos del Paraguay y, por supuesto, todo el pueblo de Dios cuentan con la misión urgente y permanente de crear caminos para cumplir con la misión evangelizadora para la vida plena de nuestro pueblo.

“La Iglesia católica no puede defraudar la gran confianza que deposita en ella la ciuda­danía. La Doctrina Social de la Iglesia es un tesoro que pone­mos a disposición de los que tie­nen responsabilidades y lide­razgo en el país, y para todas las personas de buena voluntad, como un aporte para el sanea­miento moral de la nación, para el trabajo por el bien común y como un servicio al desarro­llo integral de nuestro pueblo”, enfatizó Martínez.

RELEVANCIA PARA PARAGUAY

En conversación con La Nación, Mariano Mercado, quien fue vocero de la visita del papa Francisco a Paraguay relató que durante la visita del papa Francisco a Paraguay ya dio señales claras para un futuro nombramiento, que se dio siete años después.

“¿Merece Paraguay tener un cardenal, si miramos la Igle­sia en Paraguay? Yo diría que merecería dos, pero es por lo otro (límite), no tiene nada que ver con los méritos. Es una Igle­sia viva, alegre, luchadora y con una historia gloriosa”. Este men­saje del papa ya nos daba la espe­ranza de que en algún momento tendríamos un cardenal”, des­tacó Mercado. Aseguró que el impacto y la relevancia de que Paraguay cuente con su pri­mer cardenal no solo se limita a un espectro eclesial, sino que se extrapola a la vida política y social, ya que desde ese momento muchas miradas se enfocaron en nuestro país y otros represen­tantes internacionales quisieron conocernos más.

“Tener un cardenal significa, de algún modo, tener un refe­rente de nuestro país cerca del papa, en el Vaticano, ayudando en la misión del jefe de la Igle­sia católica. Quiero resaltar la figura de Martínez, muy cer­cano a los más pobres, presidió su primera misa en el Bañado, son señales de su humildad y cercanía con los pobres entre los pobres. Fue mi jefe por varios años en la Conferencia Episcopal y puedo dar fe que son gestos auténticos, no sim­plemente para la foto”, indicó Mercado.

Destacó que era una cuestión de tiempo que Paraguay tenga un cardenal, ya que contó siem­pre con excelentes sacerdotes y obispos líderes en su comu­nidad. “El nombramiento de monseñor Adalberto es un gran regalo para la Iglesia en Paraguay en general y para el pueblo paraguayo sencillo y sacrificado, en particular. Creo que la mirada del papa en su visita del 2105 también habrá ayudado a conocer mejor a los obispos, sentir y escuchar al pueblo en las calles, en los even­tos multitudinarios, había un fervor único esos días, la soli­daridad y la fiesta se apodera­ron de las calles, era un gran signo de la presencia de Dios”, finalizó.

EL MENSAJE

En el marco de su segundo aniversario como cardenal, el monseñor Adalberto Martínez expresó un mensaje de unidad y compromiso para trabajar en pos de la promoción humana integral de todos los que habi­tan el suelo patrio, remarcando la necesidad de una profunda reconversión para restaurar el tejido social y moral de la nación.

“Exhorto a todos los sectores y actores de la sociedad nacional a deponer las posturas intran­sigentes, la radicalización, las trincheras ideológicas y toda actitud que tenga como obje­tivo anular al otro, no reco­nocer al otro, su dignidad, su voz, sus necesidades y aspira­ciones legítimas; las mencio­nadas actitudes son un gran obstáculo para la paz social y, por consiguiente, para la esta­bilidad de las instituciones y para crear las condiciones que hagan posible y viable una nación próspera y feliz”, indicó.

Así también llamó a los gober­nantes a trabajar de manera unida y desinteresada por el bien común, en especial de las familias que necesitan más que nunca todo el apoyo para lograr una reivindicación de los valo­res sociales, de manera óptima, garantizando así la salud emocio­nal y espiritual de todo el pueblo.

“Es urgente también atender a las familias más vulnerables y necesitadas, que con políticas públicas de protección social se privilegie a los niños, niñas, adolescentes, que viven margi­nalizadas por las inequidades sociales y discriminaciones. El fenómeno de las drogas es un tema que genera desconcierto y cierta impotencia en nuestras autoridades, para lograr frenar la propagación de las substan­cias que crean dependencias psicoactivas, en jóvenes y adul­tos”, finalizó.

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