La idea del negocio fue de Lourdes Ojeda, una exfuncionaria de La Nación, quien decidió trabajar desde su casa después de ser diagnosticada de cáncer.

Don Cocido, el origi­nal puesto de desa­yunos en modalidad de food truck actualmente se encuentra frente a la funda­ción San Rafael del padre Aldo Trento. El emprendi­miento tiene una trayecto­ria de más de cinco años y su historia no es solo de supera­ción, sino también de amor y entrega.

El matrimonio conformado por Lourdes Ojeda (exfuncio­naria del diario La Nación) y Luis Cortesi decidió empren­der en la venta de desayunos luego de que Lourdes fuera diagnosticada de cáncer y empezara su tratamiento. Ella decidió emprender en algo propio y trabajar desde su casa, para así solventar sus medicamentos y estudios.

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“La idea fue de mi esposa Lourdes, ella era una visio­naria, siempre veía las opor­tunidades en medio de las crisis. Fue así que en una de las idas para su tratamiento vio un carrito eléctrico que vendía cocido y dijo ‘como quiero para colocar frente a casa y poder vender cocido y chipa’. Yo, como quería cum­plir su deseo, vi la manera de comprarle el carrito y como una sorpresa se lo regalé. Al poco tiempo de habilitar el puesto ya teníamos perso­nas que llegaban para desa­yunar”, contó Luis Cortesi en conversación con La Nación/Nación Media.

Con el tiempo la clientela se iba formalizando y el matri­monio decidió expandir el negocio, pero no tenía muy claro cómo conseguir un local sin tener que invertir mucho dinero. Fue así que tras buscar opciones y pen­sar en posibles ideas como la de un contenedor, Luis logró dar con un colectivo que estaba en desuso en una parada cerca de su casa y se le ocurrió la idea de convertirlo en un pequeño restaurante.

“Era un colectivo que ya no estaba en funcionamiento; entonces, me acerqué al dueño de la línea y le ofrecí que me lo vendiera. Ya con la ayuda de mi esposa y con algunas ideas inicié la restauración. Empecé a ponerle el sistema eléctrico, a montar la cocina y reutiliza­mos los asientos. Así fue que­dando cada vez más acogedor nuestro nuevo Don Cocido”, relató.

Con el paso de los días y la puesta en funcionamiento del nuevo local, la pareja sentía que necesitaba un toque de color, que los diferenciara y sobre todo que trasladara el amor hacia lo nacional, por lo que le pidieron ayuda al artista Tomás Salinas, quien fue el encargado de plasmar un paisaje campestre para­guayo, muy pintoresco y lla­mativo.

En el interior de Don Cocido se puede ver las mesas con sillas reutilizadas del propio colectivo.FOTO: JORGE JARA

LOS RETOS

Como a todos los comercios y empresas, la pandemia fue un desafío para Don Cocido, que continuó brindando sus ser­vicios implementando todas las medidas sanitarias. Al levantarse las restricciones, la pareja propietaria atravesó una prueba mayor, el dete­rioro de la salud de Lourdes.

Si bien el cáncer había estado en recesión durante varios meses, que le permi­tió a Lourdes culminar una segunda carrera universita­ria, además de llevar adelante el negocio de Don Cocido, que había crecido y consolidado su cartera de clientes, lamen­tablemente la enfermedad avanzó y el año pasado (2023) Lourdes pasó a la vida eterna.

EL LEGADO DE AMOR

“Lourdes era una persona que siempre veía el lado bueno de las cosas y trataba de mante­nerse positiva, ya en los últi­mos días de vida acudimos al padre Aldo Trento, para que nos ayude, porque sentía mucho dolor y en la fundación se encuentra el único centro paliativo del dolor. Mi esposa apenas entró empezó a sen­tir menos dolor y los siguien­tes días, hasta su partida, se la veía mucho más aliviada”, recuerda Luis.

Cortesi remarcó que durante su estadía en el hospital de la fundación en varias ocasio­nes su esposa le insistía que quería desayunar cocido con mbeju y que extrañaba traba­jar en el negocio que ambos habían creado, y le sugirió a su esposo traer el carrito más pequeño para vender sus desayunos y permane­cer juntos.

“Ella siempre me pedía videos y fotos de cómo estábamos en el local trabajando mientras ella estaba internada. Un día se le ocurrió traer el carrito aquí, a la esquina de la funda­ción y como siempre le cum­plí el deseo. Todos los fun­cionarios de la zona venían, además de las enfermeras e inclusive el propio padre Trento, quien es fanático del mbeju con cocido”, comentó.

Todo lo recaudado en el local se dona en memoria de la señora Lourdes Ojeda.FOTO: JORGE JARA

Luego del fallecimiento de Lourdes y por un deseo suyo, Luis trasladó Don Cocido frente a la fundación, donde continúan sirviendo desayu­nos y donando las ganancias a la fundación como retribu­ción al amor y al servicio que recibió su esposa.

“Ella me pidió que donemos lo recaudado a la fundación, y cumplimos ese pedido todos los meses, desde su partida. Luego de pagar el manteni­miento y los gastos varios del local doy todo lo recaudado, a nosotros este lugar nos ayudó mucho y el deseo de mi que­rida esposa fue ayudar a los que podemos”, finalizó don Cortesi.

El emprendimiento Don Cocido ha trascendido y pasó de ser un negocio fundado en el amor, a una manera de cola­borar con quienes padecen enfermedades terminales y reciben atención de calidad en el centro médico de la fun­dación San Rafael.

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