Los docentes siempre dejan marcas imbo­rrables en cada uno de sus alumnos y alum­nas. Todos en algún vago recuerdo tienen presente a un profesor o profesora que dejó una enseñanza para toda la vida.

Desde hace unos siete años, en Paraguay, las maestras mochileras dejan huellas en el día a día de niños de 0 a 5 años y sus familias, pues son las responsables de dar el primer impulso hacia la escuela.

En el Día del Maestro, qué mejor que conmemo­rar con aquellas profeso­ras que todos los días salen con sus mochilas a cuestas y van hasta las casas de sus alumnos.

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El propósito es el de desa­rrollar las habilidades socioafectivas y brindar atención oportuna en la primera infancia. Además, acercan pautas de crianza positiva y la sensibilización en las familias.

LAS FAMILIAS NOS ACOMPAÑAN

La maestra Carolina Barosi sale a recorrer con su mochila cargada de mate­riales. Su trabajo es de lunes a viernes y recorre las calles del Bañado Norte, en zona de Tablada Nueva. Pese a ser un lugar caracterizado por su alta tasa de delincuen­cia, comenta que no tiene miedo porque las familias a las que asiste siempre la acompañan.

“Recorro todos los días a pie de 13:00 a 17:00, lo hago desde hace tres años con una compañera. No puedo negar que los primeros días tuve un poco de miedo por la zona, detalló en entre­vista con La Nación/Nación Media.

En su andar diario, se ganó el cariño y respeto de los pobladores. “La gente nos demostró su cariño y nunca nos pasó nada. Los padres ya nos esperan y nos acom­pañan hasta la ruta prin­cipal para que no nos pase nada”, siguió diciendo.

Agregó que sale de la escuela Juana María de Lara con las mochilas car­gadas de todos los materia­les que van a utilizar con cada familia y con muchas ilusiones de ver el progreso de sus niños y niñas apren­dices.

“Con la compañera tratamos de hacer el mismo camino, porque así nos acompaña­mos. Ser maestra mochilera es algo muy satisfactorio, no se compara con estar en aula”, señaló.

Las docentes todos los días salen con sus mochilas a cuestas y van hasta las casas de sus alumnos.FOTO: GENTILEZA

HAY MUCHA ESPERANZA

La profesional señaló que se trata de un servicio que invo­lucra a toda la familia, donde los cuidadores principales son los padres, pero siempre están los abuelos, herma­nos, tíos y primos, quienes trabajan en forma conjunta durante una semana para estimular el crecimiento como la educación del niño que así lo requiere.

“Todos los días nos reci­ben con mucha esperanza y cariño. Los chicos nos espe­ran con sus mesitas, juegos y con la ilusión de mostrarnos lo aprendido”, aseguró.

Agregó que los padres apren­den a desarrollar esa cone­xión mediante el juego con sus hijos, lo que es algo muy gratificante. “Nos esperan con muchas ansias de apren­der. Nos cargan con mucha esperanza”, manifestó.

LLEGAR A MÁS CHICOS DE AREGUÁ

La maestra Andrea Yanina Estigarribia es mochilera en la ciudad de Areguá, ella junto con otras docentes se encargan de llevar atención a los niños y niñas del barrio Las Mercedes. Busca llegar a los chicos que residen en zonas más difíciles de llegar a su querida comunidad.

“Hay muchos niños que necesitan y estoy solici­tando poder acceder a un rubro que está vacante para el turno mañana para llegar a todos. Mi propósito es lle­gar a niños que están más al fondo del barrio en una zona donde acceder es más difícil y son familias vulnerables, pero que necesitan más de nosotros”, relató.

EL VÍNCULO

Este año las maestras se enfocan mucho más en el desarrollo sicosocial de los niños y principalmente el vínculo con sus cuidadores principales.

La idea es que puedan acom­pañar la estimulación de sus hijos desde los 4 meses de vida y las actividades se vinculan con el entorno, por lo que usan materiales de las casas.

“Llevamos las propuestas y les dejamos una tarea para que ellos puedan desarro­llar a lo largo de la semana, de esta forma la crianza se ve más fortalecida”, comentó.

Agregó que cada maes­tra tiene 20 alumnos por semana. “Pero pasamos este número porque hay familias donde hay más niños y llega­mos a todos”, refirió al indi­car que no excluyen a nadie.

RECORRIDO EN MOTO

Andrea indicó que la mayo­ría de las maestras mochi­leras hacen el recorrido a pie, pese a que existe mucha inseguridad. El objetivo es llegar a las familias que siempre esperan con mucha ilusión. En su caso, logró comprarse una moto y puede llegar a cada casa un tanto más rápido como segura.

“Tengo la gran ventaja de contar con una moto, por­que en un día tengo cinco familias que visitar y en algunos casos excedemos el número”, dijo a La Nación/Nación Media.

Pero la tarea no acaba con las familias, pues también lle­gan a las plazas o parroquias “donde hacemos encuentro grupal y llegamos a más niños, pero siguen impe­rando los mitos que hacen que los padres se nieguen al servicio”, puntualizó.

Ambas docentes coincidie­ron en que este trabajo es muy satisfactorio y que ver el avance en cada familia hace que las ganas de llegar día a día junto a los pequeños sea lo más importante.

El trabajo es realizado junto con el Ministerio de Educa­ción y Ciencias (MEC), la Policía Nacional y el Minis­terio de Salud, que apoyan para realizar el diagnóstico como mapeo para acceder al servicio.

ASÍ ES UNA MAESTRA MOCHILERA

Maestras mochileras es un servicio educativo diversi­ficado en modalidad no for­mal, que inició con el pro­grama de Primera Infancia en el año 2017 con el apoyo de la Unicef.

La idea nació atendiendo a la necesidad de progra­mas educativos en algu­nas comunidades donde los niños de 0 a 5 años reque­rían un servicio adecuado. En algunos casos requieren de estimulación temprana y no tienen acceso por ser de escasos recursos económi­cos.

“Es una oferta del Ministe­rio de Educación que está ligada a una institución edu­cativa. Las maestras hacen un mapeo y de acuerdo a las necesidades de la zona encuentran a niños de 0 a 5 años, entonces elabora un diagnóstico más un plan de acción de visitas a las casas”, dijo Sonia Olmedo Dinatale, directora general de Educa­ción Inicial del MEC, en LN.

MÁS DE 500 MOCHILERAS

Explicó que la idea es crear un vínculo entre los niños y sus padres, abuelos, herma­nos mayores, tíos, para que cumplan sus roles en forma respetuosa y comprometida.

El servicio educativo uti­liza el entorno familiar para crear el ambiente adecuado con lo que se tenga en casa para estimular la creativi­dad del chico.

“A nivel país tenemos entre 500 a 600 maestras mochi­leras, cada una tiene 20 alumnos a su cargo, quie­nes empiezan su vida esco­lar. Los chicos que forman parte del servicio son ingre­sados al Registro Único del Estudiante (RUE), tienen un informe pedagógico y forma parte de historial educa­tivo”, detalló.

IMPACTO POSITIVO

Olmedo detalló que se trata de un trabajo muy satisfac­torio donde se ve el progreso del niño día a día y donde los padres son parte muy impor­tante de este crecimiento de sus hijos.

“Desde varios países nos pidieron compartir la expe­riencia”, confirmó. Actual­mente, beneficia a 7.579 niños y sus familias. “El niño que formó parte del servicio ya adquiere hábitos y con­tacto social a la hora de ir a las instituciones educativas, el impacto es muy positivo. El proyecto en sí finalizó en diciembre del año pasado y se volvió a renovar por tres años más, pero con el com­promiso de que el MEC con sus propios recursos absorba el servicio”, puntualizó.

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