El robo de agua a través de conexiones clandestinas azota con fuerza a la aguatera estatal. Y esto no solo en lo financiero, sino también en el flujo normal del servicio, ya que las cañerías “mau” saturan el sistema y desembocan en baja presión y cortes en algunas zonas.

La corrupción que permea a sectores de la sociedad, hace que el nivel de robo de agua se expanda de manera exponencial. Desde modestas viviendas de asentamientos precarios, hasta mansiones, pasando por negocios comerciales e industriales, el flagelo está en todas partes.

“Hay entre 55.000 y 65.000 usuarios (casas y locales) clandestinos, que representan a 385.000 usuarios de la Essap, calculando que son 68 mil familias, tenemos casi 30.000 millones de guaraníes al mes es lo que dejamos de percibir. Tenemos una facturación de 63.000 millones mensuales, con un porcentaje de deuda del 40 por ciento”, explicó Bernal en comunicación con la emisora 1080 AM.

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Indicó que las consecuencias de las cañerías que absorben agua de forma ilícita son tan amplias que incluso alcanzan a los ilegales, ya que al saturar el sistema, el servicio afecta a todos.

“También tenemos industrias que colocan caños clandestinos, no tienen medidores y les llega una factura muy inferior a lo que consume”, acotó.

Las pérdidas por el robo de agua repercuten sustancialmente en las inversiones que debe realizar el ente para mejorar y actualizar el sistema de previsión en todo el país.

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