La investigación en torno al asesinato del ciudadano suizo Reto Shcarner, de 51 años, en el distrito de Escobar, tuvo un inesperado giro al afianzarse la hipótesis de un sicariato. Se descartó que el hombre era un militar retirado y se con­firmó que en su país trabajó como albañil y luego como instructor en una empresa de seguridad.

Lo llamativo es que se halla­ron dos contenedores dentro de la propiedad donde se pro­dujo el crimen: uno de herra­mientas y otro que contenía una gran cantidad de armas y municiones.

Extraoficialmente, los inves­tigadores señalaron que no habría sido el robo el móvil, sino que se trató de una muerte por encargo. La saña con la que actuaron los crimi­nales, que además sacrifica­ron a tres perros del difunto, es el elemento principal sobre el cual se centran las averi­guaciones. El hombre cayó muerto en el caminero, frente a su casa, tras recibir once impactos de bala, según los estudios forenses.

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Ayer, agentes de la Fiscalía y de la División Investigación de Delitos se constituyeron en el lugar y hallaron 8 armas nueve milímetros y un fusil de alta precisión con trípode. Así también encontraron equipos tácticos y una cantidad consi­derable de cartuchos de muni­ciones, según reportó GEN/Nación Media en el programa “Dos en la ciudad”.

El extranjero había vendido su propiedad a un ciudadano austriaco hace un año, pero seguía viviendo en la casa, mientras construía una cabaña en la zona de Piribe­buy. Otro dato consignado por los investigadores es que al parecer los delincuentes no se percataron de la presencia de la madre de Shcarner, de origen suizo, que había lle­gado a Paraguay hace 8 días y que estaba hospedada en una casa contigua a la de su hijo.

Es por ello que se descarta que los malvivientes hayan llevado dinero, sino que habrían ido al lugar exclusi­vamente con la intención de acabar con la vida del extran­jero. La fiscal Mercedes Vera informó que el hombre vivía solo y se dedicaba a la gana­dería. Dijo que se comprobó además que la cámara de seguridad de la vivienda no estaba funcionando, por lo que no quedaron evidencias del instante en que irrumpie­ron los sicarios.

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