Ña Rosa Caballero de Cabrera es cordillerana y tiene 73 años, junto a su marido tenía un pequeño hospedaje. Con la llegada de la pandemia tuvieron que cerrar y ella decidió volver a coser y preparó tapabocas, vinchas, gorros y delantales.

La trabajadora mujer empezó contando a La Nación que la posada que tenían en Caacupé con su marido era pequeña, pero que alcanzaba para solucionar algunas cosas y sobre todo para servir a los demás, lo cual les gusta a ambos.

“El hospedaje era pequeño, pero luchábamos con eso y manteníamos la casa en condiciones. Me satisfacía a mí el hecho de servir. En Caacupé se acostumbra la gente a hacer servicio a los peregrinos que vienen. Nosotros siempre teníamos visita, amigos de mis hijos, familiares, siempre había gente en casa y nunca hemos cobrado, pero cuando pusimos la posada fue un poco más rentable, pero a nosotros nos satisfacía el hecho de que hacíamos el servicio siempre y con amor”, expresó.

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Contó que después, ya por la edad que tienen, también se volvió peligroso. “Cuando llegó la pandemia tuvimos que cerrar porque no se podía hacer nada. Entonces, como yo soy modista, hace años que dejé de coser, pero saqué mi máquina y comencé de nuevo”, comentó.

Rosa Caballero de Cabrera, cordillerana con muchas ganas de seguir haciendo cosas para salir adelante. Foto: Gentileza.

Empezó haciendo tapabocas personalizados para la familia y después fue sumando cosas. “Estudié alta costura en su época, entonces saqué los moldes y empecé a hacer las cosas. A los amigos les enviaba en el WhatsApp y les encantaba, bordado, todo personalizado. Llegué a hacer en cantidad, muchísimos pedidos tuve. Hice vinchas, gorras para los médicos. Tengo una amiga en el Hospital Acosta Ñu y me mandó hacer muchísimas gorras con tapabocas y después hice delantales para el día del padre, vendí muchísimo, con gorra y tapaboca, todo bordado y personalizado con nombres y frases, como se pedía”, agregó.

Tuvo muchos pedidos de tapabocas con frases y personalizados. Foto: Gentileza.

Ña Rosa mencionó que si bien no les falta nada porque sus hijos les ayudan en todo, les gusta sentirse útiles, por eso se ingenian para hacer de todo para aportar su granito de arena. “Nuestros hijos son geniales, no nos falta nada, pero queríamos juntar nuestro dinerito porque los dos ya somos mayores, tenemos 73 años, pero igual a pesar de eso siempre estamos dispuestos a ayudar, a trabajar”, refirió.

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Adelantó que ahora empezará a hacer tapabocas para verano. “Voy a preparar cosas más livianas, de telas más finas. También estoy haciendo unos vestidos para cumpleaños que me pidieron y ya con tapabocas, entonces tengo que ver algo más lindo, delicado”, sostuvo.

Mensaje

Para nuestra entrevistada, esta pandemia dejó muchas enseñanzas y muchas personas hasta descubrieron que tenían talentos ocultos e instó a seguir trabajando y luchando, sobre todo a las mujeres.

Delantales con gorro y tapabocas fueron creados para regalar por el día del padre. Foto: Gentileza.

“Nosotras las mujeres tenemos que ser multifacéticas, hacer cosas y todo lo que hacemos, que sea con amor. Las mujeres paraguayas somos tan guapas y hacendosas, hay muchas mujeres que salieron adelante a pesar de esta pandemia con la lucha diaria. Lo que yo vi y me encantó es la gente que se puso a hacer su huerta. Nos traían esas verduras frescas recién arrancadas, para mí eso es lo máximo porque yo crecí en el campo”, manifestó.

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Instó a las mujeres paraguayas a seguir adelante. “Somos bendecidas las mujeres paraguayas, nos enseñó mucho esta pandemia, demostró que se puede igual. Insto a que no nos crucemos de brazos y estar esperando, plaguearnos. Que luchen y que no se cansen, que hagan cualquier cosa. Muchos descubrieron su talento que tenían guardado y pusieron al servicio de los demás en medio de la pandemia, inclusive a pesar del miedo y la desesperación”, aseguró.

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