El pasado sábado 5 de setiembre, Andy Moreno Wiebe unió su vida en matrimonio junto a la de María Narváez, quien fue su novia por cinco años. De esta manera, Andy dio otro salto importante en su vida, que ni el mismo hubiera creído que iba a llegar, ya que el 17 de junio del 2006, su vida cambio para siempre.

Los días de Andy transcurrían con total normalidad, al igual que cualquier otro joven de su edad, en ese entonces tenía 19 años, a poco tiempo de terminar el colegio, y recién empezaba a trabajar. Hasta que llegó ese día, Andy iba conduciendo su motocicleta sobre la avenida Mariscal López con dirección a Kubitschek.

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Al llegar a la altura de la calle Zanotti Cavazzoni, una camioneta de gran porte, que circulaba a gran velocidad en dirección contraria, realiza un giro indebido y lo atropella de frente, ocasionando un accidente grave, casi fatal. La moto se incendió, con Andy aún encima, lo que le causó quemaduras de hasta tercer grado.

Para su bendición, un poco más atrás iba conduciendo el doctor Martin Pekholtz, quien lo socorrió rápidamente realizándole los primeros auxilios “De no ser por ese doctor, hoy no estaría contando ha historia”, dijo Andy. A partir de ahí, su vida nunca más fue igual, y teniendo en cuenta que la persona que provocó el accidente y le chocó no se hizo responsable y lo abandonó a su suerte.

Secuelas de una noche inesperada

Durante 2 meses permaneció inconsciente, estuvo 33 días con respirador artificial, perdió 18 dientes, una cuarta parte de su cabeza lleva platino; luego de 8 meses logró recuperar la movilidad y, además de 52 cirugías a las que se tuvo que someter dentro y fuera del país.

Perdió la sensibilidad en las dos pies, junto a constantes dolores en las extremidades inferiores, por lo que después de unos años debió amputarse una de sus piernas, todo eso sin olvidar el gran sufrimiento sicológico y emocional, y finalmente el gasto económico que necesitó para poder moverse de nuevo. En un principio, y durante mucho tiempo, Andy tuvo que lidiar con una montaña de inconvenientes de todo tipo:, ya que de ser un chico que practicaba fútbol y otras múltiples actividades en la semana, pasó a quedar casi inmóvil.

En Buenos Aires, concierto de Cerati. Foto: Gentileza.

La nueva vida

Cabe destacar que desde muy pequeño, siempre ha llevado una vida muy activa, ya que es un amante de los deportes, apasionado de la música, ejecuta la guitarra y el piano, habla alemán y también le gusta mucho apoyar actividades solidarias, como ser Techo Paraguay, del cual ha participado un par de veces.

Con el tiempo, Andy logró recuperarse e ir avanzando conforme pasaban los días. En el 2012, junto a otros amigos se hizo socio fundador del club Yaka Ruedas, el primer equipo deportivo inclusivo del Paraguay. Mientras que, en el 2014, obtuvo el título de licenciado en Comercio Internacional de la Universidad Católica, y también tiene un libro titulado “A pesar de todo, Andy , un milagro de Dios”, escrito por su tía Leni Wiebe Harder, a quien él llama como su “segunda mamá”.

Hoy, a 14 años de aquel trágico suceso, Andy ha conseguido sobrevivir a todos los obstáculos que le hicieron frente y a pesar de utilizar prótesis, silla de ruedas y muletas para movilizarse, realiza todas sus actividades cotidianas con total normalidad.

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Concierto de Área 69 como invitado especial. Foto: Gentileza.

Alas para volar

“No fue nada fácil, fue muy doloroso, fue una injusticia terrible, pero con la ayuda de mis familiares, amigos y principalmente Dios, quien fue el que todo el tiempo me dio fortaleza para continuar, pude superar. Gracias a mis compañeros de trabajo de la cooperativa Chortitzer, mis hermanos de la fe de la iglesia Concordia, y al grupo Área 69, los amigos que me dio la música”, expresó nuestro valiente entrevistado.

Esto no detuvo a Andy, al contrario tras lo acontecido tomó impulso y vive día a día intensamente, su frase favorita es: “Pies para qué los quiero, si tengo alas para volar”, y además, resaltó: “Mientras que mi corazón esté latiendo, aunque con muchas limitaciones, pero voy a seguir disfrutando al máximo de la vida. Un momento que te pones triste es una pérdida de tiempo, tenerle presente a Dios siempre y en todo”.

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