Washington, Estados Unidos. AFP.

Afganistán, subma­rinos, pandemia, refugiados haitia­nos: Joe Biden, que busca ser el arquitecto de Estados Uni­dos para el siglo XXI, apaga incendios mientras trata de salvar sus reformas de un nau­fragio parlamentario. El man­datario debe hacer frente a un escenario complejo con una cota de popularidad a la baja. El presidente demócrata de 78 años se ubicaba en enero por encima de 50% de aprobación, un nivel al que su antecesor, Donald Trump, jamás llegó. Pero comenzó a caer a media­dos de agosto, cuando el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán se convirtió en un sálvese quien pueda.

Ahora, después de un período tormentoso, el sitio FiveThirt­yEight le da 46,3% de opiniones favorables. Biden se autoper­cibe como un gran reforma­dor, arquitecto de la transfor­mación económica y social de Estados Unidos y constructor de alianzas para hacer frente a China. Pero desde la caída de Kabul, su gran visión se ve erosionada por una sucesión de crisis. Para ejemplo, el viernes 17 de setiembre. El presidente deja temprano la Casa Blanca, donde no se encuentra cómodo, y se dirige a su casa de playa, a 200 km de Washington. Pero apenas llega, las malas noticias comienzan a llover.

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UNA TRAS OTRA

En una hora, el Pentágono reconoce haber matado por error a civiles en un ataque dirigido contra un yihadista en Kabul. Francia, furioso desde que Estados Unidos y Australia concluyeron a sus espaldas un acuerdo sobre submarinos, llama a consul­tas a su embajador en Esta­dos Unidos. Y las autoridades sanitarias cuestionan la cam­paña de refuerzo de vacunas contra el covid anunciada por la Casa Blanca. El miér­coles, el emisario estadouni­dense en Haití, Daniel Foote, renuncia ruidosamente para denunciar las expulsiones “inhumanas” de miles de inmigrantes por parte de Estados Unidos.

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