La Habana, Cuba. AFP.

Cuba logró manejar la crisis sanitaria hasta que en julio pasado la variante Delta disparó los contagios por coronavirus. El promedio de casos diarios hasta el 22 de agosto fue supe­rior “en 39,2% que al cierre de julio”, reportó José Ángel Por­tal, ministro de Salud. Hasta el lunes la isla, de 11,2 millo­nes de habitantes, acumulaba 646.513 casos y 5.219 falleci­dos. Para Amílcar Pérez-Ri­verol, investigador cubano de la Fundación Fapesp, en la Universidad Estatal de San Pablo (Brasil), hay “una situa­ción grave y una explosión de transmisión descontrolada del virus”. “Cuba se ha mante­nido durante muchas sema­nas con una tasa de positivi­dad alrededor de 20%”, cuatro veces la tasa indicada por la OMS “como una alarma de alta circulación viral”, indicó.

Con una amplia red de clíni­cas de barrio, el país cuenta con 82 médicos por 10.000 habitantes, frente a 32 en Francia y 26 en Estados Uni­dos, según la OMS. Incluso La Habana ha desplegado unos 4.000 profesionales de la salud en unos cuarenta paí­ses para ayudar a enfrentar el covid-19. El principal activo del sistema de salud cubano es la prevención, pero en el “segundo nivel no es una potencia para nada”, ase­guró Pérez-Riverol. “Cuando se produce una explosión de esta magnitud, si la primera barrera de contención se ve desbordada, en el segundo nivel la situación empeora muy rápido”, añadió.

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DEFICIENCIAS

Bajo embargo comercial esta­dounidense desde 1962, el sistema hospitalario del país tiene desde hace años debi­lidades de infraestructura, escasez de medicamentos, insumos para diagnósticos y equipamiento. Reportes de la televisión estatal han dado cuenta de que las per­sonas esperan hasta 24 horas para ser trasladadas a un hos­pital y la AFP pudo constatar la falta de pruebas de antíge­nos, de PCR y medicamentos en clínicas locales.

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