El aopo’i, artesanía textil que convoca y se ubica en la vida cotidiana de los paraguayos
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Recientemente, el Ejecutivo declaró el uso del aopo’i como prenda oficial para la temporada veraniega en el país. Esta iniciativa y respaldo del Gobierno Nacional significa un importantísimo reconocimiento del trabajo y de la producción local de una de las técnicas textiles más representativas del país.
Por Andrea Jazmín Vázquez Ayala
Presidenta del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA)
El uso de este tejido no solo pone en valor el oficio de ciento de mujeres tejedoras, sino también aumenta las oportunidades económicas y de generación de mayores canales de comercialización a nivel local e internacional, además de otros aspectos intangibles como la transmisión, de generación en generación, de los saberes de esta técnica, el conocimiento de los territorios y los procesos de producción que tienen características muy propias de nuestra identidad local.
Teniendo en cuenta el registro de artesanos del Instituto Paraguayo de Artesanía, 1.267 artesanas están registradas en la confección del aopo’i, la mayor parte en el departamento de Guairá, que trabajan de manera independiente, en comités o asociaciones cuando existen pedidos a nivel colectivo. El ingreso promedio de las ventas se estima que va alrededor de 500.000 a 900.000, a excepción de los grandes pedidos que se pudieran dar en ocasiones especiales.
A este número se agregan las ventas de los comercios y empresas que también comercializan el aopo’i y que trabajan con mujeres artesanas. Esta iniciativa tiene un impacto directo con estas personas y empresas, y se abre también un mercado más consciente, teniendo en cuenta el trabajo artesanal que conlleva esta artesanía.
El Gobierno anunció el uso de esta prenda como oficial en instituciones públicas
POSICIONAMIENTO
En los últimos 3 a 5 años el bordado del aopo’i y el tejido del auténtico aopo’i se han posicionado significativamente con acciones de fuerte promoción en las localidades productoras de este tejido. Especialmente, en el departamento de Guairá se han capacitado a mujeres artesanas en la cosecha del algodón, hilado y proceso en el telar rústico, la elaboración de materiales de referencia de este tejido para que nuevas generaciones conozcan los más de 100 bordados que se realizan en esta artesanía, experiencias de trabajo entre diseñadores y artesanos que dan resultado a nuevos productos con lenguajes más contemporáneos, el desarrollo de ferias en la modalidad textil, entre otras iniciativas y campañas de promoción.
PUESTA EN VALOR
La artesanía paraguaya es una de las expresiones culturales con alto valor histórico, social y turístico, es un elemento tangible e intangible de nuestro patrimonio cultural vivo. Por medio de este decreto presidencial se pone en valor la riqueza de este oficio, con el trabajo de mujeres de larga trayectoria que conservan la identidad cultural del país. El aopo’i, como expresión cultural, fortalece y enaltece nuestra marca país y también compromete a las instituciones culturales, educativas, entre otras, a trabajar en conjunto para salvaguardar nuestra producción local y mejorar las condiciones de miles de artesanos y artesanas del Paraguay.
Hoy en día, más que nunca, la difusión de la información, de las acciones y proyectos relacionados al sector constituye una pata fundamental en nuestra gestión, ya que si no se genera conocimiento, no se genera valor ni mercado local para la comercialización. Desde el IPA, uno de los pilares fundamentales es la promoción y poner a disposición de la ciudadanía de toda la riqueza de la artesanía paraguaya y contribuir con otros ejes fundamentales como el turismo vivencial, la cultura, el medioambiente, la economía local, entre otras dimensiones.
Invitamos a toda la ciudadanía que consuma nuestra producción nacional, que está cargada de historia, identidad, color y vida.
Teniendo en cuenta el registro de artesanos del Instituto Paraguayo de Artesanía, 1.267 artesanas están registradas en la confección del aopo’i
El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
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Jimmi Peralta
Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
Guillermo Acosta, profesor de ñandutí. Foto: Matías Amarilla
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia
Centurión (91) son dos hermanas tejedoras. Foto: Matías Amarilla
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
Felipa López (63)
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
Esperanza de vida de los paraguayos aumentó a casi 80 años, según doctora
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Profesionales afirman que los paraguayos viven hasta los 80 años, una esperanza de vida que refleja en cuidado que ponen las personas en su salud. Anteriormente, el promedio de vida era de 70 años, pero en esto aumentó en la última década.
La doctora Jenannine Mongelós, directora del Hospital Geriátrico del Instituto de Previsión Social (IPS), sostuvo que el promedio de vida en Paraguay aumentó significativamente en los últimos 10 años. “Eso es un buen número para nuestro país”, explicó en entrevista con la 1020 AM.
Resaltó que llegar a un buen promedio de vida depende de los cuidados que se dan en la juventud y que es muy importante tener una buena alimentación así como la actividad física siendo jóvenes para lograrlo. “De viejo somos el reflejo de lo que fuimos de jóvenes”, refirió.
Mongelós indicó que con la vejez se presentan ciertas enfermedades y que, mientras más tarde en hacerse presente, es mejor. “Estamos todavía en esa fase donde la dependencia está muy prendida porque no tenemos toda la prevención que necesitamos”, señaló.
Afirmó que la edad avanzada con problemas de salud se trata de años vividos con discapacidad, que desde el punto de vista físico o mental significa una mínima dependencia. “Nuestro punto de corte para hablar de un paciente adulto mayor es de 60 años, con la vejez se acarrean ciertas enfermedades. La población mundial va a en aumento en cuestiones de años”, agregó.
Una oportunidad perfecta para apoyar el talento nacional y llevarse piezas con historia, ideales para regalar o disfrutar.
Este sábado 05 y domingo 06 de julio, el Centro Cultural del Puerto se convertirá en el punto de encuentro ideal para quienes buscan abrigo con identidad propia. Se trata de la feria de Invierno “Artesanías que abrigan” en el Centro Cultural del Puerto.
Artesanas de diferentes puntos del país se reúnen este fin de semana para celebrar el talento y el abrigo hecho a mano, en una nueva edición de la Feria de Invierno, con propuestas únicas para esta temporada.
Se podrá encontrar tejidos, cueros, lanas, cerámica, indumentaria, objetos decorativos y mucho más, todo creado de manera artesanal. Foto: Gentileza
El evento invita a disfrutar de una experiencia que combina arte, tradición y diseño. Se podrá encontrar tejidos, cueros, lanas, cerámica, indumentaria, objetos decorativos y mucho más, todo creado de manera artesanal, pero con el valor agregado del trabajo hecho a mano.
La feria reunirá a artesanos de las ciudades de San Miguel, Santiago, Carapeguá, Caacupé, Itacurubí de la Cordillera, Atyrá, Capiatá, Areguá, Tobatí e Itá.
Además de la variada oferta de productos, la feria contará con un espacio gastronómico para compartir sabores invernales y actividades para toda la familia.
Estarán artesanos de las ciudades de San Miguel, Santiago, Carapeguá, Caacupé, Itacurubí de la Cordillera, Atyrá, Capiatá, Areguá, Tobatí e Itá. Foto: Gentileza
Habrá talleres para los más pequeños, con enfoque en la cultura y artesanía, así como demostraciones de las técnicas de artesanía, que sumarán como atractivos en esta gran fiesta de invierno.
De esta manera, la actividad se convierte en una oportunidad perfecta para apoyar el talento nacional, a más de llevarse piezas con historia, ideales para regalar o disfrutar. No te pierdas la cita con el talento en artesanía local, este sábado y domingo de 09:00 a 20:00, en el Centro Cultural del Puerto, con acceso libre y gratuito.
Chile: ocho paraguayos rescatados tras tormenta, dos decidieron no abandonar sus camiones
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Este lunes, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay confirmaron que ya rescataron a los camioneros paraguayos que se encontraban varados en Atacama, Chile, por una tormenta de nieve. Los compatriotas estuvieron atrapados por cuatro días sobre la ruta 27CH.
El consulado General del Paraguay en Iquique y las autoridades de la Región de Atacama en la Provincia de El Loa, trabajaron en conjunto para poder encontrar a los 10 connacionales que estaban varados desde el 25 de junio pasado como consecuencia de intensas tormentas de nieve.
“Todos los compatriotas fueron hallados sanos y salvos. Ocho de los diez camioneros fueron evacuados en buen estado de salud, tras haber permanecido cuatro días dentro de sus camiones en la ruta 27CH. Los dos restantes optaron por permanecer en sus vehículos”, expresaron en un comunicado.
Resaltaron que los dos paraguayos que decidieron quedarse en sus camiones lo hicieron porque no se encontraban directamente afectados por la nieve. Sin embargo, seguirán monitoreándoles y buscarán la manera de que acepten salir de la zona. “Conforme los reportes meteorológicos, el clima va a empeorar en las próximas horas”, detallaron.
Agradecieron a las autoridades chilenas y argentinas, en especial de los Carabineros de Chile, cuyas acciones permitieron concretar el traslado de los compatriotas antes del nuevo frente frío. “El gobierno del Paraguay continúa monitoreando la situación y prestando asistencia a los compatriotas”, expresaron.
Dos de los camioneros optaron por quedarse. Foto: Archivo