Ciudad del Este. Agencia Regional.

El Tribunal de Sentencia de Ciudad del Este, presidido por la jueza Flavia Lorena Recalde e integrado por los magistrados Emilia Santos y Milciades Ovelar, condenó a 28 años de prisión a un hombre por abuso sistemático de sus dos hijastras, menores de edad. La madre de la víctimas, también condenada en carácter de cómplice a 20 años de cárcel.

La mujer estaba al tanto de la violencia contra sus hijas y no realizó la denuncia, según la sentencia condenatoria. En este caso, el juez Milciades Ovelar votó en disidencia porque consideró que la pena para la mujer debía ser de siete años y no veinte como fue aplicada. La fiscala Vivian Coronel, de la Unidad Especializada en Hechos Punibles contra Niños y Adolescentes, representó al Ministerio Público.

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El sentenciado fue hallado culpable por abuso sexual en niños, coacción sexual y violación. En cuanto a la mujer, la pena es por haber omitido impedir el resultado de los abusos y la coacción sexual, en virtud al Art. 15 del Código Penal.

Esto fue así porque para el tribunal, la madre de las niñas violentadas, tenía pleno conocimiento de los hechos. A ese acto se le agregó el hecho punible de violación del deber del cuidado. Las conductas juzgadas hoy en el Palacio de Justicia de Ciudad del Este, ocurrieron en una vivienda de un asentamiento de Ciudad del Este.

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Resultaron víctimas las menores que actualmente tienen 12 y 14 años. Esta última sufrió los abusos desde los 8 hasta los 14 años, entre febrero del 2016 y noviembre del 2022, mientras la hermana fue abusada desde los 7 hasta los 12 años, entre el 2017 y 2022.

Durante todo ese tiempo, el padrastro agredió sexualmente a las menores, inicialmente con manoseos y luego ya los hechos más violentos. El último ataque se produjo el 16 de noviembre de 2022 en contra de la ahora adolescente, ocasión en que el hoy condenado incluso la amenazó de muerte con un machete, apretándola por el cuello para consumar la violación.

Para el tribunal quedó demostrado igualmente que, los acusados obligaban a las niñas a ingerir vino y oler cola de zapatero, antes de los abusos sexuales. Igualmente, les hacía ingerir comprimidos anticonceptivos a las niñas, para evitar el embarazo. Para completar la terrible situación de violencia que sufrieron las niñas, los abusos se cometieron frente al hermano menor, quien también fue dañado.

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