Este domingo, Toni Roberto hurga en la memoria urbana asuncena para desenterrar recuerdos de la primera época de un populoso enclave del barrio Pettirossi creado en el ya lejano año 1942.

Cuando Ana Ruiz Llano me con­taba las historias del Mercado 4 de los años 50, 60 y 70, al instante me remitía a la obra de Miguela Vera. Recordé en ese mismo momento la historia de esta artista paraguaya que, por el duro exilio desde 1947, tuvo que hacer su obra lejos de su patria, retratando sus recuer­dos.

Los relatos de Ana sobre la vida en el mercado pusieron voz a aquella icónica pieza gráfica en blanco y negro de Miguela. Ella contaba que la añoranza de su tierra le ins­piró desde la lejana ciudad de Santa Fe, en la provincia del mismo nombre, en la vecina Argentina.

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INSPIRACIÓN Y RELATOS

Ana vivió toda su vida en los alrededores del mercado, contando su día a día, lo coti­diano en el interior de aquel mundo cosmopolita que habi­taba y habita. Esas enormes manzanas de aquel mercado que inspiró a músicos, poetas y cineastas. Turcos, judíos, coreanos, chinos y otras colectividades más pequeñas que enriquecen, hasta hoy, la mirada de los habitantes del populoso barrio Pettirossi.

El señor Modesto Ruiz Cuevas, presidente de la Asociación Católica del Mercado 4. Asunción, c.1963

CHARLAS RADIALES Y LA OBRA DE MIGUELA

Las charlas radiales con la señora Ruiz Llano me llevan a cada rincón de la obra “Mercado 4”, de Miguela, y a las fotos atesoradas por ella que son un registro de la vida interior de aquel enigmático enclave asunceno, el lugar de sobrevivencia de muchos.

Cuenta Ana que su padre, el señor Modesto Ruiz Cuevas, fue el presidente de la Aso­ciación Católica del Mercado 4, que ayudaba a los pueste­ros a registrarse y de esa manera conservar sus espa­cios en el caso de faltar por alguna circunstancia. En este camino la ayuda de los salesianos fue fundamental, sobre todo del recordado pa’i Rogelio Duarte, de gran labor espiritual.

EL “BANCO DEL TIEMPO” Y EL DR. CHIHAN

Por otro lado, crearon el Banco del Tiempo del Mer­cado 4. Eran personas de la sociedad que aportaban su tiempo a la ayuda de los feriantes.

Entre ellos recuerda con mucho cariño al Dr. Adib Chi­han y a la Dra. Laurent, médi­cos que atendían ad honoren en aquellos años 60 del siglo pasado; también a economis­tas de la época que enseñaban la manera de manejarse finan­cieramente a las feriantes y a otras personas que dedicaban su tiempo en la ayuda a este sector de la ciudad.

LAS PANTALONERAS

Otra labor de aquella asocia­ción, en ese camino de supe­ración de esa “pequeña ciu­dad aparte” que es esa zona, muchas chicas estudiaban corte y confección fuera del horario de trabajo. Las mejo­res alumnas eran luego con­tratadas por empresas como Martel y otras de la época, todo bajo la dirección del señor Ruiz Cuevas y la ayuda espiritual del gran padre salesiano. Ellas eran popu­larmente conocidas como las pantaloneras.

Así, cada recuerdo de Ana, cada foto que ella me pre­senta, es un archivo vivo de fragmentos de la zona que me lleva a recordar aquella nostalgia de la ausencia de Miguela Vera de retratar su mercado. A ello se suma la memoria de la señora Ruiz Llano, que desde su esquina del barrio Pettirossi sigue aportando a la memoria urbana de aquel mercado creado en el ya lejano año 1942 del siglo pasado.

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