Nuestro capítulo de hoy es sobre un gran exponente de la literatura nacional, el escritor, narrador y dramaturgo Alcibiades González Delvalle. Sus orígenes como libretista, locutor y periodista de la radio. Una trayectoria impecable en los medios radiales y varias distinciones en su carrera de periodista y escritor, entre ellas el Premio Nacional de Literatura 2013, lo que lo ubica como una de las más encumbradas personalidades de la cultura paraguaya.

  • Por Eduardo Palacios
  • Foto: Archivo

El dramaturgo, narra­dor y escritor nacio­nal fue un hombre de radio como muchas de las figuras sobresalientes que dieron realce a las letras paraguayas. Doña Josefina Plá fue la primera locutora en Radio El Orden en 1928. Augusto Roa Bastos, libre­tista de Radio Teleco en los años 40, al igual que el periodista y escritor Néstor Romero Valdovinos, quien precisamente se iniciara en Teleco como libretista del programa “La pensión de doña Liga”, y Mario Halley Mora, entre otros, en Emiso­ras Paraguay, también libre­tista del programa cómico “La pensión de ña Lolita”, uno de los más populares de los años 50 y 60.

“Comencé en radio muy jovencito, escribiendo libretos para el actor Car­los Gómez, en Cáritas”, nos cuenta el maestro Alcibia­des, una siesta cualquiera, café de por medio, senta­dos en un local céntrico de Asunción, conforme acor­dáramos para entrevistarlo sobre su paso por la radio. Dijo que en la decana de las emisoras conoció a gran­des figuras que aportaron mucho a la tarea cultural de esa emisora, como Arsenio Urbieta, quien por muchos años fue el principal promo­tor y difusor del movimiento artístico cultural asunceno, con sus programas “Mundo once”, “Panorama cultural” y “Agenda dominical”, entre los espacios de gran relevan­cia en la radiofonía para­guaya de los años pasados.

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“Poco después pasé a Radio Teleco, propiedad de Papo­tín Recalde, que se encon­traba a la vuelta de Cáritas, sobre la calle Iturbe casi Herrera. Ahí conocí a Gra­ciela Pastor, quien ya era una actriz y locutora de renom­bre. Más adelante Teleco se trasladó a la zona de Tri­nidad y ahí se incorpora­ron Fernando Álvarez, Ire­neo Román, Albino Aquino Amarilla y como operador un señor siempre bien ves­tido, de impecable traje, Claudelino Otazú. Recuerdo que en esa época los locuto­res también teníamos que hacer de operadores y naturalmente cambiar la púa que al girar el disco grabado pro­ducía el sonido después de cada tema musical difun­dido”, relata sobre su expe­riencia en la cabina o “estu­dios” de radio Teleco.

LIBRETOS DE PROGRAMAS

En los años 40, 50 y 60 la mayoría de las emisoras de radio tenían todos sus pro­gramas libretados. La lite­ratura radiofónica era un soporte importantísimo en la puesta en el aire de los espacios creados y el libre­tista desarrollaba sus tareas escribiendo muchas veces en la propia cabina de locución, conforme al desarrollo y la continuidad del tema que se abordaba, generalmente del género artístico-musical, sin olvidar a las radionovelas –difundidas por capítulos–, muy populares en los pasa­dos años, que a mediados de la década del 60 fueron susti­tuidas por la televisión con la aparición de canal 9 TV, hito importante, ya que a partir de ese momento el rol de la radio vino a ser modificado sustancialmente hasta lle­gar a lo que es hoy.

Su inicio como libre­tista radial fue también el comienzo de lo que años después sería una exitosa carrera como escritor y narrador. “Hacía glosas para introducir la música que se difundiría inmediatamente. Entonces eso después fue dándome mayor seguridad y conocimiento porque la práctica es fundamental. Estuve en eso –como libre­tista– 3 o 4 años posible­mente y de ahí, en 1958, ya pasé como periodista pro­fesional en el diario El Inde­pendiente”, refirió.

POLÉMICA

Agregó que “siempre me gustaba meterme en temas más o menos polémicos. En radio Cáritas, por ejemplo, con Carlos Gómez tenía a mi cargo los libretos del pro­grama “Amores célebres”, en el que en cada programa abordábamos esas histo­rias. En los últimos capítu­los nos referimos al maris­cal López y madame Lynch. Varias personas llamaron a la radio pidiendo que se levante el programa”.

El maestro recuerda con admiración a las figuras sobresalientes de la radio de esa época, como Anto­nio Montórfano, cuando entonces ya en Radio Nacio­nal; Alejandro Noguera, el recordado relator de noti­cias en el informativo “El repórter Esso”, al mediodía en Radio Cáritas, y Gerardo Halley Mora, quien intro­dujo los servicios infor­mativos y una orientación periodística a la radio. De los programas más importantes recuerda “Un día como hoy”, de música clásica con bio­grafía de los autores y libreto de Víctor Barrios, en la época encargado de programas de la decana de las emisoras nacionales, ZP11.

Eran otros tiempos de la radio y su ambiente diferente al de hoy, en el que primaba la bohemia en el marco del arte y los artistas que des­filaban por los medios, a los que se sumaba la gran convo­catoria en las campañas soli­darias de ayuda a la comu­nidad. Al pasar a la prensa escrita, Alcibiades Gonzá­lez Delvalle dejaba atrás la radio de ese época y la rica experiencia acumulada fue la base para la gran tarea de creación literaria que desa­rrollaría en los años siguien­tes. Después vendrían otros desafíos caracterizados por la lucha por la democracia y las libertades ciudadanas, en los que estuvo como uno de los protagonistas princi­pales desde el periodismo y los foros de discusión, acom­pañando firmemente a los movimientos culturales y a las organizaciones sociales.

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