Pacita Díez Pérez es pianista, violista, violinista, cantante y directora de orquesta, y comentó que no pierde las esperanzas de introducirse en el universo de la percusión, la aguardan las congas y el bongó. Tendrá a su cargo por una noche a la OSCA.

  • POR JIMMI PERALTA

Inquieta y en búsqueda permanente, Pacita Díez Pérez creció envuelta de música y se formó desde muy pequeña. Si bien su pri­mer e insustituible amor es el piano, fue profesional con otros instrumentos como la viola y el violín, trabajó en el área del canto y ahora busca consolidarse en la dirección orquestal.

La batuta de la Orquesta Sin­fónica de la Ciudad de Asun­ción estará a su cargo el próximo jueves 24 de marzo, en el Teatro del Centro Para­guayo Japonés, y como parte de una serie de conciertos enmarcados dentro del ciclo OSCA Joven.

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Una mujer inspirada por mujeres y que seguirá inspirando a otras.FOTO:CRISTÓBAL NÚÑEZ

Como instrumentista de diversas sinfónicas en Para­guay y en el exterior, lo habi­tual en su labor fue seguir el tempo y la interpretación de directores, sin embargo, ella comenta que el liderazgo de mujeres en el semicírculo del escenario orquestal la inspi­raron al rol que hoy estará al mando de la OSCA.

Pacita Díez Pérez habló con La Nación respecto a su carrera y la próxima presentación con la Sinfónica de Asunción, en la cual interpretarán entre otras obras el Concierto Nº 5 en La Mayor KV219 de W. A. Mozart, y “L’Arlésienne” Suite Nº 1 de G. Bizet.

–¿Cómo llegás a la música y en qué momento la asumís como profesión?

–Tengo la inmensa dicha de poder decir que vengo de una familia de músicos, y desde muy chiquita estuve constan­temente rodeada de música y de músicos. Mi abuelo, don Carlitos Díez Pérez, fue un gran pianista y multiinstru­mentista también, aunque nunca tuvo clases de ninguno de los instrumentos que eje­cutaba; y así ya con 2 o 3 años, me sentaba en su regazo y recibía de él mis primeras cla­ses. Terminando mis cursos de piano, a los 18 años apro­ximadamente, con la profe Miriam D’Odorico, gracias a ella y a la Escuela Musical Miranda, conocí el mundo de los instrumentos de cuerda, y así comencé a incursionar en la viola. Me entusiasmé tanto que por un momento dejé de lado el piano para perseguir este nuevo instrumento con el que pude audicionar primeramente para la Orquesta de Cámara del CCPA, y luego en el Brasil en otras orquestas. Fue así que comencé a traba­jar y a vivir netamente de la música.

–Empezaste a tocar de muy chica. ¿Hay algo de esa aventura precoz que hoy como adulta quisieras señalar como aprendizaje de vida?

–La verdad es que hoy en día lo que más aprecio de haber estudiado desde chica, y en esa época, es que en ese enton­ces la mayor distracción que podíamos tener era mirar algo de tele, como premio si hacíamos todas las tareas, ir a andar en bici a la vereda con los vecinos, o tal vez al club a hacer algún deporte. Actualmente es casi impa­rable lo congestionados que estamos todos, no solo los chi­cos, sino también los grandes, por tanta tecnología, internet, aparatos que reemplazan casi todo lo que antes hacíamos “a mano”, y lastimosamente se hace más y más difícil man­tener una constancia y una disciplina en algo que justa­mente involucra más trabajo humano que tecnología.

–¿Tenés algún compositor preferido, por qué lo elegís?

–La verdad es que para mí, ésta es siempre la pregunta más difícil de responder, porque hay una infinidad de compositores y tanta música hermosa, pero si hay algo que siempre escucho y no me canso es Johannes Brahms.

Creo que es uno de los compo­sitores más completos y uno de los que supieron tomar ele­mentos de otros composito­res y elevarlos a un lenguaje muy propio combinando todo eso con su propio folclore, con un desarrollo melódico y armónico que por veces es complejo y muchas veces tan simple. Definitivamente es uno de mis favoritos.

El ciclo OSCA Joven agenda a varios noveles directores para reemplazar por una noche al maestro Luis Szarán.FOTO:GENTILEZA

–¿Tenés un instrumento favorito y alguno que te gustaría aprender?

–Mi instrumento indispen­sable es el piano y espero que sea el instrumento que nunca me abandone, ni yo a él, y siempre me gustó mucho la percusión, sobre todo las congas y el bongó. Todavía no pierdo las esperanzas…

–En las últimas décadas se afianzaron más los proce­sos de formación de los músicos. Según tu lectura, ¿cómo se da esta relación con la posibilidad laboral de los mismos, de la pro­ducción de espectáculos o de materiales?

–La cantidad de músicos que están en proceso de forma­ción actualmente es en ver­dad impresionante. Y a veces, o siempre, puede ser preocu­pante no saber si habrá cabida para todos en el campo labo­ral, pero esa preocupación es muy diferente a tiempos anteriores en que realmente era impensable dedicarse a la música para vivir. Ahora no solo hay varias orquestas pro­fesionales y en varias ciuda­des, pero también orquestas académicas, nuevas escue­las y conservatorios, profe­sores que trabajan a domi­cilio, muchos estudios de grabación y salas de ensayo que están activas los 7 días de la semana, cada vez hay más eventos sociales con música en vivo, locales gastronómi­cos y bares contratando gru­pos musicales, grandes festi­vales internacionales donde cada vez tenemos más bandas nacionales representándo­nos, y ni hablar de los grandes artistas que están estudiando y viviendo en el extranjero, triunfando cada uno en su campo. En definitiva, muchí­sima actividad musical y en diferentes ámbitos. Creo que se está logrando un desarro­llo muy importante y sin pre­cedentes.

–¿Podrías comentarnos a modo didáctico algo res­pecto a qué capacidades se valoran o que caracterís­ticas propias aporta la labor de un director de orquesta?

–Creo que lo que más se valora es siempre la precisión que un director puede ofrecer, y eso viene de la mano con la pre­paración y el estudio previos. Cuando un director es pre­ciso tanto en sus movimien­tos que ayudan con el ritmo y los que ayudan con la energía y la interpretación, el ensayo fluye, las ideas se asientan y todo es más ameno.

–¿Podrías citar a algún músico con el que hayas compartido que te haya marcado o influido?

–Entre los años 2009 y 2011 tuve la gran felicidad y enorme privilegio de ser inte­grante del Ensamble Para­guay Barroco, y con ellos la oportunidad increíble de rea­lizar cursos de perfecciona­miento en Música Antigua en Francia, Marruecos y varios países de Latinoamérica. En ese ínterin, tuvimos maes­tros extraordinarios y la cola­boración de varios músicos extranjeros que se sumaban a un ensamble más grande y de verdad esta experiencia fue la más significativa hasta el momento. No solo los maes­tros me marcaron e influye­ron por completo sino toda la experiencia humana que pudimos vivir, desde la orga­nización de los viajes y hospe­dajes hasta las grandes giras por diferentes ciudades y paí­ses. Todo estaba pensado a la perfección y cada momento fue aprovechado al máximo.

–Como miembro de una orquesta ¿solés ser o fuiste dirigida alguna vez por una mujer?

–Sí. Y en varias ocasiones. Ya cuando tocaba en la orquesta del CCPA (2002), trabajába­mos con la maestra argen­tina Laura Miniti, también en San Pablo (2003), tocaba la viola en la Orquesta Filar­mónica Juvenil y nuestra maestra era la gran cellista Gretchen Miller. Luego, con la Uninorte también traba­jamos con varias maestras invitadas como por ejem­plo Manena Contreras. De hecho que mi decisión de estudiar dirección orques­tal es totalmente gracias a la gran maestra francesa Judith Pacquier, con quien pude trabajar estrecha­mente durante mi paso por Paraguay Barroco. En Para­guay tenemos varias direc­toras jóvenes y muy bien preparadas trabajando en proyectos propios y cre­ciendo en la profesión.

–¿Qué representa para vos esta nueva experiencia de dirigir la OSCA?

–Desde que recibí la invita­ción del maestro Szarán que estoy con la emoción a flor de piel. Creo que la carrera de dirección se debe exclusi­vamente a la disponibilidad de las orquestas para poder desarrollarse, y el hecho de tener un espacio impor­tante como este es un ver­dadero regalo. Es un gran desafío, pero el ambiente de la orquesta es super agrada­ble y eso ayuda a que vayan desapareciendo los nervios, a trabajar enfocados y con tranquilidad.

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