Este domingo Toni Roberto nos lleva a pasajes de su libro presentado hace unos meses bajo el patrocinio del proyecto Habitalis, donde Negra Bozzano de Llamosas nos habla de su padre, el capitán José Bozzano, figura fundamental en la Guerra del Chaco y de sus sueños en Sajonia.

¿Qué sería del futuro sin los sueños del pasado? Eso es lo primero que me pregunté cuando char­laba con Negra Bozzano en una calurosa tarde, en plena pandemia. Fue una conversa­ción telefónica, mi sorpresa, su lucidez y humor envidia­bles con sus más de 90 años.

LA CASA DEL CAPITÁN JOSÉ BOZZANO

Decir el apellido Bozzano es viajar directamente a una casa histórica de la avenida Carlos Antonio López y Juan de Garay (Calle 22 para los antiguos sajones) que, a pesar de haber perdido parte de su arquitectura interior y de su vegetación –tenía en el frente una gran planta de mango y muchas palmeras– sigue ahí con su vieja fachada de 1916 para contarnos recuerdos del pasado glorioso de su antiguo dueño, el capitán José Bozzano Baglietto (1895-1969), uno de los hombres fundamentales para el éxito de la Guerra del Chaco; padre de nuestra entre­vistada Negra Bozzano Car­dozo, quien nos cuenta:

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Familia Bozzano Baglietto. Asunción, c.1916.

“Todos mis sueños hasta ahora son en Sajonia, el barrio me trae hermosos recuerdos, era demasiado seguro, las puertas no tenían cerradura, solo una tranca de madera e increíble­mente en el año setenta y nueve todavía teníamos gallinas en la casa”, sigue diciendo:

“En Sajonia nacieron mis hijos. Luis a los veintidós ya era inge­niero y Fernando, médico a la misma edad. Los dos tuvieron la suerte de tenerle como pre­ceptor a mi papá; se sentaba al lado de ellos y les hablaba de las estrellas. El día que el hombre llegó a la Luna, les describió paso a paso ese gran momento de la humanidad”, relata.

“Mi padre se recibió en el Ins­tituto Tecnológico de Massa­chusetts. Cuando mis sobri­nas fueron a recabar datos sobre él, le dijeron: ‘Estamos orgullosos de haberle tenido en nuestras aulas al capitán Bozzano’. Él era una persona muy inteligente. Ahí hizo la técnica, después pasó a la Escuela Naval de Connec­ticut, donde completó Inge­niería Naval. Los planos de los cañoneros fueron su tesis, fundamentales para la Gue­rra del Chaco. Él no comba­tió, se quedó acá en Arsenales haciendo todo lo que se necesi­taba para la guerra”, termina diciendo esta dama de Sajonia e hija de una de las figuras más emblemáticas del barrio.

Hace un tiempo me encon­tré con las palabras del pen­sador Malí, Amadou Ham­pâté Bä, que decía: “Cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde”, que había citado en un artículo en abril del 2020 ante el fallecimiento de Brunhilde Guggiari y Von Prieto. Hoy celebro la vida con la lucidez de Negra Bozzano, que nos llevó a recuerdos de su padre y al viejo Puerto Sajonia, lugar donde hoy sigue soñando después de más de 90 años.

El capitán Bozzano, su esposa, hija y nietos. Puerto Sajonia. Asunción, 1968.

Y AL FINAL UN DIBUJO Y UN PENSAMIENTO

Caminando una calurosa tarde de este mes de setiembre por la avenida Carlos Antonio López me detengo frente a la casa del capitán Bozzano y esbozo un dibujo, en ese momento vuelvo a recordar a Amadou Hampâté Bä, ese genial escritor y etnó­logo Malí nacido en 1901 y ter­mino este domingo parafra­seándolo: “Cuando un anciano relata historias, una biblioteca florece para siempre”.

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