Fotos: AFP y archivos

La Fundación Princesa de Asturias ha otorgado el miércoles el Premio de Comunicación y Humanidades del 2021 a Gloria Steinem, periodista, escritora y activista por los derechos de la mujer. La semana anterior, anunció que el Premio a las Artes era para Marina Abramovic, la precursora de la perfomance como expresión genuina. Instituidos en 1981, los premios están dotados con 50.000 euros y una escultura creada por el fallecido artista catalán Joan Miró. Pero, ¿quiénes son y qué hicieron para merecer ese importante reconocimiento?

Ambas son reconocidas en el mundo entero por su originalidad y por haber dedicado la vida entera a sus vocaciones. Este año, los importantes premios de la Fundación Princesa de Asturias fueron otorgados, en Comunicación y Humanidades, a la periodista, escritora y activista por los derechos de la mujer Gloria Steinem (87). Para definir a Steinem, podríamos decir que la reconocen como la “madre de la segunda ola del feminismo”. Ella comenzó su activismo a fines de los ’60 y en 1972 fundó la primera revista creada y dirigida exclusivamente por mujeres, Ms., donde trabajó como editora durante 15 años. Al otorgarle el premio, la fundación expresa entre otros conceptos: “El activismo de Gloria Steinem, marcado por la independencia y el rigor, ha sido motor de una de las grandes revoluciones de la sociedad contemporánea”. Ella ha abarcado en su lucha por la igualdad de género también temas como el racismo, el maltrato infantil y la pena de muerte.

“VIVIR EN LA CARRETERA”

Steinem (Ohio 1934) recibió entre otros muchos reconocimientos, en el 2013, la Medalla Presidencial de la Libertad, de manos del entonces presidente Barack Obama. Tiene una carrera profesional de más de 60 años, escribiendo en prestigiosos medios, como The New York Times Magazine, Esquirre, entre otros. Su propia vida fue una experiencia singular: En su infancia no fue a la escuela ni al colegio, pues vivió en la carretera, como relató una vez en un reportaje, “leyendo a Louisa May Alcott en el asiento trasero del auto” de sus padres. Ellos se separaron cuando Gloria tenía 10 años y a los 17 ya era estudiante y fue a Washington, donde comenzó su relación con la política. Sobre esa vida en carretera, afirmó que fue su verdadera y profunda enseñanza: “La carretera es caótica, tan caótica como la vida real. Nos saca de la negación y nos arroja a la realidad, nos saca de la teoría y nos arroja a la práctica, de la prudencia a la acción, de la estadística a las historias; en definitiva, nos saca de nuestras mentes y nos arroja a nuestros corazones. Junto con los peligros reales y el buen sexo, la carretera es una de las cosas que te hacen estar cien por cien vivo en el presente”.

En 1963 se infiltró en la mansión Playboy disfrazada de conejita para explicar en un reportaje cómo se trataba a las mujeres allí, derribando el mito de la “felicidad” de las chicas. Además de escribir docenas de artículos, como dijimos, fundó la revista Ms., que se anunció con una ilustración de una diosa india con ocho brazos sosteniendo un reloj, una sartén, una máquina de escribir, un rastrillo, un espejo, un teléfono, un volante y una plancha. Los 300.000 ejemplares de la revista, muy crítica con el asfixiante rol de ama de casa, se agotaron en tres días, ella afirmó que “para la mujer, su propio hogar es más peligroso que la carretera”.

OBRA Y PALABRAS

Confesó tener terribles problemas para hablar en público hasta los 30 años y, sin embargo, es una incansable y famosa oradora, verdadera presencia en campañas políticas y activismo. En su libro “Mi vida en la carretera”, la obra más famosa y traducida a varios idiomas, entre ellos el español, dice: “He hablado en jardines para una docena de vecinos, en enormes conciertos de grupos de rock y de grunge, en meriendas en tranquilos saloncitos, en remolques de camiones con megáfonos, y a pie, pidiendo el voto puerta a puerta. Una vez que el movimiento feminista empezó a perfilarse, a veces nos veíamos hablando en marchas en Washington ante más de un millón de personas”.

En esas memorias, habla mucho de los viajes, a pesar de que no conduce autos, pero sí cuenta miles de historias de taxistas que la han llevado por todas partes, de sus viajes como el que hizo en un vagón de tercera clase reservado para mujeres en un tren desde Kerala a Calcuta, en la India, entre otros viajes. Sobre las carreteras y caminos, dijo: “En la carretera aprendí que los medios de comunicación no son la realidad; la realidad es la realidad”, reflexiona. “Por ejemplo, se supone que en Estados Unidos se valora la libertad, y, sin embargo, encarcelamos un porcentaje de la población mayor al de cualquier otro país del mundo”. Siempre se opuso al matrimonio, pero a los 66 años, (2000) se casó en un rito ckerokee con David Bale, un ex piloto de la RAF, que falleció en el 2003 y que se consideraba un feminista, y crió solo como padre soltero a sus cuatro hijos, uno de los cuales es el famoso actor Christian Bale.

Como escritora, ha publicado libros sobre temas diversos, como “Outrageous acts and everyday rebellions” (“Actos escandalosos y rebeldías cotidianas”); “Revolution from Within” (“La revolución interior”); o “Marilyn: Norma Jean”, una biografía de la mítica estrella de Hollywood. Pero su mayor bestseller es “My Life on the Road” (“Mi vida en la carretera”), un libro autobiográfico sobre el acto de viajar.

Año 2010. En el Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York, Abramovic realizó la performance “La artista está presente”. Pasó 716 horas sentada quieta mientras miles de visitantes se turnaban para sentarse frente a ella y mirarse a los ojos. En la imagen, su ex pareja y artista Ulay compartió la experiencia en un momento emotivo.

MARINA, LA PIONERA

El premio Princesa de Asturias de las Artes fue para Marina Abramovic (74), una artista que trabaja incansablemente desde finales de los sesenta para que la “performance” se considere entre las expresiones de arte. Abramovic, una artista de origen serbio, serbia, fue acreedora del premio, según el jurado, por “la entrega al arte absoluto y su adhesión a la vanguardia que ofrece experiencias conmovedoras y que reclaman una intensa vinculación del espectador”. Entre sus obras destacadas se cuentan “Balkan Baroque”, un conmovedor llamado sobre la guerra en su tierra natal destruida en lo más profundo por esa terrible guerra.

Nadie permanece indiferente ante su trabajo de artista, como cuando ya en 1997 impactó al mundo en la Bienal de Venecia, donde apareció sentada sobre un montículo enorme de huesos de animales, los cuales lavó de su sangre seca durante días. Con esta performance, Abramovic hizo un llamado de atención sobre el conflicto, la llamada Guerra de Yugoslavia que arrasó su tierra natal, y que solo dos años antes se había terminado con los llamados Acuerdos de Dayton. Esto marcó la desintegración de la antigua república en nuevas naciones independientes: Serbia, Bosnia Herzgovina, Croacia y Eslovenia.

“Balkan Baroque” se llamaba la muestra, y obtuvo el León de Oro a la mejor artista. Pero como una especie de cruel anticipo del destino, al año siguiente la guerra volvió a recrudecer en Kosovo, una pequeña república que buscaba independizarse de Serbia y unirse a Albania. Trabajos como este, usando su propio cuerpo como instrumento, son los que le valieron a la artista balcánica el importante premio anunciado el pasado miércoles 12 de mayo.

EL CUERPO AL SERVICIO DEL ARTE

El jurado destacó la “valentía” de Abramovic “en la entrega al arte absoluto y su adhesión a la vanguardia que ofrece experiencias conmovedoras y que reclaman una intensa vinculación del espectador... la convierten en una de las artistas más emocionantes de nuestro tiempo”. Cuando Abramovic nació en Belgrado, en 1946, Yugoslavia aún existía. De hecho, su padre era un guardia de élite del mariscal Josip Broz, Tito, el gobernante del país. Estudió la carrera de Bellas Artes en su ciudad natal y luego en Zagreb, la actual Croacia, antes de mudarse a Ámsterdam en 1976.

Siempre con la performance como instrumento, Abramovic montó obras, como “The great wall walk”, en 1988, en la que ella y el artista alemán Ulay, con quien tuvo una relación sentimental, caminaron desde extremos opuestos de la Gran Muralla China hasta encontrarse en un abrazo que también marcó el final de su relación de pareja. La búsqueda la libertad individual atravesando los límites del propio cuerpo, poniéndolo “al servicio del mensaje” que la artista envía con su obra es muy aplaudida y respetada. Entre sus perfomances más destacadas, se mencionan la ofrecida en el 2005, en el Guggenheim de New York, “Seven easy pieces”, en la que en 7 noches consecutivas, recreó los trabajos de los artistas pioneros en perfomances de los ’60y ’70, además de dos propias. Una de las que más trascendieron en los medios fue la perfomance del 2010, “La artista presente”, en el Museo de Arte Moderno de New York, cuando pasó 716 horas sentada quieta y en silencio ante una mesa, mientras en otra silla al frente, iban sentándose también en silencio las personas que deseaban. En un momento, apareció en esa silla mirándola fijamente su ex pareja, el artista Ulay, con quien no se veía hacía mucho tiempo. Ambos vivieron un momento muy emotivo e intenso en el que no faltaron las lágrimas. En el 2011, estrenó “Life and Death of Marina Abramovic”, con montaje de Robert Wilson, un cruce entre el teatro, la ópera y el arte visual. Actualmente, dirige el Marina Abramovic Institute, un centro de artes en Hudson, Nueva York, en el que se realizan todo tipo de actos culturales, talleres y exposiciones relacionados con la performance y el arte contemporáneo.

Julio de 1972. Gloria Steinem habla en la Convención Nacional Democrática en Miami Beach. Ya era un ícono feminista.
Marina Abramovic, Princesa de Asturias de las Artes 2021.


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