Las habilidades cognitivas como la memoria se potencian fácilmente al sumar hábitos saludables a la rutina diaria. Por ejemplo, realizar ejercicios físicos favorece la salud de las células cerebrales, un factor clave para frenar el deterioro mental. Una actividad física en particular puede ser muy útil para reforzar la memoria.

Según un estudio de la Universidad de Harvard, siguiendo un programa de ejercicio físico moderado durante seis meses, las regiones cerebrales aumentan, que significa que el ejercicio puede mejorar la memoria y habilidades de pensamiento. Una forma de ejercicio en particular es la más recomendada para estimular la función cognitiva: la caminata.

También es probable que otras formas de actividad aeróbica también produzcan beneficios similares. Los ejercicios aeróbicos son actividades de media o baja intensidad que se realizan durante un periodo extenso de tiempo como caminar, trotar, correr, remar, andar en bicicleta y otras actividades.

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La actividad física también puede influir en las habilidades cognitivas de manera indirecta debido a que está relacionada con una mejora el estado de ánimo y el sueño, al reducir el estrés y la ansiedad. Los problemas en estas áreas frecuentemente causan o contribuyen al deterioro cognitivo y los problemas de memoria.

Para aprovechar los beneficios del ejercicio, se recomienda realizarlos con una intensidad moderada. Se puede comenzar despacio, aunque aumentando la fuerza progresivamente. Si se decide caminar, no se debe hacer a un paso lento, sino más bien paso ligero o rápido.

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