Una comedia musical sobre Xinjiang, producida por China e inspirada en “La La Land”, ha llegado a los cines chinos para dar una imagen de cohesión étnica, sin alusión alguna a la vigilancia masiva, la represión o el islam, la religión de los uigures.

La tensión entre China y varios países occidentales es palpable desde que la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos impusieron la semana pasada sanciones a los dirigentes pasados o actuales de Xinjiang por violar los derechos humanos en esta región autónoma del noroeste del país. Frente a las acusaciones occidentales, Pekín contraataca.

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La comedia musical “The Wings of Songs” (Las alas de la canción), salió el domingo pasado en China. Es una estampa de la vida en Xinjiang sin cabida para la polémica. En esta película, rodada al estilo de Bollywood, no se ven cámaras de vigilancia ni puertas de seguridad, pese a ser legión en Xinjiang. Tampoco a las fuerzas policiales equipadas con escudos antidisturbios.

En los últimos años, Pekín impone una drástica vigilancia policial en la región después de varios atentados contra civiles que atribuye a separatistas o a islamistas uigures.

Tampoco se hace referencia al islam: ni mezquitas ni mujeres con velo en el horizonte a pesar de que más de la mitad de la población profesa la fe musulmana. En una escena, uno de los personajes principales, un uigur bien afeitado, brinda con una cerveza, sin tener en cuenta que el islam prohíbe el alcohol.

“Muchos amigos uigures”

La película, en cambio, hace hincapié en un buen entendimiento entre los hanes (mayoritarios en China) y las diversas minorías étnicas de Xinjiang (uigures, kazajos, kirguises o tayikos). Las minorías visten trajes tradicionales y algunos danzan bailes folclóricos. Las imágenes, tomadas en medio de paisajes naturales increíbles (cañones, prados, lagos, montañas nevadas), son muy coloridas.

“He estado en Xinjiang y la película es muy realista [...] Tengo muchos amigos uigures y me he alojado en su casa”, declara a la AFP un espectador que no quiso dar su nombre. En Xinjiang, “la gente es feliz, libre y abierta”, asegura, negando las acusaciones de trabajos forzados.

En un contexto nacionalista, varias marcas extranjeras que se comprometieron el año pasado a no aprovisionarse de algodón de Xinjiang debido a las sospechas de “trabajo forzado” están siendo boicoteadas en China desde la semana pasada, sobre todo el gigante sueco H&M.

La cosecha de algodón es “una tradición” en la región que permite a los habitantes “ganar dinero”, precisa el espectador de unos cuarenta años. Un clip de rap con un tono nacionalista también se ha vuelto viral. Critica las “mentiras” de los “colonos occidentales” sobre el algodón de Xinjiang.

Por su parte, la televisión nacional multiplica reportajes y testimonios sobre la automatización de la cosecha de algodón en Xinjiang, y niega que haya “trabajo forzado”.

“Propaganda”

Las redes sociales están inundadas de videos que supuestamente muestran “el verdadero Xinjiang”, centrándose en la belleza de los paisajes, con muchas imágenes de drones. Una exposición fotográfica en Pekín inmortaliza momentos de la vida en Xinjiang, donde la población parece feliz y sonriente.

Pero al igual que la película solo suscita la curiosidad de un puñado de visitantes. Algunos clichés elogian los “progresos” realizados en la región, que durante mucho tiempo estuvo aislada geográficamente y mantenida al margen del desarrollo del resto de China.

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El desarrollo de Xinjiang es el principal argumento que Pekín saca a relucir para referirse a su política en la región. También el empleo. Las organizaciones de derechos humanos la acusan de detener a más de un millón de personas en “campos”. China responde que son “centros de formación profesional”, destinados a ayudar a la población a encontrar trabajo y de esta forma a alejarla del extremismo religioso.

Dar una “imagen elogiosa” de Xinjiang es “un clásico de la propaganda” del Partido Comunista (PCC) en el poder, afirma Larry Ong, del gabinete SinoInsider, radicado en Estados Unidos. El PCC “sabe que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, afirma.

Fuente: AFP.

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