Las redes no tienen piedad de nadie. Los internautas aprovechan cualquier hecho para liberar su lado más temible, como un ejemplo de la obra de Robert Louis Stevenson publicada en 1886, cuando el mundo conoció el caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.

El primero, un científico respetable, pero que al beber una poción se convertía en un criminal maléfico, una especie de poderoso y descontrolado “Hulk” de la época moderna.

Precisamente en esta época, en la que el planeta entero carece de la luz de un guía espiritual como el papa que ilumine desde el Vaticano, las tinieblas juegan con fantasmas en cada esquina, los memes y reels inundan TikTok y Facebook crean nuevos miedos, premoniciones y falsos profetas que encuentran especial deleite en causar confusión y pánico, puesto que eso les brinda su segundo de efímera ilusoria fama.

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Para empeorar la situación, esta semana se produjo “una señal” catastrófica. Tras las muy sospechosas recomendaciones de los líderes europeos a sus ciudadanos de que se hagan de kits de sobrevivencia con elementos básicos para aguantar 72 horas “por si acaso” ocurriera algún desastre natural como terremotos, huracanes o lluvia (de misiles de Rusia) se produjo lo inimaginable: un gran corte de energía eléctrica dejó a oscuras a España, gran parte de Francia y también Portugal.

Mientras los tercermundistas, duchos y acostumbrados a este tipo de fenómenos “naturales” se reían a carcajadas de la desgracia ajena y usaban las redes para burlarse de los ciudadanos primermundistas que sentían ese desastre como el inicio del Apocalipsis, las autoridades locales explicaban que lo ocurrido se “debió a las variaciones extremas de temperatura en el interior de España, lo que produjeron oscilaciones anómalas en las líneas de muy alta tensión (400 kV), un fenómeno conocido como ‘vibración atmosférica inducida’”.

La explicación fue demasiado compleja, tanto que nadie se la creyó; menos, luego de que el público recordara un episodio “olvidado” de los Simpson, que el 15 de abril profetizaba el apagón en España, Francia y Portugal previsto para el 28 de abril, justo 13 días antes del evento.

¿Coincidencia? ¿Cómo iban a saber lo que ocurriría justamente ese día en esos lugares? Hay quienes no creen en las coincidencias, menos en este tipo.

Es evidente que el señor Hyde se enseñorea en las redes sociales. Hoy día ya no se sabe qué es verdad y qué es mentira. Antes los engaños se limitaban a retoques de fotografías, luego ediciones de audio que aparentaban tan reales que engañaban a los mismos protagonistas y ahora incluso los vídeos nos muestran imágenes tan reales, que solo la razón disiente con lo que expone la tecnología.

A pesar de tanto embuste virtual, el apagón se convirtió una bendición. Las mismas redes que inundaron con miedos y burlas, tras varias horas de superada la falta de electricidad en Europa, imágenes sorprendentes comenzaron a entrar en el torrente sanguíneo de los que habían sobrevivido sin celulares.

Desde España salían grabaciones de jóvenes que bailaban felices, que formaban grupos de zumba y bailaban con alegría sin las ataduras que representaba la tecnología de los teléfonos. De pronto, en las calles se dieron cuenta de que otras personas también existían, lo que era todo un descubrimiento luego de vivir drogados por las pantallas de los dispositivos móviles.

Después de mucho tiempo descubrieron de nuevo la vida. El apagón, que en principio les causó confusión y desconcierto a los ciudadanos, les recordó de forma abrupta que son humanos y vieron a sus semejantes pulular a su lado con el mismo sentimiento de necesidad de acercarse a otras personas.

Así, la oscuridad produjo la luz y al lado de los trenes detenidos por falta de energía, los pasajeros formaban corrillos de cantantes que recordaban melodías de épocas remotas; otros tuvieron tiempo de escuchar las historias de los mayores que narraban sobre una vida distinta, cuando padres e hijos se sentaban a la mesa e intercambiaban sus problemas.

Esta vez el señor Hyde fue vencido por el lado humano, puesto que no pudo beber la dosis de poción de tecnología que lo transporta fuera de la realidad.

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