- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
- X: @RtrivasRivas
Una buena parte de las esperanzas del gobierno del presidente Javier Milei está puesta en el resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Faltan 8 días para esos comicios. La ilusión oficialista apuesta a que Donald Trump regrese a la Casa Blanca.
La especulación es que con el republicano nuevamente en el salón oval todo fluirá aceleradamente para alcanzar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque, “el FMI no hace nada que Estados Unidos no quiere que haga”, según el exembajador argentino en Washington Jorge Argüello. Dos interrogantes reflexivos: 1) ¿Será tan así? Suena a simplificación. Y 2) ¿Alguien puede asegurar que quien habite desde el próximo 20 de enero la Casa Blanca querrá un nuevo acuerdo entre el Fondo y este país? En los dos casos, habrá que ver.
Especialmente porque, en el Directorio del Fondo convergen además otros países que, especialmente en cuestiones económicas y financieras, no coinciden en muchos casos con los deseos de los Estados Unidos y/o con las miradas argentinas en política exterior y, más aún, algunos de ellos son acreedores de este país en otros foros y espacios como lo es, concretamente, el llamado Club de París en el que convergen 22 estados a los que Argentina les debe desde muchos años o muchas crisis.
“Make Argentina great again”, dijeron al unísono Trump y Milei meses atrás en USA durante un acto de campaña del primero cuando el segundo realizó el primero de sus viajes privados a tierras norteamericanas. “Espero verlo otra vez, la próxima como presidente”, expresó entonces con fervor y sin rubor alguno el argentino dirigiéndose al estadounidense que en muy poco y casi nada coincide ideológica y prácticamente con el jefe de Estado local.
De hecho, mientras que el señor Javier Milei aquí pregona contra el Estado desde su perspectiva libertaria, Trump entre 2016 y 2020, durante su presidencia, impuso fuertes regulaciones con sesgo nacionalista al funcionamiento económico estadounidense.
Mientras, en el vecindario, el centro izquierda pugna por regresar al poder en Uruguay, pero no todo está dicho, habrá segunda vuelta. Pero más allá de ello, Javier Milei no mira mucho el por aquí. Su mirada y propósito de construcción vincular entre mandatarios no parece circular de la mano con los intereses estratégicos del país exclusivamente, sino que aparentan estar más cercanas a sus propias miradas ideológicas personales que, sin embargo, sabe dejar a un costado del camino cuando el pragmatismo se lo exige o, como se suele decir, “cuando no queda otra opción”.
De hecho, dos viajes oficiales emergen en el horizonte externo. El 18 y 19 de noviembre próximos estará en Río de Janeiro, Brasil, para participar de la cumbre del G20, donde el protocolo indica que deberá interactuar con el presidente anfitrión, Luiz Inácio “Lula” da Silva con el que claramente no se lleva desde tiempos de campaña. Enorme expectativa. Quienes se encuentran cercanos al mandatario argentino –con reserva de sus identidades– dicen a La Nación que Milei, “volverá a expresar sus diferencias con la Agenda 2030, con las políticas de género y familia que, en una declaración reciente, en Brasilia, rubricaron todos los países que participaron de la preparatoria del cónclave con excepción de Argentina”.
Semanas después –aunque aún no hay fecha cierta– el presidente argentino viajará a la República Popular China para reunirse con su homólogo asiático Xi Jinping donde deberá –así lo exige el protocolo a visitantes oficiales– rendir honores ante el mausoleo en donde descansan los restos de Mao Zedong, quien en 1949 dejó atrás los tiempos imperiales del gigante asiático para fundar un estado comunista que, como genérico, por decirlo de alguna manera, no son del agrado del señor Milei. Pese a ello, la decisión está tomada.
“Los chinos lo único que piden es que no los molesten”, dijo el presidente argentino cuando conversó en la tele con la entrevistadora Susana Giménez para justificar la decisión de viajar.
El señor Milei agradecerá a Xi Jinping la renovación que ordenó semanas atrás del swap de monedas que desde 2011 sostienen los dos países. En el momento de decidir esa continuidad el estadista chino resolvió una grave emergencia financiera argentina cuando este país solo atesoraba carencias en el Banco Central (BCRA). China, vale recordarlo, también es un actor relevante en el directorio del FMI.
En el plano interno la semana que pasó el Gobierno la utilizó para tomar la iniciativa y recuperar protagonismo y centralidad en la arena política. Eliminó la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) y, en el mismo acto administrativo creó ARCA (Agencia de Recaudación y Control Aduanero) que tendrá la misma misión que la anterior, pero –al parecer– con una estructura más reducida para recaudar y hacer inteligencia económica y financiera.
En ese contexto reformista, el señor Milei también decidió ir contra los medios y periodistas independientes. En la misma decisión reimplantó la obligatoriedad del pago del IVA (impuesto al valor agregado) a las empresas informativas y a los portales digitales lo que dio por tierra con una decisión en sentido opuesto que en 2018 impulsó el expresidente Mauricio Macri (2015-2019) con el objeto de facilitar la circulación informativa para fortalecer el sistema democrático.
Un par de días antes de que se conociera formalmente esa reforma tributaria, la Unesco distribuyó un reporte titulado “El uso indebido de la legislación financiera para presionar, silenciar e intimidar a periodistas y medios de comunicación” en el que justamente se describen acciones gubernamentales muy similares a las anunciadas por el Gobierno argentino (https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000391483_spa) para censurar a la prensa.
Pero fue por más. Pese a que se trata de una tramitación de práctica desde muchos años se anunció como novedad que se exigirá a 10 mil empleados públicos que inicien sus trámites jubilatorios porque se encuentran en edad de hacerlo. En la misma línea –como varios gobiernos anteriores– se informó nuevamente la privatización del ferrocarril Belgrano Cargas.
En cuanto al panorama financiero esta semana se inicia con la tasa de riesgo país por debajo de los mil puntos –la más baja en los últimos cinco años según algunos analistas– una noticia más que positiva para la búsqueda de créditos en los mercados voluntarios que posibilitó también una suba en la cotización de los bonos del Tesoro y un leve crecimiento en las reservas que atesora el BCRA que, no obstante, aún se estiman negativas en unos USD 3 mil millones.