Cuando imaginamos el guión para una película de miedo lo primero que nos viene a la cabeza es... bueno para los viejos serían los hombres lobo y vampiros como Nosferatu o Barnabás Collins; para los algo más jóvenes el terror provendría de los fantasmas, espíritus demoniacos, posesiones diabólicas y asesinos seriales como Freddy Krueger o el enmascarado Jason. Y para los adolescentes de ahora, el miedo es sinónimo de zombies. A veces los niños hasta se despiertan llorando por un posible “Apocalipsis zombi”, aunque ni siquiera saben qué significa.

Supongo que la televisión y el cine anestesiaron a tal punto a los individuos de la sociedad actual que no son conscientes del infierno literal en el que se desenvuelven.

Si los enfermos asesinos Freddy o Jason juntaran el número de sus víctimas ¿a cuántas llegarían? ¿A 100? ¿500? No creo, ya que por episodio no mataban ni a 20 personas, así que sería una exageración decir que llegarían a mil.

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Para lograr el éxito en taquilla habríamos de innovar o crear un personaje capaz de matar al menos a 20.000 personas, entonces sí sería un verdadero demente criminal... aunque para dar más emoción a la película ambientáramos las escenas durante una pandemia como la del covid-19.

Nuestro perverso criminal tendría que ser un líder que hace tan mal las cosas que, por ejemplo, se podría guionar que compra vacunas que no llegan nunca o que pide miles de millones de dólares para construir hospitales y llenarlos con insumos, que jamás sean suficientes. O que hace la vista gorda ante los negociados de sus amigotes que se llenan sus bolsillos mientras la gente muere como moscas.

Para empezar no está mal, pero para que un guión no sea tan simple, habría que hacer que este malévolo engendro orquestara él mismo sus propios negocios. Algo vil como designar a un “secretario” que le ayude a triangular ganancias propias, como vender asfalto a empresas que ganan licitaciones y asfaltar hasta puentes con semáforo, aunque con ese dinero se pudiera comprar oxígeno para salvar vidas.

Y mientras este “secre” oculta los dólares sucios, otro podría encargarse de organizar envíos de drogas a Europa. Marihuana no porque no tiene tanto valor y en estos casos hay que pensar en grande. Lo mejor es cocaína y para eso hay que hacer alianzas con narcoamigos que ayuden en la distribución de la mercancía y para que no sea tan monótono se podría organizar alguno que otro acto de sicariato para mantener ocupada a la opinión pública y a la Policía.

Y como el cine es un negocio y las ganancias están en primer lugar del objetivo, para alcanzar el suceso deseado el arte de matar se podría combinar con el talento de robar y hacer que un tercer secretario se encargue de maquinar algo realmente bajo, lo más bajo posible, como hacer desaparecer el dinero de miles de personas que tuvieran la mala idea de querer jubilarse alguna vez, tras décadas de aportes. Ese siempre es un recurso válido si la emisión de bonos falla y el equipo de producción exige capital para el rodaje.

Bueno, ya hubo muertes, planeamos robos. Faltaría algo más... ¡la traición es exquisita! Pero a gran escala, hay que pensar en grande. Se podrían hacer pactos secretos con gobiernos “amigos” y regalar la soberanía o vender productos nacionales a menor precio en el extranjero, mientras que localmente se exprime a los borregos.

Pensándolo bien, este guión no mete miedo. Hasta parece algo cotidiano. Podríamos agregarle más condimentos, ¿pero cuáles? Tal vez deberíamos prever una segunda parte del filme y crear un personaje que diera continuidad a la trama.

Alejado de los asfaltados, el primer secretario podría servir de protagonista para el remake, pero tendría que adelantar algunas de sus habilidades para llamar la atención de su público. Por ejemplo, podría hacer echar de sus puestos laborales a los que no lo siguen voluntariamente.

Y lo más importante, la impunidad. A cualquier costo hay que conseguir que el estreno del nuevo capítulo no sea interrumpido por algún fiscal que pretenda pedir cuentas después de tanto esfuerzo.

Hacer un guión en la actualidad no es una tarea fácil. El público no se asusta como antes, por eso las ganancias deben ser suficientes como para hacer el trabajo en un país y luego vivir en otro, lejos, donde nadie sepa de la fama adquirida.

Películas de miedo eran las de antes, hoy el terror es algo cotidiano. A lo único que un monstruo le teme es a las rejas.

¿Qué nombre tendría la película?

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