POR MARCELO PEDROZA

COACH

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Mientras circula el agua, los pájaros están en su apogeo. En ese trayecto que recorren, desde el punto más alto del árbol que habitan hasta el aterrizaje victorioso en la inmensidad del lago que los nutre, la sensación de euforia se exterioriza en el virtuoso zigzagueo que realizan. Muestran su esencia libertaria y su notable adaptación a las circunstancias. Es probable que Heráclito haya convivido con sus antepasados, quizá junto a aquel río que lo eternizó estaban los ancestros de estos voladores ejemplares.

Es de imaginar que la naturaleza disfrutó la atención de los antiguos griegos, en aquel tiempo los elementos, agua, aire, fuego y tierra, estaban en el epicentro de las reflexiones, eran fundantes de principios, maestros a respetar, fuente de ecuaciones, ideas y acciones que enseñar. También allí, los pájaros entonaban la música de miles y miles de años de composición. Por consiguiente, está todo oralizado, cantado, expresado de generación en generación; es así el fluir de las historias, es así el canto de los pájaros.

El lenguaje de los pájaros embellece la vida. En aquellos curiosos aprendices filósofos, esos maestros del cielo formaban parte del sentido del cambio, porque todo aquello que existía era identificado con la palabra ser. Entonces, los pájaros tenían identidad. El ser se extendía, era amplio, cobijante, sorprendente e inherente a todos los seres, a la pluralidad de especies. Representando al ser impregnado de mutación, de sorpresa, de inminente devenir.

Platón en el desarrollo de la teoría de las Ideas, cuando se propuso abordar el asunto del cambio y la permanencia, reconoció el pensamiento de Heráclito, quien sostenía que la realidad es un constante cambio y la permanencia una ilusión. Lo que acerca la posición de una observación permanente del andar de los pájaros, los que tienen claro que sus destrezas vibran una y otra vez, entendiendo que es grandioso el panorama en el que viven y majestuoso el horizonte al que se dirigen.

En el mundo sensible de Platón yace lo imperfecto y cambiante, mientras que en el mundo inteligible sucede lo inmutable y perfecto; ¿el vuelo de los pájaros a qué mundo pertenece?

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