La NASA dijo el viernes que escogió a SpaceX para un viaje a la gélida luna Europa de Júpiter, lo cual es un gran envión para la empresa de Elon Musk que apunta a alcanzar lo más lejano del sistema solar. La misión Europa Clipper comenzará en octubre de 2024 con el despegue de un cohete Falcon Heavy desde el Centro Espacial Kennedy en Florida. El monto del contrato es de 178 millones de dólares.
Previamente se esperaba que el despegue lo realizara la NASA con su cohete SLS, cuyo desarrollo está plagado de demoras y crecientes costos. Algunos críticos lo consideran un “programa de trabajo” para el estado de Alabama en donde se desarrolla gran parte de su producción.
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Mientras el SLS aún no está operativo, el Falcon Heavy ya ha realizado misiones comerciales y gubernamentales desde su vuelo inaugural en 2018 cuando llevó el Tesla Roadster de Musk al espacio. El Falcon Heavy genera más de cinco millones de libras de empuje (22 millones de Newtons) en el despegue, lo que equivale a 18 aviones 747.
El orbitador Europa hará entre 40 y 50 pasadas cercanas sobre esa helada luna de Júpiter para determinar si cuenta con condiciones adecuadas para la vida. Su carga incluirá cámaras y espectrómetros para producir imágenes de alta resolución y mapas de la superficie y la atmósfera, así como un radar para perforar la capa de hielo en busca de agua líquida.
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Fuente: AFP.
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Europa se rezaga en carrera por el litio, mientras China avanza en América Latina
- París, Francia. AFP.
Europa quiere ser un referente mundial en transporte limpio, pero se está topando con un desafío: el litio, un recurso clave para fabricar baterías de autos eléctricos, y codiciado por China en Latinoamérica y África. China produce más de las tres cuartas partes de las baterías vendidas en el planeta, refina el 70 % de esa materia prima y es el tercer extractor mundial por detrás de Australia y Chile, según datos de 2024 del servicio geológico de Estados Unidos (USGS).
Para hacerse un hueco, Europa ha desarrollado una ambiciosa arquitectura regulatoria que pone el énfasis en la preservación del medioambiente, la creación de empleo de calidad y la cooperación con las comunidades locales. Además, ha suscrito acuerdos bilaterales con una quincena de países, entre ellos Chile y Argentina, quinto productor mundial de litio. El problema es el dinero.
“Veo muchos memorandos de entendimiento, pero falta acción. En ocasiones, el mismo día que estábamos firmando un acuerdo, los chinos estaban comprando una mina en ese país”, dice a AFP Julia Poliscanova, directora del área de vehículos eléctricos en el círculo de reflexión Transport and Environment (T&E).
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El desfase es obvio: mientras que China invirtió 6.080 millones de dólares en proyectos de litio de 2020 a 2023, Europa apenas puso sobre la mesa 1.060 millones, según datos recopilados por T&E. La Agencia Internacional de la Energía lo afirma claramente en su reciente informe de 2025 sobre minerales críticos, donde por cierto destaca el aumento de la demanda mundial de litio el año pasado, un 30 %.
“Para garantizar el suministro de materias primas, China está invirtiendo activamente en minas en el extranjero, a través de empresas estatales con apoyo político del gobierno”, apunta la AIE.
China cuenta para ello con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en la que la minería fue el segundo mayor capítulo, con 21.400 millones de dólares de inversión en 2024, detalla la AIE.
Europa “está atrasando los niveles de inversión en estas áreas”, y “si no tiene clara su posición de cómo va a desarrollar sus industrias nacionales de baterías y hasta de minería (...), va a dejar espacios que se lo van a comer en otros lados del mundo”, apunta desde Santiago de Chile Sebastián Galarza, fundador del Centro de Movilidad Sostenible.
El caso es especialmente marcado en África, donde la demanda china ha aupado a Zimbabue a la posición de cuarto productor mundial de litio.
“Los chinos y otros actores no siempre hablan de estándares [de inversión], pero ahí está su dinero. Los ideales y estándares de la UE tienen que venir de la mano del dinero, en forma de inversiones reales en minería”, incide Theo Acheampong, del centro de reflexión ECFR.
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América Latina, socio imprescindible
Para 2035, la UE tiene el objetivo de que todos los coches nuevos destinados a su mercado produzcan cero emisiones. El porcentaje de ventas de vehículos eléctricos en la UE fue del 21 % en 2024, según la AIE.
Europa planea construir decenas de fábricas de baterías, pero no lo está teniendo fácil ante el errático apetito de sus propios consumidores y la competencia de Japón (Panasonic), Corea del Sur (LG Energy Solution, Samsung) y sobre todo China (CATL, BYD).
Tanto el mercado como los analistas defienden por ello un estrechamiento de la relación con el triángulo del litio formado por Chile, Argentina y Bolivia (casi la mitad de las reservas del preciado metal), sin olvidar la emergente producción brasileña. El objetivo: crear cadenas de valor y que algún día las baterías de autos eléctricos se fabriquen también en América Latina.
La propuesta regulatoria europea permitiría a América Latina “compatibilizar el desarrollo local con la exportación de esas materias primas, y no caer en un ciclo puramente extractivista”, expone Juan Vázquez, jefe adjunto para América Latina y el Caribe en el Centro de Desarrollo de la OCDE.
“Actualmente, el 4 % del litio de Chile va a Europa (...) pero la UE tiene todas las posibilidades para aumentar la participación en la industria de la batería”, incide Stefan Debruyne, director de asuntos externos de la minera chilena privada SQM.
Una electrificación creciente
Galarza plantea la cuestión fundamental, que va más allá de la extracción del metal. “¿Qué interés tienes como empresa de instalarte en Chile para producir cátodos, baterías o materiales más elaborados, si no tienes un mercado local o regional que abastecer? ¿Por qué no simplemente llevarte el litio, refinarlo y hacer todo en China y mandarnos la batería de vuelta?”, se pregunta.
Defendiendo la tradición automotriz de México, Brasil y Argentina, él mismo responde: “hay que empujar rápidamente hacia la electrificación del transporte en la región”, para que “seamos parte también de los beneficios de esa transición energética”. El camino se anuncia largo, pero los últimos datos son promisorios, según la AIE, que elogió recientemente las políticas públicas aplicadas, tales como incentivos fiscales y reducciones de las tarifas de matriculación.
En Brasil, el mayor mercado regional, la cuota de ventas de autos eléctricos se duplicó en 2024 respecto al año anterior, y alcanzó el 6,4 %, el 85 % de ellos importados de China. La tendencia mejoró igualmente en Costa Rica y Colombia, con porcentajes del 15 % y el 7,4 %, respectivamente. México y Chile crecieron y se ubicaron ligeramente por encima del 2 %.
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Hidrólogo paraguayo simula con éxito 30 años del curso del río Paraná con supercomputadora de la NASA
Por Lourdes Torres – Periodista - lourdes.torres@nacionmedia.com
Invitado por John Bolten, jefe del Laboratorio de Ciencias Hidrológicas de la NASA, el ingeniero Eduardo Dose Martínez, oriundo de Hohenau, Itapúa, se encuentra desde inicio de año en la NASA Goddard, centro neurálgico de la NASA para la ciencia climática, satelital y de la Tierra, ubicado en Greenbelt, Estados Unidos, estudiando el comportamiento del río Paraná. Logró simular con éxito 30 años de caudales del cauce hídrico mediante el uso de Discover, la supercomputadora de la NASA.
El hidrólogo paraguayo explicó en una charla con La Nación / Nación Media que es funcionario del sector de Hidrología de la Central Hidroeléctrica Yacyretá. Su labor consiste en estudiar los datos del río Paraná para la gestión del embalse, como el pronóstico de caudales, el pronóstico climático, la evaluación de riesgos de inundación y el análisis de factores como los fenómenos de El Niño y La Niña. Todo ello en función de la generación de energía hidroeléctrica y la prevención de riesgos.
Indicó que desde su llegada a la NASA en febrero de este año, ha tenido acceso a herramientas satelitales que permiten utilizar datos obtenidos por misiones en órbita relacionados con la precipitación, el uso del suelo y parámetros físicos en general. Gracias a ello, esperan continuar la investigación para generar pronósticos de caudales más precisos, permitiendo entender cómo responde el río a la lluvia, al uso del suelo y al clima.
“En la NASA tienen lo que llaman una constelación de satélites alrededor del planeta que están permanentemente recolectando datos climáticos, del suelo y del océano. Con esa impresionante gama de información logramos simular el río Paraná utilizando su modelo Land Information System (LIS) y datos satelitales, abarcando un periodo de 30 años. Esto contribuirá en Yacyretá a mejorar la previsión de caudales y la gestión de riesgos de inundación”, explicó.
Proyecciones a futuro
Mencionó que en el contexto medioambiental, también será posible evaluar cómo el cambio climático podría afectar la generación de energía eléctrica debido a una eventual escasez de agua. Gracias a las autorizaciones correspondientes, obtuvo acceso a Discover, lo cual le permite realizar simulaciones del río Paraná a gran escala.
“Estoy utilizando un modelo informático llamado LIS (Land Information System). Es un simulador de diversos procesos naturales; uno de ellos es el ciclo del agua. Para simular un río necesito saber cuánto llueve, dónde llueve, qué uso del suelo hay en ese lugar —qué porcentaje corresponde a bosque, agricultura, zonas urbanas o humedales—, además de variables como la evapotranspiración, el viento, la humedad y la radiación solar. Todos estos elementos determinan cuánta agua corre por un río, cuánto se evapora y cuánto infiltra hacia los acuíferos”, detalló.
Dose señaló que luego de meses de trabajo, la semana pasada logró simular con éxito el comportamiento del río Paraná desde 1991 hasta 2025, con resultados muy satisfactorios. Esto fue posible gracias a la existencia de satélites de la NASA con la resolución adecuada desde ese mismo período.
Evaluación con distintos satélites
“El trabajo que ahora estamos iniciando es el de comparar distintos satélites. Hay varios que miden la lluvia a escala global. Yo utilicé uno y obtuve los resultados que tenemos hoy. Vamos a comenzar a probar otros, como IMERGE, CHIRPS, MERRA2, entre otros, para identificar cuál se ajusta mejor al comportamiento del río Paraná. Esto nos permitirá comparar con los datos reales de caudal medidos en Yacyretá”, explicó Dose.
Agregó que trabajar con estos datos abre la posibilidad de mejorar los modelos de pronóstico y, con ellos, prever con mayor certeza las precipitaciones y el caudal del río, elementos clave para la planificación energética.
“Los satélites son progresivamente más avanzados, con sensores más especializados que nos ofrecen datos validados científicamente. Esto permitirá pronosticar cuánta agua irá al río, identificar zonas propensas a inundaciones y preparar mejor a la población. En el caso de una hidroeléctrica, también permite estimar la generación de energía”, explicó.
Simulación del cambio climático
No obstante, aclaró que aún es muy temprano para establecer parámetros relacionados con el cambio climático, ya que por ahora el equipo está centrado en calibrar el modelo para generar pronósticos de caudal a corto plazo. Sin embargo, reconoció que es un tema interesante a abordar más adelante.
Mencionó también que están tomando como referencia un estudio reciente de la Universidad de Alabama, que muestra una bajante significativa en el caudal promedio de grandes ríos, incluido el Paraná, durante los últimos 30 años.
“Ahora nos estamos enfocando en el pronóstico de caudales del río a corto plazo. Estamos probando distintos satélites que miden la precipitación para mejorar la simulación. Cuando identifiquemos el más adecuado, podremos basarnos en sus datos para pronosticar el caudal. Solo entonces podré responder con certeza sobre la viabilidad de una simulación de cambio climático”, acotó.
Ciencia al servicio de la región
El hidrólogo destacó que estos meses de trabajo representaron una experiencia única, tanto por las herramientas como por el nivel profesional de los equipos de la NASA. Expresó su deseo de que los resultados del proyecto puedan ser útiles para Paraguay y para toda la región.
“Hasta ahora, los resultados son alentadores. Estamos en el camino de seguir ajustando y mejorando, con el objetivo de ofrecer un producto útil. Considerando que la NASA busca abrir sus datos a todos los países que deseen utilizarlos, para nuestro país es clave poder contar con información que nos ayude a gestionar mejor nuestros recursos hídricos —los ríos, los acuíferos, el clima—”, concluyó.
Cooperación interinstitucional de alto nivel
El desarrollo del proyecto de investigación sobre el río Paraná en el Centro Goddard de la NASA fue posible gracias a una articulación interinstitucional de alto nivel. El grupo ISAT, conformado por la NASA, la Universidad de Virginia (UVa) y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. (USACE), junto con el financiamiento parcial del Departamento de Estado de los Estados Unidos, conformó el núcleo técnico y científico de esta iniciativa.
La gestión administrativa y la intermediación de fondos fueron asumidas por el Programa Agua de las Américas de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que actuó como puente fundamental para viabilizar la cooperación internacional.
Por su parte, la Entidad Binacional Yacyretá recibió formalmente la convocatoria y solicitud de autorización por parte de la NASA, y autorizó la participación del profesional involucrado mediante resolución del Comité Ejecutivo Binacional, con la aprobación de ambos directores —paraguayo y argentino— y el pleno respaldo institucional para facilitar su incorporación al equipo de investigación.
Debido a los buenos resultados ya obtenidos, se ha agendado una presentación final el 7 de julio en el auditorio principal de la NASA, donde se compartieron los avances del proyecto. Para esta ocasión se cursaron invitaciones a autoridades representativas de las instituciones involucradas, así como a representantes consulares de Paraguay y Argentina, entre otros.
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Hidrólogo paraguayo simula con éxito 30 años del curso del río Paraná
- Lourdes Torres
- lourdes.torres@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza/Archivo
El ingeniero Eduardo Dose Martínez está abocado a estudiar el comportamiento del río Paraná desde 1991 a la fecha con el fin de generar pronósticos de caudales más precisos, permitiendo entender cómo responde el río a la lluvia, al uso del suelo y al clima. El objetivo es llevar un control del embalse de la hidroeléctrica Yacyretá.
Invitado por John Bolten, jefe del Laboratorio de Ciencias Hidrológicas de la NASA, el ingeniero Eduardo Dose Martínez, oriundo de Hohenau, Itapúa, se encuentra desde inicios de año en la NASA Goddard. Se trata de un centro neurálgico de la agencia espacial estadounidense en lo relativo a la ciencia climática, satelital y de la Tierra, y está ubicado en Greenbelt, Estados Unidos.
Nuestro compatriota se dedicó a estudiar el comportamiento del río Paraná logrando simular con éxito 30 años de caudales del cauce hídrico mediante el uso de Discover, la supercomputadora de la NASA.
El hidrólogo paraguayo explicó en una charla con La Nación/Nación Media que es funcionario del sector de Hidrología de la central hidroeléctrica Yacyretá. Su labor consiste en estudiar los datos del río Paraná para la gestión del embalse, como el pronóstico de caudales, el pronóstico climático, la evaluación de riesgos de inundación y el análisis de factores como los fenómenos de El Niño y La Niña. Todo ello en función de la generación de energía hidroeléctrica y la prevención de riesgos.
Dose Martínez indicó que, desde su llegada a la NASA en febrero de este año, ha tenido acceso a herramientas satelitales que permiten utilizar datos obtenidos por misiones en órbita relacionados con la precipitación, el uso del suelo y parámetros físicos en general. Gracias a ello, esperan continuar la investigación para generar pronósticos de caudales más precisos, permitiendo entender cómo responde el río a la lluvia, al uso del suelo y al clima.
“En la NASA tienen lo que llaman una constelación de satélites alrededor del planeta que están permanentemente recolectando datos climáticos, del suelo y del océano. Con esa impresionante gama de información logramos simular el río Paraná utilizando su modelo Land Information System (LIS) y datos satelitales, abarcando un periodo de 30 años. Esto contribuirá en Yacyretá a mejorar la previsión de caudales y la gestión de riesgos de inundación”, explicó.
PROYECCIONES A FUTURO
Mencionó que, en el contexto medioambiental, también será posible evaluar cómo el cambio climático podría afectar la generación de energía eléctrica debido a una eventual escasez de agua. Gracias a las autorizaciones correspondientes, obtuvo acceso a Discover, lo cual le permite realizar simulaciones del río Paraná a gran escala.
“Estoy utilizando un modelo informático llamado LIS (Land Information System). Es un simulador de diversos procesos naturales; uno de ellos es el ciclo del agua. Para simular un río necesito saber cuánto llueve, dónde llueve, qué uso del suelo hay en ese lugar –qué porcentaje corresponde a bosque, agricultura, zonas urbanas o humedales–, además de variables como la evapotranspiración, el viento, la humedad y la radiación solar. Todos estos elementos determinan cuánta agua corre por un río, cuánto se evapora y cuánto infiltra hacia los acuíferos”, detalló.
Dose señaló que, luego de meses de trabajo, la semana pasada logró simular con éxito el comportamiento del río Paraná desde 1991 hasta 2025 con resultados muy satisfactorios. Esto fue posible gracias a la existencia de satélites de la NASA con la resolución adecuada desde ese mismo período.
EVALUACIÓN
“El trabajo que ahora estamos iniciando es el de comparar distintos satélites. Hay varios que miden la lluvia a escala global. Yo utilicé uno y obtuve los resultados que tenemos hoy. Vamos a comenzar a probar otros, como IMERGE, CHIRPS, MERRA2, entre otros, para identificar cuál se ajusta mejor al comportamiento del río Paraná. Esto nos permitirá comparar con los datos reales de caudal medidos en Yacyretá”, explicó.
El profesional indicó que trabajar con estos datos abre la posibilidad de mejorar los modelos de pronóstico y, con ellos, prever con mayor certeza las precipitaciones y el caudal del río, elementos clave para la planificación energética.
“Los satélites son progresivamente más avanzados, con sensores más especializados que nos ofrecen datos validados científicamente. Esto permitirá pronosticar cuánta agua irá al río, identificar zonas propensas a inundaciones y preparar mejor a la población. En el caso de una hidroeléctrica, también permite estimar la generación de energía”, comentó.
SIMULACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
No obstante, aclaró que aún es muy temprano para establecer parámetros relacionados con el cambio climático, ya que por ahora el equipo está centrado en calibrar el modelo para generar pronósticos de caudal a corto plazo. Sin embargo, reconoció que es un tema interesante a abordar más adelante.
Mencionó también que están tomando como referencia un estudio reciente de la Universidad de Alabama, que muestra una bajante significativa en el caudal promedio de grandes ríos, incluido el Paraná, durante los últimos 30 años.
“Ahora nos estamos enfocando en el pronóstico de caudales del río a corto plazo. Estamos probando distintos satélites que miden la precipitación para mejorar la simulación. Cuando identifiquemos el más adecuado, podremos basarnos en sus datos para pronosticar el caudal. Solo entonces podré responder con certeza sobre la viabilidad de una simulación de cambio climático”, acotó.
El hidrólogo destacó que estos meses de trabajo fueron una experiencia única, tanto por las herramientas como por el nivel profesional de los equipos de la NASA. En este sentido, expresó su deseo de que los resultados del proyecto puedan ser útiles para Paraguay y para toda la región.
“Hasta ahora los resultados son alentadores. Estamos en el camino de seguir ajustando y mejorando con el objetivo de ofrecer un producto útil. Considerando que la NASA busca abrir sus datos a todos los países que deseen utilizarlos, para nuestro país es clave poder contar con información que nos ayude a gestionar mejor nuestros recursos hídricos y el clima”, concluyó.
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Reducen posibilidad de choque entre la Vía Láctea y Andrómeda
- París, Francia. AFP.
La posibilidad de que la Vía Láctea choque dentro de miles de millones de años con la galaxia gigantesca de Andrómeda se ha reducido a aproximadamente la mitad, según nuevos cálculos informáticos anunciados este lunes. Y en todo caso, ese fenómeno intergaláctico ocurrirá mucho después de que por la expansión del Sol se haya extinguido toda la vida en la Tierra.
La Vía Láctea y la aún más grande galaxia de Andrómeda se acercan entre sí a 100 kilómetros por segundo, y los científicos han predicho durante mucho tiempo que colisionarán en unos 4.500 millones de años. Las investigaciones previas habían sugerido que muchos sistemas estelares podrían acabar en el centro de esta nueva galaxia fusionada “Milkomeda” y ser absorbidos por su agujero negro supermasivo. Alternativamente otros podrían ser expulsados al vacío intergaláctico.
Sin embargo, “las proclamaciones sobre la inminente desaparición de nuestra galaxia parecen ser muy exageradas”, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature Astronomy. Solo hay aproximadamente un 50% por ciento de probabilidad de que la Vía Láctea y Andrómeda choquen entre sí en los próximos 10.000 millones de años, determinó el equipo internacional de astrofísicos.
“Básicamente es como lanzar una moneda al aire”, dijo a AFP el autor principal del estudio, Till Sawala, de la Universidad de Helsinki.
Los investigadores ejecutaron más de 100.000 simulaciones informáticas utilizando nuevas observaciones de telescopios espaciales.
Una fusión de galaxias en los próximos 5.000 millones de años es “sumamente improbable”, dijo Sawala.
Es mucho más probable que las galaxias pasen relativamente cerca una de la otra--digamos, un poco menos de 500.000 años luz de distancia.
Solo en la mitad de las simulaciones la materia oscura terminó arrastrando finalmente a las dos galaxias hacia un abrazo cataclísmico.
Pero esto probablemente solo ocurriría en unos 8.000 millones de años--mucho después de que el Sol se haya transformado en una moribunda enana blanca.
“Así que podría pasar que nuestra galaxia termine destruida”, dijo Sawala.
“Pero también es posible que nuestra galaxia y Andrómeda orbiten mutuamente durante decenas de miles de millones de años, simplemente no lo sabemos”.
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El destino de la galaxia está “abierto”
El destino de la Vía Láctea “sigue completamente abierto”, resumió el estudio. Los investigadores enfatizaron que sus hallazgos no significan que los cálculos anteriores fueran incorrectos, solo que usaron observaciones más nuevas y tuvieron en cuenta el efecto de más galaxias satélite. Una nueva serie de datos surgidos del telescopio espacial Gaia, recientemente retirado, así como del Hubble, podrían proporcionar una respuesta definitiva a esta pregunta en la próxima década, predijo Sawala.