La erupción volcánica en curso desde hace más de dos semanas en Islandia, a unos cuarenta kilómetros de Reykjavik, se amplió el lunes con una nueva expulsión de lava, según el Instituto meteorológico e imágenes en directo de la televisión islandesa.
La nueva fisura, de entre 100 y 200 metros, se encuentra a un kilómetro del primer foco de la erupción situada en el valle de Geldingadalir, alrededor del monte Fagradalsfjall, anunció la oficina meteorológica de Islandia.
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El nuevo fenómeno se inició “hacia mediodía”, según el organismo. Pequeñas cantidades de magma salían de la tierra, según imágenes en directo difundidas por la televisión pública RUV. La lava de la nueva falla fluye hacia otro pequeño valle vecino denominado Merardalir.
El acceso al sitio, a donde muchos visitantes acuden desde el inicio de la erupción el 19 de marzo, fue cerrado por precaución y está siendo evacuado, según la policía islandesa. Los vulcanólogos islandeses, que inicialmente preveían una erupción de corta duración, calculan ahora que durará semanas e incluso más.
La última erupción en la península de Reykjanes (suroeste), ocurrió hace 800 años con varios episodios de 1210 a 1240. Ahora el sitio se convirtió en la atracción del momento en Islandia. En el último cálculo, el domingo, se indicó que han visitado el lugar más de 36.000 personas, un décimo de la población del país.
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Fuente: AFP.
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“El retrato es una forma de crear un espacio con el otro”
El fotógrafo paraguayo Juanjo Ivaldi Zaldívar se instaló por primera vez en ese alejado territorio en 2009. Ahora vive en Seyðisfjörður, transformado por el contexto, un planeta distinto, como dice. El artista visual nos habla sobre la esencia de su nueva muestra y sus vivencias en la “tierra del fuego y el hielo”.
- Por Jimmy Peralta
- Fotos Juanjo Ivaldi
El pasado 17 de junio se habilitó en Islandia la muestra “Dejar aparecer”, del fotógrafo paraguayo Juanjo Ivaldi Zaldívar, una propuesta coordinada por Auður Mikaelsdóttir que presenta un centenar de retratos de ciudadanos de Höfn, un pueblo de alrededor de 2.200 habitantes, donde el compatriota vivió un tiempo. “Dejar aparecer” es una forma de buscar pasivamente el momento artístico, tanto para permitir que este logre manifestarse, en este caso la imagen frente al observador, así como para el artista permitirse ver y captar la obra, en el caso de Juanjo, registrar con la cámara con el máximo respeto al retratado.
Ivaldi vive su segunda estadía en la isla. En 2009 fue por primera vez, para volver en 2014. Cinco años después volvió a instalarse y a revivir la conexión que le permite ese planeta que se le representa como Islandia, como paisaje y humanidad como contexto. “En el retrato, lo esencial no se fabrica: se revela”, cita el texto de convocatoria a la muestra. Juanjo habló con La Nación del Finde sobre esta iniciativa, su experiencia en Islandia, y la búsqueda ética y estética que propone él con esta colección.
–¿Cuál tu primera vinculación con Islandia antes de ir y la primera en construir al llegar allá?
–Pensar en esto me llevó directo a una memoria de una sala de fotografía con un piso de ajedrez en el “Instituto de la imagen”. Coincidentemente, la primera vez que escuché sobre Islandia fue en un curso de fotografía que tomaba en Paraguay, allá por el 2006 o 2007, no recuerdo muy bien. Alguien puso música de Sigur Rós… ese sonido… lejano, como si viniera de otro mundo. Hoy, mientras te respondo a estas preguntas, vuelvo a poner Sigur Rós y preparo un café. Mi primer vínculo real con Islandia fue por Sunna, una mujer bellísima de estas tierras, a quien siempre voy a estar profundamente agradecido por invitarme a llegar hasta acá. Con ella tuvimos una relación de jóvenes curiosos en esos años, y un día me dijo: “¿Por qué no nos vamos a Islandia?” Yo le dije “¡Jaha!”. Y bueno, fue así como Islandia pasó de ser ecos sonoros (primero conocí su música), después solo imaginación, a convertirse en un hogar.
Llegar desde Paraguay en 2009, con 25 años, fue como aterrizar en otro planeta, Islandia es otro planeta. Recuerdo un paisaje más negro que verde: extensiones de lava, montañas, cielos inmensos, inmensidad más inmensidad, bum, un aura boreal, 24 horas de día, 24 horas de noche y silencios. Hermosos silencios. No era el Islandia “turístico” de hoy, era un país más reservado, lleno de barrios y a la vez más salvaje. Esa naturaleza en todas sus formas, honesta, me atrapó de una forma que nunca imaginé. Creo que, en ese primer invierno, mientras la nieve caía sobre un planeta que apenas empezaba a conocer, supe que algo en mí también estaba cambiando. Para siempre.
–¿Cómo definirías al retrato, y cómo lo diferenciarías de otras formas fotográficas?
–Para mí, el retrato es una forma de crear un espacio con el otro. No es una imposición de la mirada, del “yo fotógrafo” quiero que vos persona hagas esto para que el “yo fotógrafo” sobresalga. En mi experiencia, un retrato ocurre cuando el otro puede emerger, cuando no se lo interrumpe ni se lo fuerza a ser algo. En este sentido, lo diferencio de otras formas fotográficas que a veces buscan captar lo espectacular, lo inmediato o lo evidente. El retrato, en cambio, es más lento. El retrato es espera. Uno se queda esperando un gesto, una pausa, un silencio donde algo del otro se revele. Es como transitar el mundo analógico de la fotografía. Suele haber un segundo donde la persona decide darte algo, o a veces se le escapa, porque siempre está ahí. En mi búsqueda del retrato, no trato de fabricar una imagen, sino dejar que algo que ya está, como la dignidad, una verdad, incluso una herida, se asome, de formas diferentes. Y cuando hay escucha, cuando hay tiempo, ahí entre dos personas, esa imagen puede convertirse en un espejo donde alguien se reconozca con una dignidad que quizás había olvidado. Por eso, para mí, retratar es también un acto de respeto.
EL TRAYECTO
–¿Cuándo empezó a tener forma de muestra esta colección de fotos?
–Esta última exhibición de retratos tiene sus raíces en una experiencia previa del año 2023, cuando trabajé junto a Greta Clough en una región del norte de Islandia. Allí realizamos una serie de entrevistas y retratos que culminaron en la muestra Fl(j)óð, una exposición fotográfica centrada en mujeres de origen extranjero que vivían en Húnaþing Vestra. Compartimos las historias de 33 mujeres de la comunidad, celebrando sus raíces y abriendo espacios de reflexión sobre el lugar que ocupan las mujeres inmigrantes dentro de la sociedad islandesa. Este proyecto fue muy bien recibido y tuvo buena cobertura mediática en el país. Inspirada en esa experiencia, Auður Mikkelsdóttir se puso en contacto conmigo con la idea de hacer algo similar en Höfn, una localidad del sureste a donde llegamos juntos con Tess Rivarola en 2019 y donde vivimos por más de un año. Esta vez, el enfoque estuvo puesto en las y los habitantes de la comunidad. Así comenzó esta nueva etapa.
Durante tres meses hice lo que más me gusta en la vida; manejar en ruta islandesa, escuchar música y fotografiar. Viajé desde Seydisfjördur (un pequeño fiordo del este donde vivimos desde el 2020) a Höfn todos los fines de semana, unos 150 km, atravesando dos rutas de montaña que alcanzan los 600 metros de altitud y no pocas veces están cubiertas de niebla. Conocí y fotografié a 114 personas. En cada encuentro conocí algo nuevo de esta cultura. Tomé café como nunca antes en mi vida. Acá cada vez que llegas a una casa no importa la hora que sea te invitan café. Cada persona me mostró algo nuevo de la forma de ver la vida que tienen los islandeses. Y así fue tomando forma la muestra: como un retrato colectivo que busca reflejar la diversidad del pensamiento, la memoria compartida y lo cotidiano de quienes habitan este rincón del sureste islandés.
–¿Qué sensaciones o intenciones conectan o vinculan entre sí a las fotos de esta muestra?
–Una serie de fotografías puede narrar una historia, pero en esta muestra de retratos el hilo no es argumental. No hay un relato lineal, sino una atmósfera que se construye desde la escucha. Para cada retrato, lo único que pedía era que la persona eligiera el lugar donde quería ser fotografiada. Algunos escogieron sus casas; otros, los caminos donde pasean con sus perros. Algunos volvían a las granjas de sus abuelos, a los establos donde cuidan caballos, ovejas o gallinas. Esas elecciones no fueron casuales: en esta serie de retratos el paisaje no es fondo, es parte del cuerpo. Creo también que lo que une estas imágenes es una intención compartida porque para ser retratado hay que querer ser visto.
En muchos de estos retratos se puede leer el arraigo profundo que cada islandés tiene con su tierra. Para muchos, decir “soy de tal lugar” es un acto de orgullo. Y no es solo una frase: es literal. Algunos nunca salieron de su pueblo Son de ahí, y lo son a mucha honra. Cada persona retratada iba trayendo una nueva perspectiva; su forma de pensar. Y, sin embargo, algo se repetía, remitiendo a algo ya escuchado antes, al otro lado de la isla. Y así se fue tejiendo más o menos, una sensación de intimidad, de presencia, de pertenencia. Quizás lo que une estas imágenes no sea lo que se ve, sino lo que se intuye: una vibración, una confianza, una forma de mirar que no busca transformar, curiosea. Lo que deseo es que cada retrato sea una puerta entreabierta entre la presencia y el misterio.
OBSERVACIÓN Y ESPERA
–¿Cómo llegás vos a la idea de “dejar aparecer” y qué pensás que te aporta como fotógrafo en el contexto donde te manejás?
–El concepto de “dejar aparecer” lo tomo prestado de Humberto Maturana, biólogo chileno, quien plantea que amar es permitir que el otro sea, sin forzarlo a cumplir con nuestras expectativas. Me quedó resonando, y con el tiempo entendí que eso también era lo que yo buscaba al retratar. Coincide con mi manera de aproximarme al retrato, no desde la dirección ni la construcción, sino desde la observación y la espera. Yo no me siento tanto un fotógrafo que “arma” imágenes, sino alguien que observa, que acompaña. En el contexto donde vivo, el “countryside” de Islandia, el tiempo se percibe de otra forma, las personas tienen otras formas de relacionarse. En el momento del retrato, las personas acá pueden llegar a ser muy cerradas para nosotros los “sudacas”. Pero eso es una interpretación desde una expectativa del otro. Aquí, se vuelve clave ser observador, quedarse quieto. Acompañar el silencio entre los dos, acompasar el momento. Aquí no se pueden forzar las cosas. Entonces uno, como fotógrafo, va generando el espacio, las condiciones donde la persona pueda mostrarse, si quiere, si lo siente. Puedo decir hoy que “dejar aparecer” se ha vuelto para mí una ética del mirar y del convivir.
–¿Podrías comentarnos algo de Höfn?
–Höfn es un pequeño pueblo al sureste de Islandia, rodeado de playas negras, glaciares del Parque Nacional Vatnajökull y montañas que respiran con el clima. Tiene tormentas de viento, neblinas… y unos amigos maravillosos. Llegamos allí con Tess Rivarola en mayo de 2019. Hay algo en su paisaje: el viento te habla, o la luz cambia de golpe y te muestra otras formas. A primera vista puede parecer un lugar aislado, pero después de esta experiencia fotográfica me di cuenta de que tiene una vida comunitaria generosa. Vivimos un año con Tess en las afueras de Höfn, Hólmur, en una casa amarilla, con el glaciar como jardín. Después de esa experiencia armamos una exhibición en conjunto: con poesías de Tess y fotografías mías, que se llamó “Mirada extraviada”. Tess tiene mucho que ver con mi desarrollo como artista. Me empujó a buscar más profundidad, a ir más allá. Exige como loca, y eso sirve muchísimo.
–¿Cómo es tu vida allá?
–Ahora vivimos en Seyðisfjörður, en el este de Islandia, a 661 kilómetros de la capital. Mi vida hoy es bastante tranquila, ya no farreo tanto, también intensa en otros aspectos. En el día a día cocino, saco fotos, tomo helado, voy a nadar, chismoseo con la gente, me plagueo… y otras cosas que no te voy a contar porque seguro que mi vieja va a leer esto. Siento que, en lugares como estos, donde el tiempo se mueve más lento, uno puede escuchar mejor. Mirar las cosas en sus diferentes formas y estados.
Escuchar a los demás, y también a uno mismo. La naturaleza no es solo un complemento o una foto para Instagram: es un personaje más que convive entre nosotros, con el que uno dialoga todos los días. Te guste o no. Reykjavik, Höfn, Seyðisfjörður… Islandia me ha dado algo valioso: la posibilidad de mirar con más atención, de reinventarme, de sanar, de perdonar, de crecer de muchas formas. De vincularme con la gente de otra cultura, desde las diferencias y el respeto. Y de construir un ritmo de vida más acorde con lo que necesito en este momento.
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Seminci: el cineasta islandés Rúnar Rúnarsson reaparece con el corto “O”
Por David Sánchez, desde Valladolid (España), X: @tegustamuchoelc (*).
Se presentó en la 69.ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), en España, el cortometraje “O” del director fuera de serie Rúnar Rúnarsson, uno de los directores islandeses más internacionales del momento y quien nos dejó con la boca abierta el pasado Cannes con la que es quizás uno de los mejores filmes del 2024, el drama “When the Light Breaks”.
Rúnarsson, graduado de la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca, ha tenido una carrera exitosa con películas como “Volcano” (2011), “Sparrows” (2015), y “When the Light Breaks” (2024). Además, su trilogía de cortometrajes “Crossroads”, que componen “The Last Farm” (2006), “2 Birds” (2008) y “Anna” (2009); ha ganado numerosos premios internacionales.
Ingvar Sigurðsson, el actor protagonista del cortometraje, es conocido por su papel en la serie “Trapped” (2015), ha sido premiado varias veces como Actor del Año en Islandia y reconocido por sus actuaciones en “Englar alheimsins” (2000) y “Jar City” (2006).
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El cortometraje cuenta la historia de un hombre frágil enfrentando sus propios obstáculos, el alcoholismo, para cumplir una tarea simple, visitar a su hija el día de su boda, y sin una gota de alcohol en el cuerpo. El actor islandés Ingvar Sigurðsson ha sido invitado a la Seminci de Valladolid para presentar su trabajo, el cortometraje tiene un complicado nombre “O”, o como él mismo dice, “The Ring” o “Circle”.
Cuando se le preguntó acerca de su colaboración con el director Rúnar Rúnarsson, Sigurðsson recordó que no era la primera vez que trabajaban juntos. “Trabajamos en una película llamada ‘Sparrows’ hace unos ocho o tal vez diez años”, mencionó. “Fue una buena experiencia, y ahora volvemos a colaborar en este cortometraje”.
En “The Ring”, Sigurðsson no tiene mucho diálogo, lo que plantea la pregunta de si es más difícil actuar cuando las palabras escasean. “No, de hecho, me gusta cuando puedo usar más mis expresiones físicas que hablar”, explicó. “Esto fue perfecto para mí”.
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The Ring aborda el tema de la vida de las personas sin hogar, un fenómeno que, según Sigurðsson, aunque presente en Islandia, no es tan visible como en otras partes del mundo. “No es algo que veas en cada esquina como en Los Ángeles, por ejemplo. En Islandia, existen personas sin hogar, pero no están por todos lados”, explicó. “El gobierno se ocupa de ellos, hay refugios disponibles para aquellos que lo necesitan”.
En cuanto al estado del cine en Islandia, Sigurðsson se muestra optimista. “El cine ha crecido de manera saludable en los últimos años”, comentó. “Tenemos el Fondo de Cine de Islandia, y también estamos conectados con el fondo escandinavo, lo que nos permite obtener apoyo financiero de diferentes países”. La colaboración con otros países europeos, como Francia y Alemania, ha sido crucial para el desarrollo de la industria cinematográfica en Islandia, lo que ha permitido que películas islandesas lleguen a una audiencia internacional más amplia.
Además, Sigurðsson destacó un incentivo fiscal que Islandia ofrece para fomentar la producción cinematográfica. “Ofrecemos una reducción de impuestos para producciones cinematográficas, tanto nacionales como extranjeras, si gastan una cierta cantidad de dinero en el país”, explicó. Este tipo de incentivos ha atraído a diversas producciones internacionales a filmar en Islandia, ayudando al crecimiento de la industria.
Para Sigurðsson, su estancia en España ha sido muy positiva. Cuando se le preguntó cómo se siente en el país, respondió con entusiasmo: “Me siento muy libre aquí. De vez en cuando alguien me reconoce por algo que he hecho antes, pero es agradable, muy agradable”. Esta experiencia contrasta con la vida en Islandia, donde, debido al tamaño reducido de la población y su larga trayectoria actoral, es más conocido. “Islandia es un país pequeño, y he estado en esto por muchos años, así que la gente me conoce allí”, agregó con una sonrisa.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Se calmó la actividad volcánica en Islandia
La actividad del volcán que entró en erupción en el suroeste de Islandia parece haberse calmado, informó ayer lunes el Departamento de Protección Civil, después de que la lava incendiara el domingo tres viviendas en el pueblo pesquero de Grindavik. El volcán entró en actividad el domingo y es la quinta erupción en Islandia en casi tres años. La anterior tuvo lugar el 18 de diciembre en la misma zona.
“La noche transcurrió sin incidentes”, indicó Hjördis Gudmunsdóttir, vocera del Departamento de Protección Civil de Islandia a la cadena pública RUV. “La buena noticia es que parece que hay un menor flujo”, añadió, precisando que el magma procedente de una segunda grieta, más pequeña, “parece haberse detenido”.
El volcán entró en erupción el domingo por la mañana cerca de Grindavik y se abrieron dos grietas, una de ellas muy cerca de una zona habitada, según la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO). El flujo de lava llegó hasta el pueblo pesquero y provocó el incendio de tres viviendas vacías.
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Los cerca de 4.000 habitantes de Grindavik fueron evacuados en la madrugada del domingo, pocas semanas después de haber vuelto a sus hogares después de que las autoridades decretaran el traslado de la población el 11 de noviembre debido a cientos de sismos.
Esta actividad sísmica fue provocada por el desplazamiento del magma bajo la corteza terrestre, un indicio de una inminente erupción. Islandia está entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana y es una de las regiones volcánicas terrestres más activas, con 33 volcanes o sistemas volcánicos catalogados como activos.
Fuente: AFP.
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En Paraguay se trabaja 56 horas para llegar a los USD 100
Por: Karen Martínez
Mientras que en Paraguay una persona que gana el salario mínimo debe trabajar en promedio 56 horas para ganarse USD 100, en países como Islandia se necesitan solamente dos horas.
En nuestro país, el salario mínimo del trabajador del sector privado tuvo un reajuste del 5,1%, como estableció el Consejo Nacional de Salarios Mínimos (Conasam). El monto llegó así a los G. 2.680.373 con el decreto firmado por el presidente Mario Abdo Benítez.
Con el nuevo reajuste, el jornal mínimo pasará a ser de G.103.091, según el decreto que ya tiene vigencia desde inicios del mes de julio del 2023.
Al cruzar cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) de las ganancias anuales estimadas con las de horas anuales trabajadas y obtener el cálculo semanal, se ve que hay países como el nuestro que son los que más trabajan, pero no los que más remuneración perciben.
Según el informe, otro país en esta situación es Colombia donde trabajan en promedio 46 horas a la semana a USD 9,2 la hora, lo que al final del domingo les representaría unos USD 427. La cifra se encuentra muy por debajo del promedio de los países del bloque que trabajan 34 horas a USD 30 y logran más de USD1.000 semanales.
El segundo más trabajador es México con 43 horas a la semana. Sus ciudadanos ganan en promedio US$7 la hora y en una semana logran unos US$320. La segunda cifra más baja de los países estudiados.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) explica que el aumento de la productividad es principalmente el resultado de una mejor combinación entre el capital, el trabajo y la tecnología. La receta la ha sabido aplicar EE.UU., que pese a que sus ciudadanos pasan casi 6,3 horas en el celular al día, por cada hora trabajada le aportan USD 72 al PIB.
Ahora bien, por debajo de las 30 horas a la semana se encuentran Reino Unido, Suiza, Bélgica, Francia y Finlandia, todos con 29. Sin embargo, al revisar el pago, Suiza es el del monto más alto con USD 48 y Reino Unido, Francia y Finlandia los más bajos con USD 35.
Y el país que menos trabaja es Alemania, con 26 horas semanales y USD 44 la hora, mientras que Islandia es el país con el mejor pago por hora USD 55.
La OIT promueve políticas y medidas que buscan mejorar la productividad de manera sostenible y en beneficio de los trabajadores. Esto implica garantizar el acceso a la educación y la formación profesional para desarrollar habilidades relevantes, promover un entorno laboral seguro y saludable, fomentar la inversión en capital físico y humano, y fomentar la innovación tecnológica.
El capital se refiere a los recursos financieros, físicos y humanos utilizados en la producción. El aumento de la productividad a menudo implica invertir en mejores equipos, tecnología y maquinaria, lo que permite a los trabajadores realizar sus tareas de manera más eficiente y efectiva.
Los trabajadores desempeñan un papel fundamental en la productividad. Su nivel de habilidades, capacitación y motivación afecta directamente la eficiencia y calidad de la producción. Además, las condiciones de trabajo justas y seguras, así como la protección de los derechos laborales, contribuyen a una fuerza laboral más productiva.
La adopción de nuevas tecnologías es un factor crucial en el aumento de la productividad. La implementación de tecnologías avanzadas, como la automatización, la inteligencia artificial y la digitalización, puede mejorar los procesos de producción, reducir los tiempos de producción y aumentar la precisión. Además, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden mejorar la eficiencia en la gestión y la toma de decisiones.
Al abordar estos aspectos, se puede lograr un equilibrio adecuado entre el capital, el trabajo y la tecnología, lo que conduce a un aumento sostenible de la productividad y al desarrollo económico y social.