El denominado “COVID largo”, que afecta misteriosamente a un número importante de enfermos de COVID-19, debe ser “una prioridad clara” para todas las autoridades sanitarias del mundo, afirmó este jueves la oficina europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Es una prioridad clara para la OMS, y de la importancia más alta. Debe serlo para todas las autoridades sanitarias”, dijo Hans Kluge, el director para Europa de la agencia de la ONU, en una conferencia de prensa.

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Kluge lamentó que esos síntomas de larga duración chocan a menudo con “la incredulidad o una falta de comprensión”. Las personas que sufren de síntomas durante un largo periodo “deben ser escuchadas si queremos entender las consecuencias a largo plazo y la cura del COVID-19”, subrayó.

Algunos estudios empiezan a levantar el velo sobre la cuestión, pero aún no se sabe verdaderamente por qué algunos enfermos de COVID-19 continúan por meses con síntomas como un cansancio extremo, dificultades respiratorias o problemas neurológicos y cardíacos a veces muy graves.

“No sabemos qué es”

Llegó la hora de comenzar a resolver el misterio del “COVID largo”, exhortó la responsable de la Organización Mundial de la Salud encargada de hallar una respuesta a este flagelo que parece atacar, sin razón aparente, a millones de enfermos con patologías que los debilitan.

Un año después del inicio de la enfermedad que ha dejado más de 2,2 millones de muertos, la atención se centra actualmente en las campañas de vacunación y las variantes del virus.

Sin embargo, el “COVID largo” merece también la atención urgente de la comunidad científica, explica Janet Diaz, responsable del equipo clínico a cargo de la respuesta al coronavirus, en una entrevista a la AFP delante de la sede de la OMS en Ginebra.

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“No sabemos aún verdaderamente qué es el COVID largo”, dice Díaz, que pide un esfuerzo unificado a escala mundial. Si algunos estudios comienzan a correr el velo, sigue sin saberse por qué algunos enfermos de COVID-19 muestran luego durante meses síntomas como un cansancio extremo, dificultades respiratorias o problemas neurológicos y cardíacos a veces graves.

“Todavía hay mucho para aprender, pero confío en la movilización de la comunidad científica”, afirma la doctora Diaz. Una muestra de estas lagunas es que el denominado “COVID long” aún no tiene verdadero nombre.

La OMS habla del síndrome pos-COVID-19 o “COVID-19 de larga duración”, en un reciente documento sobre sus nuevas recomendaciones. “COVID largo” es la expresión más utilizada y a veces se habla también de COVID de largo plazo.

Primer seminario de la OMS

La OMS organizó el 9 de febrero pasado el primer seminario virtual consagrado al COVID largo que reúne a médicos clínicos, investigadores y expertos para encontrar una definición de la enfermedad, darle un nombre formal y armonizar los métodos para estudiarlo.

“Es una patología que necesita ser descrita mejor, de la cual necesitamos saber cuántas personas están afectadas, de la que hay que entender mejor la causa para que podamos mejorar la prevención, la gestión y las formas de curarlas”, subraya esta médica de urgencias estadounidense de 48 años.

Los estudios disponibles muestran que cerca del 10% de los enfermos presenta síntomas un mes después de haberse contagiado y por el momento no se tiene idea de por cuánto tiempo pueden persistir.

Lo que es desconcertante con el COVID largo es que el perfil de los pacientes que lo sufren no coincide con el de las personas más vulnerables: los ancianos y aquellos que sufren de factores agravantes.

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El COVID largo afecta a personas que enfermaron en distintos grados “e incluye además a jóvenes”, explica Diaz. Es la prueba de que el COVID no solo no es una simple gripe como afirmaban los negacionistas de la pandemia. También es un argumento contra aquellos que apoyan el aislamiento solo de las personas frágiles.

El síntoma más frecuente parece ser el cansancio, pero hay muchos otros: agotamiento tras un esfuerzo físico o enfermedad, dificultades para pensar con claridad, aliento corto, palpitaciones cardíacas y problemas neurológicos.

“Lo que no se entiende es cómo todas estas cosas están vinculadas. ¿Por qué alguien tiene una cosa y otro, otra?”, se pregunta la doctora, subrayando que los investigadores deberán comprender los mecanismos íntimos de la enfermedad que provocan estos síntomas. “¿Se debe esto al virus? ¿A la respuesta inmunitaria? Si supiéramos más podríamos comenzar a identificar algunas intervenciones para reducir los síntomas”, indica. Actualmente se lleva cabo una “cantidad enorme” de investigación, agrega.

“Mantener la esperanza”

“A la hora actual tenemos probablemente bastante datos (que describen el COVID largo) para empezar a encajar las piezas del rompecabezas”, estima Diaz. Además de una definición precisa y un nombre, el seminario también debe permitir ponerse de acuerdo sobre las normas para recoger datos de control de los enfermos con el objetivo de empezar a encontrar modos de curarlos.

Para aquellos que sufren de COVID largo, y que se sienten a veces incomprendidos, Díaz tiene un mensaje: “Mantengan la esperanza”. “La gente tiene a veces síntomas durante mucho tiempo, pero sabemos que se curan”, afirma, y concluye: “Estamos con ustedes”.

Fuente: AFP.

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