• Ginebra, Suiza | AFP

El cofundador de la clínica suiza que ayudará a morir a un científico australiano de 104 años calificó de "atrocidad" el hecho de que Australia no lo haya autorizado a poner fin a su vida en su propio país.

David Goodall, de quien se habló hace dos años cuando su universidad intentó apartarlo de su cargo, no padece ninguna enfermedad terminal, pero cree que su calidad de vida está deteriorada y que es hora de irse.

"Pero como no está en fase terminal (…) tiene que venir hasta Suiza", lamentó Ruedi Habegger, cofundador de Eternal Spirit, una de las numerosas fundaciones en Suiza que ayudan a la gente que desea poner fin a su vida.

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"Es una atrocidad. Este anciano (…) debería poder morir en su casa, en su cama, como se puede hacer aquí en Suiza", dijo en una entrevista con la AFP. Goodall debe suicidarse en la clínica Eternal Spirit, cerca de Basilea, el 10 de mayo.

El suicidio asistido es ilegal en la mayor parte del mundo. Estaba totalmente prohibido en Australia hasta que el Estado de Victoria legalizó el año pasado la muerte asistida. Pero esta ley, que no entrará en vigor hasta junio de 2019, solo se aplica a los pacientes en fase terminal, con una esperanza de vida menor a seis meses.

MUERTE VOLUNTARIA

De acuerdo con la ley helvética, cualquier persona lúcida y que desde tiempo atrás haya expresado su deseo de poner fin a su vida puede pedir lo que se llama la muerte voluntaria asistida (MVA). "Si una persona sana viene y dice 'estoy cuerdo y he decidido morir', en teoría no te conciernen sus razones", dijo Habegger.

Pero reconoce que es extraño que las personas sanas pidan morir y destaca que la mayoría de los médicos dudarían en cooperar.

La gran mayoría de las aproximadamente 80 personas que acuden a Eternal Spirit cada año para morir son ancianas, están enfermas o sufriendo, con una edad media de 76 años, precisó, añadiendo que el más joven tenía 32 años y que el mayor hasta el momento 99.

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