Uno de los productos estrella del cuidado facial. No hay marca dermocosmética que no tenga el suyo, pero ¿para qué sirve?

El serum, en una definición farmacéutica, consiste en una alta concentración de principios activos, que se absorben y penetran rápidamente, y que pueden alcanzar capas más profundas de manera a conseguir resultados a corto plazo.

No es imprescindible, es un complemento al tratamiento, pero que sí puede ayudar a conseguir efectos más visibles en menos tiempo. Los sueros, por lo general, tienen una textura ligera y fresca. Algunos son de una consistencia más acuosa, fluida, otros más tirando a gel o emulsión.

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Se trata de un producto de belleza que debe aplicarse sobre la piel limpia y antes de la crema habitual. La clave está en utilizar el que se adapte a tu piel y también al objetivo que quieras lograr, y usarlo en sintonía con la crema para reforzar su acción.

El serum puede aportar firmeza, hidratación, luminosidad, ser antimanchas, o ayudar a controlar el exceso de sebo, proteger de la contaminación, exfoliar la piel, luchar contra los radicales libres por su poder antioxidante, etc.

Si vas a usar un suero, es el primer paso luego de la rutina de limpieza, antes de la crema facial. Se recomienda usar entre dos a cuatro gotas, no más debido a su alta concentración, ese es un error muy común. Se aplica en el rostro, cuello y escote.

La cosmética coreana y el layering. La cosmética coreana está muy avanzada y ahí el uso del suero facial ya está más que incorporado a la rutina del skin care. De hecho, en el país asiático nació una tendencia conocida como layering, que consiste en superponer diversos sérums en el rostro, formando capas. Nunca más de tres, para no saturar la piel. Y el orden de aplicación es del más líquido al más denso. Esperan unos 15 segundos entre uno y otro. ¿Lo probarías?

Foto: Unsplash.


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