Comida sana en poco tiempo, un movimiento gastronómico que si bien no es reciente, está adquiriendo mayor visibilidad en Sudamérica. ¿Es posible reemplazar al fast food por el fast good?

Por: Jazmín Gómez Fleitas

El Fast Good nacía en el 2004 de una de las mentes más brillantes de la gastronomía, Ferran Adrià, quien se preguntó si era posible una comida rápida, a un precio razonable, que además sea sana y de buena calidad.

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Interpelado por las costumbres alimenticias de la sociedad expresó lo siguiente: “Resulta ingenuo y engañoso negar la evidencia, es decir, que las costumbres sociales relativas a la alimentación diaria han cambiado. Desde la alta cocina podemos encerrarnos en nuestra torre de marfil o bien, intentar implantar nuestra experiencia y nuestros conocimientos para ofrecerlos a la sociedad en forma de calidad a buen precio”.

Así fue que, junto a una alianza con NH Hoteles, creaba su cadena Fast Good ese mismo año y que destacaba por sus colores retrofuturistas para “dignificar la comida rápida” y “ofrecer un servicio rápido de comida de calidad”. Por ejemplo, el restaurante estaba dividido según las necesidades del cliente. Los platos fríos se podían elegir de entre el self service, donde los calientes se servían en la mesa; y en fast go, en que los clientes podían llevarse los ingredientes de sus platos preferidos para cocinarlos en casa siguiendo la receta de Ferran Adrià.

Y aunque luego él se retirara de la cocina en el 2011 para dedicarse a una nueva etapa en su carrera, dedicada a la innovación y la creatividad, legó este concepto que cada día toma mayor fuerza.

Productos naturales y elaboración diaria

Desde el mejor chef del siglo XX, Paul Bocuse (1926-2018) que abrió en el 2009 Ouest Express hasta Thierry Marx con Marxito en el 2018 (un local de comida callejera japonesa a la forma parisina), el Fast Good demostró su influencia colándose hasta en las filas más altas de la gastronomía.

Abogando por una comida que no pierda la calidad en detrimento del tiempo que se tenga para prepararla y/o disfrutarla, vemos que también en el 2016, Mauro Colagreco, cocinero argentino con estrellas Michelin y propietario del restaurante Mirazur en Francia, también se sumó a este movimiento.

Con un primer local en La Plata, Argentina, que ahora ya cuenta con varios más en la capital de su país natal; Carne, como nombró a su local , hace todo artesanal. Desde la carne misma de la hamburguesa hasta el ketchup que sirve de aderezo. Así mismo, en Bogotá, Colombia, Chorilongo, local de David Orozco, ya se alzó en su país con el premio principal del concurso Burger Master por su receta casera de hamburguesa en el 2019. Y aquí, por ejemplo, tenemos a varias hamburgueserías locales que apuestan a un fast good, a una hamburguesa sí, pero con productos frescos, caseros, del día y deliciosas.

El día a día

Más allá de las hamburguesas, baluarte directo de esta tendencia, el Fast Good abarca propuestas que sean rápidas de preparar y frescas en productos: sopas, ensaladas, jugos o smoothies, salteados al wok, sándwiches con panes de masa madre y/o productos orgánicos o directos de los agricultores.

La propuesta es una cocina que no deje de apostar a la calidad por comer más rápido o cocinar en menos tiempo, sino una que sea consciente de los ingredientes frescos y que pueda ser disfrutada en propuestas rápidas y fáciles de hacer, sin tanto tiempo de cocción, para que conserve mejor todas las propiedades de sus ingredientes. Y porqué no también, para aplacar las temperaturas altas durante la mayoría del año.

Y es que, ¿cuándo no es bien aceptado un sándwich? ¿Cómo rechazarlo si viene en pan de masa madre y con verduras frescas? ¿Cómo negarse a una ensalada que contrasta sabores? Sólo debemos buscar más recetas y tratar de animarnos a salir de lo habitual.



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