La versión filmada de Hamilton (2015), el musical de Broadway que narra la historia de uno de los padres fundadores de Estados Unidos, me hace acordar a mi época de estudiante secundaria, cuando con mis compañeros de clase y maestros visitábamos el teatro para ver alguna obra que escenifique lo que ya leíamos en los libros de historia paraguaya.

Por: Micaela Cattáneo @micaelactt

Hamilton, que está disponible para todo el mundo desde la plataforma de Disney+, tiene esa misma intención política: contar a su público estadounidense (y ahora también a su audiencia mundial) una época clave para la construcción de la soberanía nacional del país norteamericano.

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Con música, letra y texto de Lin-Manuel Miranda, quien interpreta al protagonista de la obra, Alexander Hamilton, el musical convierte a las páginas de un libro de historia (específicamente de Ron Chernow) en una canción de dos hora y cuarenta minutos de duración, marcada principalmente por los compases del hip hop.

En esta forma entretenida y moderna de explicar la historia de su país, Lin-Manuel Mirada se agarra fuerte de la música urbana para contar la revolución que corría por las venas en los ciudadanos del 1776, por lo que desde el minuto cero el relato y los diálogos son cantados.

Foto: AFP.

Pero Hamilton no es solo una biografía heroica de uno de los escritores y actores políticos más importantes de la época, sino también una historia que muestra todos sus costados humanos, sus defectos y virtudes, sus decisiones acertadas y erradas, sus movimientos en falso y sus arranques de acción.

Pese a su extensa duración, el musical no se centra exclusivamente en los hechos o pensamientos que atravesaron a este personaje, sino también en los que movilizaron a su entorno más cercano y a los que tenían el poder en ese entonces.

En este punto, cabe destacar las actuaciones de quienes interpretan a la esposa de Hamilton, Eliza Schuyler (Phillipa Soo); a Aaron Burr (Leslie Odom Jr.) - su máximo contrario y quien lo termina asesinando - , y al rey Jorge III (Jonathan Groff). Este último, presentado en cuadros independientes a las escenas colectivas, da una clase magistral sobre recitar monólogos.

El hecho de que este musical se presente ante el mundo en una versión teatral filmada no le resta calidad, ya que las tomas son súper cinematográficas y fortalecen la intención del relato histórico hecho canción: generar emociones de un tirón.


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