La danza, o el movimiento en todas sus formas, es una aliada cuando de lidiar con las emociones negativas se trata. Lo fue sobre todo durante el confinamiento más estricto de la pandemia, momento en que el miedo nos invadió por completo. La angustia generada por el encierro nos obligó a buscar la forma de ejercitarnos y no quedarnos estáticos pensando todo el tiempo en el impacto del Covid-19.

El baile fue una herramienta importantísima para combatir la ansiedad y la depresión que se hicieron sentir durante toda la pandemia. Asimismo, nos alentó a levantarnos de nuestras sillas, evitando que llevemos una vida más sedentaria de lo normal a raíz del incremento de la virtualidad en todas nuestras actividades.

Pero más allá de cómo funcionó el baile durante la pandemia, este siempre estuvo presente en la sociedad, actual y pasada, creciendo a un ritmo acelerado gracias a la aparición de nuevos estilos. ¿Por qué es una actividad física que nunca pasará de moda? Por el simple hecho de que hacerla produce felicidad. Así lo demostró un reciente estudio de la Universidad de Hertfordshire en Inglaterra, dirigido por el psicólogo de danza Dr. Peter Lovatt.

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Lovatt descubrió que al bailar liberamos una mayor cantidad de endorfinas que permiten conectarnos mejor con los centros emocionales del cerebro. “Para muchas personas, bailar provoca una liberación emocional; a menudo es una felicidad sin complicaciones, mientras que para algunas puede hacerlas llorar. Es catártico, dejar ir las emociones reprimidas”, dijo en un artículo publicado en The Telegraph.

El baile no sólo trae beneficios emocionales, sino también físicos: mejora la conciencia espacial; ayuda a aumentar la frecuencia cardíaca y provoca una liberación de endorfinas que hacen que se sienta bien en el torrente sanguíneo, y disminuye los niveles de cortisol en el cuerpo, una hormona que produce estrés.

Los beneficios del baile también dependen mucho de la edad de quien lo practique. En los niños, por ejemplo, la danza no solo mejora la condición física, sino la coordinación, elasticidad, fuerza y el sentido musical. En los adolescentes y adultos jóvenes, permite conectar con uno mismo y mejorar el control emocional, canalizando las emociones como la ira, rabia o angustia, con un lenguaje diferente al verbal. Y en los adultos mayores, bailar termina siendo uno de los remedios más poderosos contra el envejecimiento físico y mental.

El poder moverse un poco todos los días es salud. Y si no lo creen, un reciente estudio científico de la Universidad de Sidney en Australia ha demostrado que tan solo 30 minutos de ejercicio al día de intensidad moderada a vigorosa pueden contrarrestar hasta 10 horas de permanecer sentado. ¿Cuándo arrancás a bailar?

Fuente: Infobae.


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