Por: Javier Barebero

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Hay que tener éxito”

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Los mandatos sociales son aquellas sentencias que nos dijeron o escuchamos de pequeños y que asumimos como absolutas verdades, sin cuestionarlos o preguntarnos si existe la posibilidad de excepciones. Son vividos como mapas o manuales de supervivencia. Por ende, se transmiten y se “contagian” mediante los prejuicios, la propaganda y el marketing.

Los hombres no lloran”

Muchos de los mandatos sociales no son 100% funcionales. Es decir, el problema no es el mandato como tal, sino el hecho de convertirlo en una generalización en donde “eso” se cumple como ley y sin excepciones.

No confíes en extraños”

Abundan los cuentos y novelas de niñas y adolescentes que, frente a las dificultades son siempre “rescatadas”, mientras juegan con muñecas con varios cambios de look, o con un kit de cocinita o limpieza. El disfraz más requerido es el de princesa.

En otras palabras, para batallar contras las adversidades, armamos a estas niñas con un espejito.

No muestres tus emociones”

Por el contrario, el “deber ser masculino” requiere ser fuertes en lo psíquico y en lo físico, valientes, objetivos, independientes, fríos, racionales, proveedores, temerarios. Por eso abundan los juegos vinculados a autos, soldados, armas, deportes de contacto y ladrillos para construir.

Nunca desistas”

La noticia es que los mandatos sociales se pueden desaprender, y de hecho crujen cada vez que un varón, en lugar de “ayudar”, se pone en la posición de co-responsable en la pareja. O cuando un empresario que llegó al éxito y a la fama abandona la carrera para vivir una vida más sencilla.

Un mapa no necesariamente es el camino.

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