Luisa Casati fue la mujer que inspiró a numerosos artistas de la Belle Époque. Diseñadores, pintores, literatos e incluso nobles cayeron rendidos ante el misterio que desprendía con su distintivo personal. Sesenta años después de su muerte sigue su legado como musa de diversos creadores; pero ¿quién fue realmente esta mujer?
Por: Matías Irala l Ilustración: Andrea Rolón Kanonnikoff
Si hubo una mujer que inspiró debido a su belleza singular al mismo nivel que Cleopatra -aunque bajo representaciones que rozaban lo tétrico-, la respuesta es sin duda la Marquesa Casati. Durante las tres primeras partes del siglo XX esta mujer causó controversia y admiración dentro de la sociedad europea debido a su particular aspecto, mirada profunda que potenciaba con gotas de belladona para agrandar sus pupilas y el aspecto pálido de su piel que lograba mediante el uso polvos.
Convertida en un personaje que rozaba la ficción, su vida cotidiana aumentaba más aún las sospechas sobre su particular mirada, al pasear desnuda por las calles de París ataviada por pieles, tener serpientes vivas que utilizaba como joyería e incluso atuendos donde llevaba rastros de sangre como decorativo.
El ascenso y la caída de una locura brillante
Luisa Amman nace en Milán en 1881, hija del fabricante de algodón Alberto Amman y Lucia Brest. Su infancia transcurre entre tutores que la indujeron a consumir todo lo relacionado a las artes y las singularidades de una vida acomodada.
Sus padres murieron a temprana convirtiéndola en la heredera más rica en aquel periodo. A los 19 años contrae matrimonio con el Conde Camilo Casati Marchese di Roma, de quien obtendría su icónico nombre de casada, el cual continuó utilizando al disolver su relación.
Posteriormente, sustituiría el amor por una serie de amantes de entre quienes destaca el poeta Gabriele D`Annunzio. D`Annunzio llevaría a la Marquesa a acceder al círculo hermético de artistas locales que la convertirían en musa de numerosas representaciones.
Gabriele bautizó a Casati como Core o Divine Marquese – la primera en alusión a la reina de los infiernos y la segunda como tributo a la figura del Marqués de Sade-. Su romance con el poeta se hizo tan célebre entre el murmullo social de Europa que pronto acapararía la atención de sectores más conservadores.
La marquesa abrazaría finalmente su personalidad alterando dramáticamente un día su apariencia mediante el uso de polvo, tintes y belladona e incluso aumentando su histrionismo mediante sus magníficas frases. Una anécdota revela que en una cena en honor a la princesa Lucien Murat para celebrar la canonización de Juana Arco se desató un escándalo porque uno de los invitados hacía trampas siendo avalado por la propia Marquesa.
Los bailes de máscaras sirvieron para que Luisa hiciera gala de los más excéntricos atuendos creados por su amigo León Bakst. Su despilfarro nocturno la llevó al punto de censura por parte de ciertos grupos sociales que la acusaban de ser frívola y una anfitriona en decadencia.
Pero Luisa era una mujer buscaba algo más concreto lejos de las trivialidades: inmortalizar su nombre para siempre en la memoria colectiva.
La marquesa logró su cometido patrocinando talentos emergentes o artistas consolidados. Su único requerimiento era la visión de transformarla e ella en numerosas formas y percepciones. Mediante este pedido, Casati lograría diferenciarse de otras mujeres privilegiadas económicamente y demostraría su pasión por el arte al involucrarse activamente en la vida y los movimientos de artistas de la bella época.
En 1910 compraría el Palais de Rose, la antigua mansión del conde Robert de Monstequieu. La fantástica construcción sirvió para sus numerosos encuentros con virtuosos de la talla de Jean Cocteau, el diseñador teatral Christian Berard, el excéntrico compositor Lord Benners y el dramaturgo Ronald Firbank.
Pero sus encargos artísticos tendrían un límite. Para 1930 la Marquesa había amasado una deuda de 25 millones de dólares. Incapaz de satisfacer el sinnúmero de acreedores, sus pertenencias personales fueron confiscadas y subastadas en el Palais de Rose.
Entre los ofertantes de las pertenencias exóticas de Luisa se encontraba Coco Chanel, quien se apoderó de cierta parte de la colección artística de la Marquesa, que terminó en Inglaterra viviendo en terribles condiciones. Su excéntrico estilo de vida continuó aunque en una llamativa pobreza.
Su hija Cristina Casati y amigos más próximos se encargaron de paliar las necesidades más básicas de la Marquesa hasta su muerte, en 1957, a los 76 años de edad.
El legado Casati en la moda
Tras su muerte, Luisa continuó reencarnado en diferentes percepciones artísticas, siendo la moda la plataforma que más utilizó su figura como fuente inagotable de inspiración.
Norman Norell fue uno de los primeros diseñadores en utilizar como referencia a la Marquesa Casati. En el año 1960 en la revista Life, las modelos de Norell posaban con atuendos similares a los utilizados en la Belle Époque y el retrato de Casati de fondo.
John Galliano, dueño de un inefable gusto por la excentricidad, utilizó como inspiración en más de una ocasión a la icónica aristócrata. En la colección de Dior primavera-verano 1998, las manifestaciones en torno a la Marquesa son de lo más variadas; posteriormente, lanza su primer perfume al mercado manteniendo ciertas reminiscencias del retrato pintado por Giovani Boldini a la Marquesa en la campaña gráfica.
Tom Ford también sucumbió a los encantos de Casati en su colección primavera–verano 2004 para Yves Saint Laurent. Un fenómeno similar ocurrió con Alexander McQueen y Chanel en varias temporadas posteriores.
Incluso, la posición y el nombre de Luisa Casati sirvió para inspirar el nombre de la icónica marca Marchesa, dirigida por Georgina Chapman.
En el 2009, Harper`s Baazar rendiría tributo a la imagen de la Marquesa a través de una peculiar editorial de moda. Mientras, Tilda Swinton encarnaría a una excéntrica Casati para la portada de Acne Paper Sweden de la mano del mítico fotógrafo Paolo Roversi.
Lo anteriormente mencionado da prueba de que, medio siglo después, Luisa Casati sigue viva, cumpliendo sus expectativas de seguir siendo considerada una extensión artística. Una leyenda que logró convertir su locura en un arrebato de infinita inspiración.