Entre el 9 y 10 de noviembre de 1938 en toda Alemania, algunas zonas de Austria y parte de la República Checa se produjeron hechos tan violentos que marcaron de manera definitiva un antes y un después para la población judía de esos países, que no sabía, al igual que el resto del mundo, los aciagos días que se aproximaban con el nazismo en su máximo punto de ebullición en Europa.
Estos ataques dieron origen a “La noche de los cristales rotos” o “Kristallnacht”, en alemán, una furia incomprensible y desenfrenada iniciada por milicias nazis, quienes unidos a civiles organizados llevaron a cabo la destrucción de miles de comercios, sinagogas profanadas e incendiadas, escuelas e incluso hospitales judíos. Todo aquello que para los violentos militantes nazis representaban intereses judíos fueron destruidos o atacados.
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La gran cantidad de cristales esparcidos por el piso en todos los lugares donde existían intereses de ciudadanos judíos le dio nombre a la sanguinaria acción desplegada por las SA (Sturmabteilung, grupo de choque paramilitar) y las Juventudes Hitlerianas, quienes asesinaron a cerca de 90 personas y 90 mil más fueron enviados al campo de concentración de Dachau.
“El fotógrafo profesional Karl Neubauer, vecino de Nüremberg, jamás pudo imaginar que el carrete que tomó el 10 de noviembre de 1938 acabaría siendo visto por millones de personas más de 80 años después”, dice un escrito publicado en las redes sociales de la comunidad judía Masorti Bet-El y acompaña con algunas de las tomas recogidas por el mencionado profesional.
Otros ya lo intentaron
Durante mucho tiempo, el nazismo vendió la idea que fueron los propios ciudadanos alemanes quienes llevaron a cabo esta salvaje acción, iniciando una etapa que parecía haber sido olvidada por la humanidad: la persecución a pueblo judío, esa misma que llevaron a cabo imperios como el romano o la Rusia de los zares, la misma misión que iniciaban los nazis y que, al igual que babilonios, griegos, egipcios, persas, romanos o rusos, no podrían lograrlo.
A 83 años de esta desquiciada violencia llena de odio e intolerancia, quizás solo unos cuantos sobreviven y sus actos han sido derrotados al igual que aquellos que persisten en el triste legado nazi.
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El fracaso de la “noche de los cristales rotos”
La viva realidad actual del Estado de Israel, nacido de un justo reclamo del pueblo judío, solo demuestra el fracaso de la noche de los cristales rotos, porque ese pueblo que fue perseguido y en gran parte asesinado, hoy es el mismo que sigue investigando, educando, curando, creando nuevas tecnologías y hasta uniendo a pueblos que por milenios han vivido enfrentándose.
La actualidad también ha servido para curar heridas pero no para olvidar. El mes de setiembre pasado, aviones militares de las fuerzas aéreas de Israel y Alemania participaban de manera conjunta en ejercicios militares sobre el desierto del Néguev, en Israel, portando orgullosos sus famosos distintivos, la Estrella de David y la Cruz de Hierro, como señal que aunque las cicatrices duelen, las heridas sanaron.