Juan Carlos Dos Santos

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Aunque tanto los países neutrales como también dentro de la Sociedad de las Naciones, precursora de la actual Naciones Unidas, se realizaban intensas gestiones para encontrar una solución pacífica al conflicto armado que entre Bolivia y Paraguay comenzaba a gestarse en el Chaco boreal, para gran parte de la comunidad internacional quedaba claro cuál era el país agresor.

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Por eso no es de extrañar las increíbles muestras de solidaridad que se manifestaban en varios países a favor de la causa paraguaya. Muchas de estas muestras de apoyo eran publicadas en medios de prensa internacionales, otras llegaban en forma de carta, dirigida a las autoridades del país.

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Demostraciones de apoyo a la causa paraguaya eran enviadas por cartas o telegramas a las autoridades civiles y militares del país. Foto: Juan Carlos Dos Santos.

Solidaridad con tinta chilena

En una de estas publicaciones, el ilustre historiador chileno Gonzalo Bulnes, quien también fue embajador en Argentina y Paraguay, escribió en el Diario Ilustrado un artículo titulado “En el Chaco”, donde expresaba su preocupación en el futuro regional, sobre todo para su país.

Bulnes consideraba que el intento de Bolivia de llegar al Río de la Plata, conquistando el Chaco paraguayo, era solo la primera parte de un proyecto mucho más ambicioso. La segunda parte era la llegada al Pacífico, reclamo que hasta el día de hoy persiste en Bolivia, tras la pérdida de su litoral marítimo en la Guerra del Pacífico, que lo enfrentó a Chile en 1879.

“Bolivia venía preparando desde hace tiempo y en silencio, este golpe audaz a la paz americana. Es América entera la afectada por esta guerra en el Chaco donde (afortunadamente) existe un depósito inextinguible de fuerza moral y grandeza que irradia el pueblo paraguayo, quien se bate con cuchillos y machete contra ametralladoras y tanques. Pero no hay derecho de ponerlo a semejante prueba”, era parte de lo escrito por el historiador chileno Gonzalo Bulnes.

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Enfermeras de la Cruz Roja de San Bernardino. Foto: Juan Carlos Dos Santos

Los jovencitos uruguayos

El cónsul general de la República del Paraguay en el Uruguay publicó una nota en el diario El Orden, en setiembre de 1932, con la batalla de Boquerón en pleno desarrollo. En ella relataba cómo, en su calidad de cónsul, recibía solicitudes de voluntarios uruguayos y de otras nacionalidades para ofrecer sus servicios al Paraguay de manera incondicional.

Algunos de ellos ya solo aguardaban el llamado y el transporte que los llevaría hasta el Paraguay, para enrolarse al ejército y luego marchar al Chaco. “Se presentaron jovencitos uruguayos, menores de edad, a quienes me costó convencer que no los podía inscribir, por hallarse ellos bajo dominio de patria potestad, tras lo cual se retiraban y regresaban con el permiso firmado por sus padres e incluso venían ellos mismos”, escribe con cierto asombro el cónsul Galiano.

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“También se han presentado señoritas uruguayas, quienes se ofrecen como voluntarias para enfermeras, algunas de ellas tituladas en la profesión. Incluso me cuenta un médico de la Cruz Roja Uruguaya, que se ha abierto un curso rápido, al cual asistieron muchas señoritas, todas manifestando que se estaban preparando para ir a servir al Paraguay”, continúa narrando Galiano.

“Se han presentado médicos, estudiantes de medicina, idóneos y practicantes de sanidad uruguayos. No pude contar la cantidad telegramas de adhesión y cartas de apoyo que me han hecho llegar, todos con sentimientos patrióticos y justificando nuestra causa. En estas muestras, se invocan dos motivos: la deuda que pagar al Paraguay por la acogida al patriarca Artigas, y la no feliz participación que les cupo en la Guerra contra la Triple Alianza”, comenta el cónsul.

Finaliza su nota publicada en El Orden diciendo: “Los medios de prensa local han publicado enjundiosos y notables editoriales en donde se pone de manifiesto la justicia que asiste al Paraguay en este conflicto con Bolivia. Todas esas adhesiones y muestras de simpatía de nuestros hermanos uruguayos nos alientan a sobrellevar esta terrible prueba que hoy nos amenaza, pero que la sabremos llevar con dignidad”.

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Nota del cónsul paraguayo en Montevideo (Uruguay), publicada en el diario El Orden, en setiembre de 1932, donde se relata las muestras de apoyo a la causa nacional. Foto: Juan Carlos Dos Santos.

Los mejores jinetes del mundo

El Alto Comando del Ejército paraguayo recibió oficialmente un ofrecimiento firmado por un coronel ruso de apellido Dvoinchenco. En el documento, que fue puesto a estudio por las autoridades civiles y militares, se hacía constar del ofrecimiento por parte de 20 mil cosacos rusos, emigrados de la Rusia soviética, para integrarse al Ejército paraguayo y participar en la guerra contra Bolivia.

Estos 20 mil soldados y oficiales fueron parte del grupo de ciudadanos rusos que huyeron del régimen soviético a diferentes países, donde se habían integrado a las actividades agrícolas y ganaderas, pero conservando sus costumbres y, por sobre todo, su tradición militar.

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Los cosacos rusos se ofrecieron para formar parte de la caballería, en las mismas condiciones que los oficiales paraguayos y la única condición que pusieron fue que, tras el conflicto, les fuera otorgada la ciudadanía paraguaya así como tierras en los límites con Bolivia para crear comunidades agrícolas.

Este noticia fue publicada por el diario El Orden el 18 de setiembre de 1932 y en ella se destacaba no solo el ofrecimiento, militarmente apreciado, sino la simpatía que despertaba la causa nacional, “incluso en lugares tan alejados como las estepas rusas, donde viven los cosacos, los mejores jinetes del mundo”.

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