En febrero de 2022, el operativo Turf pretendía una importante aprehensión: la captura de Lindomar Reges Furtado, considerado uno de los mayores traficantes de cocaína del Brasil. Esta acción no era un trabajo más, era la culminación de varios años de trabajo de inteligencia de la Policía Federal del Brasil y por eso se había tomado los recaudos necesarios, además de ampliar la redada a varios países; además de Paraguay y Brasil también se extendía esta operación en países como los Emiratos Árabes (específicamente en Dubái), España y Bolivia.
Una investigación de Insight Crime señala una extensa red transatlántica de tráfico de cocaína que conecta a estos países. La red, operada por grupos criminales organizados, utiliza rutas marítimas y aéreas para transportar la droga desde Sudamérica hasta Europa y Medio Oriente. Paraguay, como principal productor de cocaína en la región, y Brasil, con sus puertos estratégicos, son nodos clave en esta operación.
El informe destaca el papel de Dubái como centro financiero y logístico para el lavado de dinero y la coordinación de envíos. Los traficantes aprovechan la infraestructura portuaria brasileña y la corrupción local para evadir controles. Además, se menciona la participación de ciudadanos de Europa del Este y Medio Oriente en la red, lo que subraya su alcance global.
Las autoridades de los países involucrados han realizado operativos para desmantelar la red, pero la falta de coordinación internacional y la sofisticación de los grupos criminales dificultan los avances. El informe sugiere que la colaboración entre agencias de seguridad y la mejora de los controles portuarios son esenciales para combatir este flagelo.
45 SEGUNDOS ANTES
Un video de circuito cerrado del local mostró que Reges Furtado escapó 45 segundos antes de que los integrantes de la comitiva antidrogas entraran al predio, luego de ser demorados por varios minutos en la entrada.
Tras el despliegue de agentes especiales en Alto Paraná, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) obvió solicitar al Ministerio Público el requerimiento de allanamiento de la casa de Vinicius, cuya vivienda fue georreferenciada por la Justicia brasileña.
Afortunadamente, las autoridades vecinas sí lograron atrapar a Marcos Vinicus Espíndola en Foz de Iguazú, presuntamente cuando estaba escapando de Paraguay tras recibir un “aviso” de que lo buscaban.
Contaba con orden de protección de un juez paraguayo
Furtado fue beneficiario de una orden de protección que le otorgó un juez paraguayo en febrero de 2020, tras acusar a la Policía de Ciudad del Este de intentar extorsionarlo.
Furtado escapó con la ayuda de su pareja, Gladys Duarte, quien fue la mujer de Marcio Luis Dávalos Segovia, un traficante paraguayo detenido en Brasil en 2020.
Dávalos es cuñado de Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, el convicto líder de un conocido clan narcotraficante de la Triple Frontera.
CABALLOS DE CARRERAS Y BODEGAS DE BRASIL
Una vez en Brasil, la cocaína era trasladada por tierra a los puertos, principalmente de Río de Janeiro y Santos. La droga era ocultada en contenedores que se dirigían a puertos europeos.
Cristiano Mendes de Córdova Nascimento, un brasileño propietario de varias empresas de transporte de carga, también fue arrestado durante la operación.
Según un informe de O Globo, Córdova, acusado de lavado de dinero, es más conocido por sus inversiones en caballos de carreras pura sangre. Heliel Martins, un funcionario de la Policía Federal de Brasil, dijo al medio de noticias que Córdova posee alrededor de 60 caballos de carrera, cada uno con un valor de alrededor de USD 500.000. Martins dijo que creen que estos caballos eran una de las formas en que la red blanqueaba las ganancias de la droga, junto con bienes raíces, automóviles de lujo y aviones privados.
El informe de O Globo también contenía grabaciones de audio de conversaciones entre Córdova y Furtado, el presunto traficante que se escapó del club de campo de Paraguay. En las grabaciones, se puede escuchar a Furtado hablando de un barco que se dirigía a Barcelona.
Una de las principales pandillas criminales de Brasil, el Comando Vermelho, aparentemente también jugó un papel en la red, según la Policía Federal de Brasil. La pandilla almacenaba y protegía la cocaína en Río de Janeiro antes de ser despachada.