“Pistolita” Estigarribia, ñembo experto constitucio­nal y analista delivery, andaba luego muy ausente en las últimas semanas por el tema del coronavirus. Su ansiedad de figuración y minutos de protagonismo le volvieron a superar y apareció con una lectura cha’e sobre los últimos acontecimientos políticos.

El docente y ex senador recontra archiconocido en la facultad de Derecho como “ñoqui” lanzó una perorata sin pies ni cabeza acerca de la pretensión de los colo’o y la unidad que está sujeta a una serie de acuerdos. El lapiz mbyky de la política ya probó volver como senador y no logró votos ni para integrar una comisión vecinal, pero ahora anda coqueteando con algunos medios de comunicación a ver si liga algún contratatito como comentarista. ¡Andaaa!

Benjamón, el dueño de una radio libre y director de un pasquín vendido al mejor postor, anda desespe­rado por buscar alguna consultoría y salvar el complicado año. Está tirando liñadas por todas partes con la intención de pescar por algún incauto que todavía crea en su formación en Harvard. Cuando el “intelectual” no pica nada comienza con los ataques desde sus panfletos a cuantas autorida­des del Gobierno hay o algún empresario del mundo de las finanzas. ¡Pillín, pillín, el muñeco!

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Los docentes, pero docentes en serio de perio­dismo, deberían usar en sus facultades estos pasquines, además de envolver los pescados, como ejemplo de prostitución de este noble oficio. Esta semana se leyó en las redes que se mandaron una portada que pisotea toda ética periodística al pretender mezclar un acontecimiento político interno con una pandemia a nivel mundial. De lo más rastrero y repugnante que se haya visto en los últimos años en la prensa escrita.

Una tremenda irresponsabilidad lo que hizo Juan Ernesto. Viajó a la Argentina el miércoles y regresó el viernes. Lo lógico, recomendable y como ejemplo de una autoridad hubiera sido que realice la cuarentena como se pide a todas las personas que regresan del exterior. Sin embargo, se fue al Palacio de López y brindó una conferencia de prensa como si nada.

Antes que reconocer su error, trató de explicar lo inexplicable y en tono burlón se tomó con algunos periodistas. Esta irresponsabilidad ahora obliga al personal de salud a monitorear a los periodistas que estuvieron presentes en esa conferencia. Menos mal el Presidente ya le ordenó que vaya a su casa y trabaje desde allí. Una pena. Con un poco más de sentido de ubicación se hubieran evitado este papelón.

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