• Por Felipe Goroso

En el sistema democrá­tico, los países van a elecciones para que la ciudadanía sea la que elija. Quien consigue la mayo­ría logra la victoria electo­ral. Ese triunfo le otorga el endoso y legitimidad nece­sarios para que puedan plan­tear las políticas públicas que fueron expresadas en for­mato de propuestas o pro­mesas en campaña. Obvia­mente, también incluye a las personas que van a acompa­ñar al presidente electo, en su carácter de ministros o secretarios de Estado. Ese es el circuito en todo sistema democrático. Así funciona.

Este es el contexto polí­tico en el que nos encontra­mos en este momento. El gobierno entrante del presi­dente electo, Santiago Peña, está designando a quienes serán sus colaboradores al frente de las diferentes car­teras. Y en este punto quere­mos poner el foco sobre un hecho llamativo o al menos muy particular: la furibunda crítica que se hace a los desig­nados de parte de un sector casi nuclear de la oposición que cuentan con la colabo­ración de grupos de medios de comunicación para ampli­ficar su discurso y mensaje.

Entre los últimos designa­dos que podríamos citar como ejemplo se da el caso de la actual agente fiscal, la abogada Liliana Alcaraz. La misma tiene 24 años de funcionaria del Ministerio Público con un legajo impe­cable, habiendo llevado casos muy espinosos y de gran volumen y relevancia polí­tica. Y siempre con solven­cia y carácter. Al punto de haber sido la fiscal que tuvo el coraje de allanar el banco Atlas, del grupo Zuccolillo, en el marco de la investigación a Nicolás Leoz, expresidente de la Confederación Sudame­ricana de Fútbol (Conmebol). Ese acto de valentía le valió una cantidad de tapas, producto del enojo por haberse animado a molestar al pode­roso grupo que también es dueño del diario Abc, radio Cardinal y demás medios.

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Es por eso que es impor­tante entender y contarle a la gente el porqué de las crí­ticas. Que se sepa lo que hay detrás de ellas.

Una arista no menor es el hecho público y notorio de que Alcaraz no es precisa­mente alguien que se va a dejar manejar por tapas de diarios, cabeceras de página impar, ni editoriales en con­tra. A esto hay que sumarle su declaración donde ya anunció que será muy estricta al respecto de que no se repitan episodios que tiraron por tierra la imagen de la Secretaría de Preven­ción de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad), como las filtraciones de datos finan­cieros privados y el uso de la institución como garrote para perseguir a adversa­rios políticos a los que se sabía que había que inten­tar sacar de carrera de cual­quier manera porque no se les iba a poder ganar en las urnas.

Al final del día, y luego de rascar un poco, la reali­dad es que Liliana Alcaraz está pagando un alto pre­cio por su valentía, coraje y determinación.

El gobierno entrante del presidente electo, Santiago Peña, está designando a quienes serán sus colaboradores al frente de las diferentes carteras.

Es por eso que es importante entender y contarle a la gente el porqué de las críticas. Que se sepa lo que hay detrás de ellas.

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