El Grupo Vierci y su jagua’i paquete mediático saludaron alborozados las extensas filas de vehículos que cruzaban el puente San Roque González de Santa Cruz, desde Posa­das hacia la ciudad paraguaya de Encarnación. Sus ocupan­tes venían a comprar produc­tos diversos por el atractivo -dicen- de los bajos precios. Y es natural que esta corpo­ración empresarial se alegre. Porque en las fronteras ven­den sus productos importa­dos. Importados no sabemos en qué cantidad. Por lo cual, alguna vez, los organismos de control del Ministerio de Hacienda deberían realizar un comparativo de lo que entraron y de lo que vendie­ron. Y, esto, para todos. De los que se venden en los super­mercados y en las esquinas, por docena, que nada tienen que ver con el contrabando hormiga que, por lo general, siempre es para consumo familiar. Pero el contra­bando tamaño manguruju es lo peligroso y pernicioso para la industria local y la econo­mía del país.

El llamado régimen de turismo, propiciado por el propio Estado, permite la reducción de impuestos al importador para que los pre­cios sean más competitivos en las divisorias de los ríos. Dichas mercaderías ingresan a los países vecinos, bajo la figura de “turismo de com­pra”, sin pagar impuestos. Nos consta que la mayor parte de esos productos tie­nen como destino Brasil. El Decreto 1931, del 13 de junio del 2019, establece el “régi­men específico de liquidación de tributos internos en la importación de determi­nados bienes para su comer­cialización a personas físicas no domiciliadas en el país”. Por pura casualidad, el Grupo Vierci activa en todos los rubros favorecidos por este famoso y beneficioso régimen de turismo.

Los viernes, durante todo el día, los grandes centros comer­ciales de Ciudad del Este son una fiesta. Un jolgorio de gente que, cúter en mano, desempaca las cajas pequeñas para volver a cargar los productos en cajas más grandes. Los estibadores, en medio de una algarabía generalizada, realizan dicha tarea con rapidez profesio­nal. Salen cortando de atrás para adelante, del derecho y del revés. Y lo hacen con abso­luta tranquilidad porque nadie los molesta con impertinen­tes verificaciones fiscales. Para que las penas no sean mías y las vacas ajenas tratan de trabajar con alegría. ¡Qué más da!

Sabemos que el cigarrillo no cae dentro de este régimen. Pero cualquier extranjero puede venir a comprarlo en las zonas fronterizas y lle­varlo a su país cumpliendo con todas las normativas legales vigentes en nuestro territorio. Para aclarar aún más sobre este punto, repro­duciremos lo que alguna vez publicamos como editorial: Etimológicamente, el bando consistía en un edicto, ley o proclamación pública de alguna autoridad. En él se establecían prohibiciones de diversas índoles y se dispo­nían, por ejemplo, duras san­ciones para quienes introdu­cían mercaderías sin pagar los respectivos impuestos al Gobierno, antiguamente a la Corona española, que es, también, el origen de medidas similares adoptadas en Amé­rica y, naturalmente, Para­guay. Los que se dedicaban al transporte y comercio ilegal de productos, esto es, sin abo­nar los tributos correspon­dientes actuaban en contra de ese bando. De ahí la pala­bra yuxtapuesta.

Queda claro, entonces, lo que implica contrabando. Pero como aquí todo se usa para agredir al adversario político o la competencia empresarial, unos eligen cuchillo de palo para ellos mismos y de acero toledano y doble filo para sus enemigos. Y condenan la venta de cigarrillos de marca nacional producidos en fábri­cas ubicadas en la frontera. Se olvidan, por ejemplo, lo que implica contrabando según el idioma y la legislación: perso­nas o empresas que ingresan mercaderías a gran escala sin pagar los impuestos corres­pondientes en connivencia con autoridades encargadas de resguardar las fronteras. Más fatos -perdón, datos- con algún almirante, pariente de un precandidato presiden­cial.

Esto, también, ya lo escri­bimos: No pocas veces en la propia Dirección Nacional de Aduanas se adulteran las declaraciones a pedido de seu­doimportadores para pagar menos por mercaderías que deberían pagar más. O, peor aún, por utilizar un término muy de esos funcionarios: se liberan los containers “en frío”, generando una compe­tencia desleal con quienes cumplen honradamente con todas las exigencias aduane­ras. Por eso tenemos funcio­narios de esta dependencia del Estado que acumulan for­tunas y exhiben gustos caros en directa contraposición con el salario que perciben.

Por eso, el régimen de “turismo de compra” alegra a determinados empresarios y medios y a empresarios con medios. Se muestran más felices que jagua’i paquete con dos colas. Igual, sigan ladrando a la luna.

Pero como aquí todo se usa para agredir al adversario político o la competencia empresarial, unos eligen cuchillo de palo para ellos mismos y de acero toledano y doble filo para sus enemigos.

Por pura casualidad, el Grupo Vierci activa en todos los rubros favorecidos por este famoso y beneficioso régimen de turismo.

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