La oficialización de la destitución de la señora Magnolia Mendoza como directora jurídica de la Itaipú deja tantos mensajes. A ver si es posible contenerlos todos en este espacio.

El cambio en sí mismo nos habla de alguien que fue nada más y nada menos que una histórica del movimiento oficialista. Junto con Wildo Almirón fueron desde siempre los apoderados de Añetete desde el principio de los tiempos. Con su marido, el senador Silvio Ovelar, fueron de los que más trabajaron para que el presidente gane la interna y con posterioridad las elecciones generales.

Como bien solía decir Ovelar, él era de los pocos que nunca había pasado por las filas de Honor Colorado, considerado por propios y extraños un Añetete de pedigrí puro, estuvo al lado del Ejecutivo en los momentos más álgidos cuando había que salvar a esta administración.

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La firma del acta fallida de Itaipú, impulsada y gerenciada por el actual precandidato a presidente del oficialismo, solo por citar una de esas situaciones en las que el papel de Ovelar fue clave.

En el día a día y mientras estuvo en la bancada gubernamental del Senado, fue junto con Juan Carlos Galaverna, de los mejores voceros y articuladores de mayorías en la Cámara de Senadores. Con la salida de ambos, el oficialismo perdió peso, visión de futuro y músculo político para no lograr recuperarlo. La narrativa gubernamental nunca más volvió a tener la misma calidad ni profundidad en su alcance.

A la salida de la señora Mendoza, que ya es de por sí un hecho político llamativo, se le suma el reemplazo de la misma. Merece un capítulo aparte que la designación haya recaído en Juan Rafael Caballero González. ¿No sabe quién es? No se preocupe, muy poca gente lo sabe.

El señor es el procurador general de la República, o al menos ocupaba esa función desde diciembre del 2020 cuando fue nombrado ante la traumática salida de Sergio Coscia. Es sabido que en esta administración es costumbre que el reemplazo de quien, por circunstancias generalmente escandalosas debe abandonar el cargo, llega al cargo por sugerencia del destituido. Coscia responde a Juan Ernesto Villamayor, Caballero González también.

Este dato muestra con bastante claridad de dónde vino la bala que terminó con la gestión de Magnolia Mendoza en Itaipú y es una evidencia que supone el espacio político que se quedó con el cupo de la Dirección Jurídica.

El hecho de que el nuevo director jurídico haya tenido un papel tan intrascendente al frente de la Procuraduría General de la República, en el preciso momento en el que todo el país debería de estar enfocado en la negociación con el Brasil, muestra a carta cabal las prioridades que maneja esta administración. Poner en un espacio tan relevante, en un momento tan estratégico, a alguien que ha pasado sin pena ni mucho menos gloria en el cargo anterior no parece una buena idea en ningún punto.

Además, es una muestra palpable de lo poco que hizo este gobierno con una institución que, en el gobierno anterior, ha sabido tener liderazgos que lograron darle su real importancia.

Pero no hay nada de que preocuparse, con la salida de la abogada Mendoza se le dio el gusto a los “amigos”. Y eso es lo más importante, evidentemente.

A la salida de la señora Mendoza, que ya es de por sí un hecho político llamativo, se le suma el reemplazo de la misma.

En el día a día y mientras estuvo en la bancada gubernamental del Senado, Beto Ovelar fue junto con Juan Carlos Galaverna de los mejores voceros y articuladores de mayorías en la Cámara de Senadores.


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