El 4 de febrero pasado, a través de su cuenta personal en la red social Twitter, el vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, felicitaba a “los diputados de Fuerza Republicana y a otros sectores democráticos que rechazaron el juicio político al ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio”, a quien incluso arrobó en su publicación en una muestra de su apoyo.

El vicepresidente y precandidato a presidente por el oficialismo añadió la frase “no al crimen organizado”. Sin embargo, el entonces ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, dos meses antes se paseaba en el vehículo del presunto narco Marcus Vinicius Espíndola, quien era investigado a nivel internacional por la Policía Federal de Brasil y a nivel local por el Ministerio Público y la Senad hace más de un año.

Incluso, el hombre estaba próximo a ser proveedor del Estado y de ahí sus vínculos con Giuzzio, quien, recordemos, era cabeza del ente antidrogas hace poco más de un año atrás.

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Ayer se daba a conocer el uso del vehículo del supuesto narco por parte de Giuzzio y hoy el mismo reconoció el hecho, lo que finalmente terminó por costarle el cargo; muy a pesar de los deseos del vicepresidente, quien a decir de su tuit apoyaba su cuestionada gestión al frente de la cartera de seguridad.

Esta mañana, Hernán Huttemann, ministro secretario general y jefe del Gabinete Civil de la Presidencia de la República, comunicaba que Arnaldo Giuzzio había sido destituido del cargo de ministro del Interior y que en su reemplazo asumía Federico González. Posteriormente, trascendió que Giuzzio se retiró por la puerta de atrás del Palacio de López para evitar enfrentar a la prensa.

Así terminó una de las peores gestiones en la cartera de seguridad del país, con récord de crímenes, robos y otros delitos que, a criterio del entonces ministro, no eran más que una “sensación de inseguridad”.

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