Monseñor Ricardo Valenzuela transmitió un mensaje contra el gobierno y las autoridades a través de una carta titulada “Organicemos la esperanza” al término de la misa central de Caacupé por la festividad de la virgen. El reclamo se enfocó en la carencia de líderes gubernamentales, que no reaccionan ante las necesidades sociales como la salud pública, la desigualdad y la injusticia.

Pese a que el presidente de la República, Mario Abdo, hizo el vacío a las autoridades religiosas al no asistir a uno de los eventos más representativos del país, el obispo de Caacupé emitió su mensaje en el que sentenció el desempeño de su gobierno. Desde el norte del país el mandatario evitó exponerse públicamente a estas críticas.

La falta de acciones públicas eficientes fue el puntapié del obispo para describir lo que se vivió en estos años de pandemia con el fallecimiento de miles de paraguayos. “Muchos de ellos pudieron haberse salvado o vivir más tiempo si la reacción gubernamental hubiese sido más acertada y no tan débil para enfrentar eficientemente el problema”, dijo y reclamó a las autoridades la falta de capacidad y de honestidad para administrar los recursos y mecanismos para combatir el COVID-19.

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Los representantes del Ejecutivo que marcaron presencia para acusar recibo de estos reclamos, ante la ausencia del mandatario, fueron la ministra de la Niñez, Teresa Sosa; ministra de Justicia, Cecilia Pérez; ministro de Educación, Juan Manuel Brunetti; la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, entre otros.

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Seguros privados para privilegiados

Remarcó que el Estado tiene una deuda social con la salud pública para la atención a las personas carenciadas. Hizo referencia a los privilegios con los que cuenta la clase política.

“No es justo que los altos miembros del Estado, en vez de usar los servicios de salud de la colectividad, gastan el dinero público en seguros privilegiados de la medicina prepaga, como si tuvieran naturalmente más derechos que el común de la gente”, recriminó.

Luego responsabilizó al gobierno con el deber de extirpar la corrupción imperante si las instituciones pertinentes se declaran incompetentes. Ante este escenario, recordó que la obligación de quienes ocupan cargos en los poderes del Estado es “organizar la esperanza” en el Paraguay teniendo como misión sobrellevar los efectos de la pandemia y poner punto final a la impunidad, que es la “epidemia nacional”.

“La corrupción también mata, aunque para ello no adquiere una forma similar al COVID-19. Y como toda enfermedad, es posible también encontrar la forma de curar la corrupción”, sentenció.

Responsabilidad de hacer justicia

Finalmente, se dirigió a quienes ingresaron por selección o acuerdo a los más altos judiciales para remarcarles la obligación que tienen de desempeñarse en hacer justicia, tal como la promesa que asumen al ser designados.

“Si la justicia está raquítica y dominada por intereses políticos como para no ver absolutamente nada de lo que se malversa al pueblo, es necesario construir trincheras de protección a la familia de modo que ella no sea contaminada de la misma forma, por el mismo virus”, concluyó.

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